igor aizpuru
Furgón de cola

Viejos tiempos

UPV ·

Una huelga estudiantil termina con destrozos y detenidos en el campus de Álava

El recreacionismo histórico lo mismo te lleva a pasarte el fin de semana vestido de napoleónico en Austerlitz que a pasártelo vestido de persa en ... las Termópilas. La explicación tiene que ver con el gusto por la historia y los disfraces. Todo bien, claro, sobre todo por los difraces. Siempre que nadie se lo tome en serio y aparezca hoy a diez kilómetros al suroeste de Brno dando vivas a Bonaparte y desafiando al Ejército austriaco. Es muy triste que a los héroes haya que mandarles al campo de batalla una ambulancia, pero psiquiátrica.

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Es incluso peor que en su fantasía el recreacionista confuso te destroce una universidad, que es justo el lugar en el que en teoría se cultiva lo mejor de una sociedad, lo más avanzado, lo más abierto, lo más inteligente. Ayer, en fin, un montón de jóvenes encapuchados causaron destrozos en el campus de Álava de la UPV. Se disfrazaron de gudaris urbanos y recrearon los años ochenta y noventa del país, que no están en los libros de Historia por la épica sino por la vileza cotidiana. Sucedió con motivo de una huelga convocada por Ikasle Abertzaleak, que ya no es al parecer Ikasle Abertzaleak, sino una escisión legitimista. Pues vale, pero sigue habiendo en el país veinteañeros con un cupo de contenedores por quemar. Son recreacionistas que repiten la lección: como el pueblo no perdona, rompamos la universidad pública. En el grupo de WhatsApp de Otegi, Mertxe Aizpurua y David Pla ayer debió de ser todo escándalo e incomprensión: «¿Pero quién les ha metido a estos chavales tanta mierda en la cabeza?».

Por sacar algún provecho de los muebles rotos, voy a recordarles a los estudiosos del conflicto vasco que, además de todo lo demás, para los jóvenes especímenes humanos masculinos correr, gritar, pelear, fraternizar, corear, incendiar, presumir y guerrear es divertido. Biológicamente hablando, lo que pasa a continuación es que los especímenes tontos acaban en la cárcel, o muertos, gracias a la influencia de los especímenes listos, que acaban siendo profesores, parlamentarios, clérigos o grandes figuras en general. Se advierte últimamente, y es pintoresco, cómo semejantes sacos de extinta testosterona aún tienden a darnos a los demás la turra sobre moral, pacifismo y nuevas masculinidades.

ROLDÁN

Años noventa

Hay que ir actualizando la mitología democrática y los que no recordamos qué hacíamos el 23-F podemos decir dónde estábamos cuando, catorce años después, pillaron a Luis Roldán. Yo lo recuerdo perfectamente: estaba en un bar. Y compruebo ahora que era lunes. Bien por mí. A Roldán lo detuvieron en Bangkok después de una fuga increíble. Siendo director de la Guardia Civil había robado todo lo robable. Fondos reservados y ladrillo. Un precursor. Calvo y gordito, lo llamaban 'El Algarrobo'. Es que era hijo de taxista y su trinque nunca fue selecto. El hombre describió el primer sobresueldo que pilló como «un veneno». Fue lo de las orgías y los hinchables, las carreras en pelotas por los pasillos del hotel, lo que elevó al alto cargo corrupto a icono de los noventa. Qué década. Años después, Roldán le dictó un libro a Fernando Sánchez Dragó, como si hubiese gente predestinada a escoger siempre la peor opción.

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RUSIA

Problemas

Igual hay problemas en el Kremlin. El jerarca Chibalis se ha fugado, el ministro Shoigu no aparece y el ministro Zolotov reconoce que la operación especial no va según lo previsto. Todos son próximos a Putin. Eso invita a recordar que los regímenes autárquicos tienden a ser contundentes, pero ineficientes. ¿Entonces hay esperanza? Quién sabe. Borrell dijo ayer que el futuro de Ucrania va a resolverse en quince días. Son cálculos que se hacen sobre un escenario de ciudades en llamas, civiles desplazados y cuerpos en las morgues sin reclamar.

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