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José Ibarrola

Una Europa de la defensa para la guerra justa

La lección de la guerra en Ucrania es que la garantía de seguridad de EE UU no es la de antaño, lo que invita a luchar por la autonomía militar de la UE

Lunes, 6 de junio 2022, 00:02

Participar en la Europa de la defensa o no. Días después del comienzo de la invasión rusa en Ucrania, el 24 de febrero, Dinamarca -miembro ... fundador de la OTAN- se planteaba el levantamiento de su política de no participación en los planes de seguridad y defensa de la Unión Europea. Excepcionalidad negociada por Copenhague en 1992, la derogación de esta exención fue consultada en referéndum a los daneses el día 1 con un resultado favorable a la participación. Este referéndum y otras muchas cosas eran impensables antes de la «operación especial» rusa sobre Ucrania. El giro estratégico del canciller Olaf Scholz en defensa llevó a la primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, a reconsiderar su política de seguridad. Mientras, el 31 de mayo, los Veintisiete aprobaban «con carácter de urgencia», una recuperación industrial, tecnológica y financiera militar conjunta. El regreso de la OTAN a esta orilla del Atlántico no puede condenar la Europa de la defensa, insiste Josep Borrell.

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El discurso de Scholz el 27 de febrero anunciando la disposición del 2% de su PIB a la defensa unió a los partidos daneses en la necesidad de «colocar a Dinamarca en el buen lugar», declaraba Frederiksen. Situarse en el buen lado de la historia es más que una dimensión simbólica; es pragmatismo cuando parte de Europa es un campo de batalla. Se cumplen los cien días desde que el orden geoestratégico mundial quedó a merced de Vladímir Putin. Permanecer fuera de la recomposición de equilibrios es ir contra los intereses daneses, entiende el Gobierno, atento a los cambios de Finlandia y Suecia, de neutrales a solícitos demandantes de ingreso en la OTAN. La tragedia ucraniana y los precedentes en Georgia o Chechenia explican las inquietudes de los países escandinavos: las renuencias al militarismo activo mantenidas durante toda la Guerra Fría se disuelven en sus opiniones públicas ante el ansia expansionista de la autocracia rusa.

Estas recomposiciones molestan al amo del Kremlin, que responde con medidas militaro-técnicas: suspensión de suministros eléctricos y gasísticos a Europa. ¿Provocadores realineamientos? Antes de atacar Ucrania, dirigentes occidentales desde Macron a Biden se esforzaban en establecer una «relación estable y previsible» con Moscú hasta componer una arquitectura de seguridad europea viable para las partes. Putin firma este reordenamiento totalmente contrario a sus objetivos. Si las fuerzas estadounidenses abandonaban Polonia con sigilo, hoy las bases militares instaladas en el Viejo Continente se repueblan en un nivel jamás esperado desde 2005. Cuando únicamente el francés Macron alentaba su idea-fuerza de «la Europa de la defensa», en 2022, el Consejo Europeo apuesta por su soberanía militar: la Brújula Estratégica. Con el uso de la fuerza, Putin es el mejor promotor de la alianza occidental; en su formato tradicional y en el que los Veintisiete construyen ya.

Cuando los partidarios de una defensa común europea difícilmente conseguían convencer a sus detractores de su utilidad ni de su complementariedad natural con la OTAN, el belicismo putiniano elimina dudas. Hasta aquí, una mayoría de países europeos prefiere -en plena guerra- asegurarse con un organismo experimentado antes que ampararse en otro todavía por inventar. Admitiremos que el corto plazo carece de ventaja para la oferta defensiva de la Unión. Hoy, solo Estados Unidos es capaz de asegurar un puente aéreo de armamentos en beneficio -vital- de Ucrania. Pero en esta aceleración de la historia, ningún miembro de la Unión ha roto el consenso para crear una defensa propia.

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La UE apuesta por la creación de un instrumento «a corto plazo» que facilite la recuperación de las capacidades industriales de defensa. Siguiendo el modelo para las compras de gas o de vacunas anticovid, se pide al Consejo un Programa Europeo de Inversiones Conjuntas en Defensa, capaz de convertirse en la financiación de un rearme amplio. La lección de la guerra en Ucrania «es que no basta con el comercio, no basta con el Estado de Derecho, hemos de ser también una potencia militar». Así se expresaba Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, en Bruselas el 31 de mayo.

La garantía de seguridad prometida por EE UU no es la constante de antaño desde el mandato de Donald Trump. El no-intervencionismo de 'América primero' atizado por el expresidente invita a luchar por la autonomía militar de la UE. La guerra que padece Ucrania es una necesidad de legítima defensa. ¿Quién duda en apoyar a esta democracia?

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