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josé ibarrola

La intolerancia de los vascos del futuro

Inquieta que los jóvenes desconozcan nuestros ciclos de violencia, en lo que somos referente mundial. Debemos concienciarles para que aseguren su convivencia

Viernes, 29 de octubre 2021, 00:03

La lectura del excelente catálogo de la exposición 'Bilbao y la pintura', de Kosme de Barañano, me ha ayudado a visualizar mejor los múltiples factores ... que debieron reunirse para que la ciudad alcanzase su apogeo entre 1900 y 1929. Esplendor hijo de numerosas y abnegadas madres, que se deterioró por una crisis mundial y fue rematado por unos pocos padrastros maltratadores.

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Antes como ahora, la demografía y las identidades asociadas a esta determinan el futuro de nuestro 'ser colectivo'. Por ello, el perfil de la inmigración y de la natalidad van a ser los principales factores que van a decidir el porvenir. Y por eso habrá un vuelco sociológico - y político- en las próximas décadas. Por el poderío de la inmigración, por su origen y porque, de los pocos vascos que nacen hoy en día, una muy elevada proporción son hijos de inmigrantes económicos recientes.

Estas nuevas familias vascas traen dos sistemas de valores marcadamente distintos; unos proceden de Hispanoamérica (con algunos valores y hábitos parecidos a los que tenemos actualmente), en tanto que los procedentes de África aportan creencias y modos de vida muy distintos a los nuestros. Asunto con preocupantes precedentes, pues uno de los principales detonantes de nuestras dos últimas etapas de intolerancia fueron las oleadas de inmigración: la que comenzó hacia 1880 (propiciando el nacimiento del PNV) y la de los años 50 (que impulsó el apoyo a ETA). Por ello cabe preguntarse cómo posponer el siguiente ciclo fratricida; pues haberlo, lo habrá (como en todas partes).

La respuesta está en la sociología de las nuevas generaciones; jóvenes a los que venimos acostumbrando a todo tipo de facilidades, gratuidades y derechos. En Euskal Herria jamás se ha vivido tan bien, por eso cada vez inmigran más personas: porque esto es jauja. Y tengo la certeza de que nuestros jóvenes ignoran los tremendos sacrificios que las generaciones anteriores, durante siglos, debimos afrontar para que ellos se encuentren con un paisaje relativamente poco estropeado, una cultura y un idioma pujantes, unas instituciones y unos servicios públicos que funcionan... Y lo que no se conoce, no se valora, ni se defiende. Un 'defender' que entiendo en términos de compromiso, de implicarse en política, en voluntariados, en movimientos sociales…

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Vamos a tener los jóvenes que eduquemos en unos valores determinados. Con firmeza y perseverancia. Tanto en casa, como en los ciclos formativos. Algunos de esos valores debieran ser los que tradicionalmente han caracterizado al pueblo vasco; unos los compartimos con otros 'pueblos de montaña' y otros nos son propios. Puede mencionarse el gregarismo, la solidaridad con los más débiles, la defensa de la lengua vernácula y las tradiciones, la participación en los asuntos comunitarios, y cierto orgullo por el trabajo bien hecho. En tanto que otros rasgos los compartimos con el resto de occidentales: respeto de todas las identidades sexuales, raciales y de las 'tribus urbanas', igualdad de oportunidades, pacifismo, defensa de la ecología y del paisaje, rechazo de la corrupción y la desigualdad, innovación productiva. El lector igual puede añadir algunos más. Sobre los mismos hay un amplio consenso.

Lo cierto es que la lista es tan prolongada, como difícil de mantener a futuro. Pues los pueblos olvidan fácil y 'se ablandan'. Prueba de ello es el desinterés hacia la política; actividad denostada, pero que resulta imprescindible para garantizar la paz social. Sí, a los políticos que elegimos y gestionan nuestras instituciones les debemos gran parte de esta sociedad sin precedentes. Y me inquieta que los chavales desconozcan nuestros ciclos de violencia, asunto en el que los vascos somos un referente mundial (solo 'nos ganan' en Colombia): pues nos hemos machacado en la guerra de la Convención (1793-1795), la guerra de la Independencia (1808-1814), la persecución de los liberales por parte de la milicia realista de las diputaciones (1823-1833), las guerras carlistas (1833-1839, 1846-49, 1872-1876), la Guerra Civil (1936 -39), el terrorismo etarra contra los agentes del Estado y los ciudadanos que no se les sometían (1960-2011). Con la diversidad que ya tenemos, desde el momento en que el bienestar actual se deteriore, algunos comenzarán a señalar 'culpables': los inmigrantes, los de las ciudades, los ricos... Por ello debemos concienciar a los jóvenes para que se impliquen en asegurar su bienestar y su convivencia,

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