Josep Borrell estaba avisado. Ante la visita del jefe de la diplomacia europea a Moscú a comienzos de mes, el portavoz del Kremli , Dmitri Peskov, ... adelantó la esperanza de «que nadie cometa la tontería de vincular las relaciones Rusia-Unión Europea a la suerte de un residente en un centro de detención». La nueva crisis entre el Kremlin y Occidente se abrió en agosto por el envenenamiento del opositor Alexéi Navalni con Novitchok; prosigue con su detención y condena a tres años y medio de prisión el pasado día 2. El desafío del régimen de Putin a las condenas de EE UU, Reino Unido y la UE se traduce en indiferencia hacia las críticas extranjeras y en la sistematización de la mentira sin respetar ninguna apariencia de credibilidad para los hechos. En París, en septiembre, Putin respondía a Macron que Navalni se habría envenenado él mismo.
Publicidad
Denunciar la suerte reservada al principal opositor ruso no representa injerencia alguna en los asuntos internos de un Estado soberano. Así replica el colectivo occidental a las acusaciones de ilegalidad de María Zajárova, portavoz rusa de Exteriores, hostil al posicionamiento democrático internacional. Ningún miembro de la UE se desenmascara ahora para exigir la liberación de Navalni y la contención de la violencia de su país. En la primavera de 1984, François Mitterrand se lo explicaba a Konstantine Chernenko, presidente del presídium del Soviet supremo de la URSS: el mandatario francés recordaba al más célebre de los disidentes soviéticos de la época, Andréi Sájarov, separado del mundo y escrupulosamente vigilado en la ciudad de Gorki. Mitterrand apelaba a los acuerdos de Helsinki -agosto de 1975- firmados por la URSS.
Por su coraje frente al encarnizamiento de la autocracia de Putin contra su persona, Navalni alcanza hoy «la dimensión simbólica» atribuida antaño al profesor Sájarov. Heiko Maas y Dominic Raab, responsables de Exteriores alemán y británico respectivamente, advierten sobre la perversidad de un juicio en el que es la víctima del envenenamiento la nuevamente condenada. Recuerdan que la Corte europea de Derechos Humanos en 2017 denunció la ausencia de instrucción equitativa en el proceso contra los hermanos Navalni, Oleg y Alexéi, por supuesto fraude a la filial rusa de Yves Rocher.
Pese a que la firma admitió en 2014 no tener daños y pretendió retirar el pleito, la maquinaria judicial rusa ya ejercía máxima presión sobre la sociedad. La instrucción terminó con la condena de los Navalni por robo y blanqueo de 26 millones de rublos (370.000 euros) en detrimento de la marca francesa. Si Oleg es condenado a tres años y medio firmes, Alexéi recibió la misma pena pero libre con fianza y control judicial mensual ante la Administración. Convaleciente en Alemania durante cinco meses para recuperarse del envenenamiento sufrido, el disidente ha visto «anulada su pena con fianza», es acusado de violación del control judicial y debidamente retenido a su retorno.
Publicidad
El futuro de las relaciones entre los europeos y Rusia se plantea grave. El jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, fue ninguneado durante su estancia en Moscú por su homólogo, Serguéi Lavrov. «Ausencia de normalidad y falta de confianza», más la expulsión de tres diplomáticos europeos en plena visita del español, afirmaban la contundencia con que Rusia ha decidido no dar explicaciones. Los derechos humanos cuentan; forman parte de las relaciones entre los Estados. Y discrepar en política no es un crimen. Exigir la liberación de Navalni es recordar al Kremlin su violación de los acuerdos de Helsinki o de la Convención europea de los Derechos Humanos. Cuestión internacional, pues, en la que Europa no puede permanecer indiferente salvo que esté dispuesta a renegar de todo cuanto dice encarnar. Navalni es un asunto de política exterior europea. Condenar, protestar, reprobar, pero ¿qué más?
La UE ha adoptado sanciones nominales de alto nivel en el 'affaire Navalni' dirigidas a representantes del Kremlin y de los servicios de seguridad. El secretario de Estado de Asuntos Europeos de Francia, Clément Beaune, invita a los alemanes a reconsiderar el proyecto del gasoducto Nord Stream 2. Instancias diversas recuerdan cómo debilita esta iniciativa la soberanía energética de la UE. Un expediente muy sensible para la canciller Merkel está en cuestión. Alemania vuelve a confrontar las contradicciones de su relación con Moscú: parece igual de presta a denunciar las afrentas al Estado de Derecho cometidas por Putin como preocupada por sus estrechos lazos con el Kremlin.
Publicidad
La batalla ideológica entre autocracias y democracias se tambalea allí donde empiezan los intereses mutuos. ¿Existiría un ámbito para las sanciones y otro para la cooperación? Borrell necesita mantener el diálogo con Rusia en tanto país clave sobre armamento, seguridad y conflictos geoestratégicos de la gobernanza mundial. Joe Biden, nuevo presidente de EE UU, defiende a Navalni y renueva al tiempo el tratado bilateral Nuevo Start sobre armas nucleares. ¿Hasta qué punto importan los derechos humanos?
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión