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Bayrou, dimisión encubierta

El 'premier' francés se somete a un voto de confianza en medio de la discordia sobre quién soportará la mayor carga del ajuste económico por la deuda

Sábado, 30 de agosto 2025, 23:55

Apuesta mal enfocada? El día 25, el primer ministro francés, François Bayrou, anunció que se sometería a una moción de confianza en la Asamblea Nacional ... el 8 de septiembre. El democratacristiano utiliza su última carta tomando la delantera a una casi segura censura del Presupuesto en otoño. Sin mayoría en el Parlamento, impopular, Bayrou pretende persuadir a los franceses para que se responsabilicen en el necesario control de las finanzas del país. Con su pedagogía contestada por todos los adversarios, el equipo gubernamental dividido en facciones, pendiente del tempestuoso movimiento que llama a 'bloquear todo' desde el 10 de septiembre, no hay visos de remontada para el jefe del Gobierno galo.

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¿Por qué Bayrou ha decidido esta votación de confianza a riesgo de acortar su presencia al frente del Ejecutivo y de precipitar la crisis financiera que tanto dice temer? El político bearnés concedió una sola razón: la absoluta necesidad de crear un consenso sobre la gravedad del endeudamiento. «Sin unidad sobre la necesidad de reequilibrar las cuentas públicas y escapar al sobreendeudamiento», tanto en el Parlamento como entre la opinión pública, es inútil –en opinión de Bayrou– iniciar las negociaciones sobre las medidas de encauzamiento y reactivación. Esta explicación representa un gran error de diagnóstico según Denis Cosnard, o un pretexto del orgulloso dirigente del MoDem que no quiere verse en la situación de su predecesor, Michel Barnier: achicharrado en la defensa del Presupuesto.

La decisión viene uncida por el presidente de la República. El día 21, en el fuerte de Brégançon, el jefe del Estado aceptó convocar una sesión extraordinaria del Parlamento para permitir a su primer ministro comprometer la responsabilidad de su Gobierno tripartito al término de una declaración de política general. La sesión busca una mayoría sobre el diagnóstico del sobreendeudamiento y el imperativo de remediarlo con urgencia.

El anuncio el 15 de julio de un esfuerzo presupuestario de 46.000 millones en 2026 para reducir el déficit suscitó ya un potente rechazo. Medidas especialmente ingratas como la supresión de dos festivos, la no revalorización de las jubilaciones, reducción de servicios sociales y nuevos impuestos al ciudadano medio dejaban claro que el reparto de la carga no se preveía muy equitativo. Combatir el sobreendeudamiento francés «gastando menos y produciendo más» no convence a nuestros vecinos del norte. Al contrario, crecen los resentimientos.

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Entre los responsables políticos se admite la existencia de un problema de presupuesto y la necesidad de retomar el control de las finanzas públicas. Sin embargo los economistas divergen sobre la profundidad del fenómeno y los riesgos asociados. Las declaraciones de Bayrou sobre el peligro inminente de la colocación de Francia bajo tutela del Fondo Monetario Internacional son consideradas catastrofistas. Más allá de los matices, la verdadera discordia se centra en dos aspectos, orillados por el Gobierno. El primero concierne a las causas del presente 'impasse' presupuestario. La «dependencia de la deuda» citada por el primer ministro, ¿es fruto de una cultura del gasto público «en la que han participado todas las mayorías desde hace veinte años»? ¿O es más bien la consecuencia de los 'regalos' de Macron a las empresas y a los muy ricos, de decenas de miles de millones que faltan hoy para cuadrar el Presupuesto, como proclama la izquierda?

El segundo tema de discordia es la cuantía del ajuste necesario –a fin de limitar los riesgos sobre el crecimiento, el paro– y sobre quiénes recaen las cargas del esfuerzo. ¿Hay que recortar los gastos o aumentar los ingresos imponiendo mayores tasas? ¿Proteger a las empresas para garantizar las políticas de oferta o gravar los macrobeneficios? ¿Dirigirse a los particulares o solo a los más afortunados? ¿Recaudar entre los activos o entre los jubilados? Si el peso crítico de la deuda apenas es discutido, las diferencias entre izquierda, derecha y extrema derecha aparecen con perspectivas radicalmente opuestas sobre la justicia social y fiscal.

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Con el ultimátum lanzado a la representación nacional, Bayrou pretende convulsionar las posiciones de los grupos de oposición para prolongar su permanencia en Matignon evitando otra crisis institucional. Una nueva 'clarificación', sí, pero la aritmética parlamentaria contradice su razonamiento. La Reagrupación Nacional de Marine Le Pen y aliados disponen de 138 asientos, las izquierdas de 192 y el grupo Libertades, independientes y ultramar suman 23. Constituyen una mayoría suficiente para tumbar al jefe del Gobierno.

El voto de confianza cada vez parece más una 'dimisión'. El presidente del MoDem se prepara para convertirse en el primer jefe de Gobierno de la Quinta República caído por una moción de confianza. «Un final muy egocéntrico propio del personaje», concluye el constitucionalista Benjamin Morel.

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