El animal hermafrodita considerado un manjar que ama la lluvia
El caracol común de jardín, de hábitos nocturnos, es capaz de destruir huertas con su voracidad
Son los moluscos más conocidos desde la infancia. Los días de lluvia salían como setas por los bordes de caminos y carreteras y era frecuente ... acompañar a los mayores a recolectarlos con la intención de llevarlos a la cazuela tras limpiarlos bien. Hay miles de tipos, pero entre los más comunes por estos pagos está el cornu aspersum o caracol común de jardín. Algunas personas los consideran todo un manjar. Lo cierto es que son todo proteína. Hay granjas en los que los crían para el consumo, aunque también su baba es muy apreciada en la industria cosmética.
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Pájaros y flores
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Familia Helicidae
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Hábitat Campos y cultivos
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Distribución Toda Europa
Los caracoles, que pueden vivir hasta 6 años, son hermafroditas incompletos. Pueden poner huevos, pero necesitan que otro caracol los fertilice. Primero se produce un cortejo en el que ambos ejemplares «ligan» produciendo secreciones. La cópula puede durar más de doce horas. En el apareamiento intercambian esperma. Al de unos días, ambos ejemplares ponen hasta un centenar de huevos de aspecto nacarado bajo tierra. Las crías eclosionan un mes después. Cuando nacen se comen las cáscaras o recurren a otros nutrientes con este mineral. Transcurridos un par de días, excavan un túnel y emergen al mundo.
Los caracoles huyen de la luz solar directa y aman la humedad, porque sin ella no podrían desplazarse. Salen cuando llueve y tienen hábitos nocturnos. Se consideran una plaga agrícola en muchos países. Son muy voraces y capaces de destrozar huertas y cultivos a toda velocidad. Respiran a través de un pseudopulmón y la piel y su corazón late al ritmo de la temperatura exterior. Si disminuye por debajo de los diez grados, hibernan. A cero grados pueden paralizar totalmente sus funciones.
Si hace calor, hay poca humedad y carecen de alimento realizan la «estivación», un proceso similar, aunque de menor duración. En ambos casos, el caracol segrega una sustancia que tapona el orificio de la concha para protegerse de los depredadores: aves y reptiles, además de otros animales como las ratas, topos o erizos. Y de las personas.
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