Rebaja en el aire

A falta de que en las grandes superficies terminen con las complicaciones inherentes al etiquetado y de que las superficies normales entiendan que un decreto ley no es una recomendación de la OCU, parece que la rebaja del IVA en los alimentos de primera necesidad solo se advierte si te concentras mucho en el ticket. Algo es algo, claro. Pero el ahorro llega tras meses de alzas de precios. Y ahí siguen los precios. Algunos parece que incluso subieron casualmente antes de tener que rebajarse por ley. Si eres tú el vendedor, mejor bajar desde muy arriba. Y mejor crecer porcentualmente desde muy abajo si se trata de vender otra clase de mercancía. Mientras tanto, el ciudadano tiene ya interiorizado el ajuste de la cesta de la compra y explora los estantes de las marcas blancas con la elegancia con la que exploraba Anthony Bourdain los barrios gastronómicos de Tokio, Roma y Beirut.

Lo gracioso de la situación es que el Partido Popular celebró la bajada del IVA de los alimentos básicos como una enorme rectificación del Gobierno. «Solo aciertan cuando adoptan nuestras medidas». Si al final la ciudadanía no consigue ni enterarse del ligero ahorro en el disparatado precio de la compra de cada día, el Gobierno podrá culpar a la oposición, pero esta vez con razón: «No se puede confiar en sus medidas: las adoptamos y se confirma que no sirven para nada».

Se abrió ayer la capilla ardiente de Benedicto XVI y en las imágenes que llegan desde San Pedro no sorprende tanto la magnificencia o la devoción como los fogonazos blanquísimos entre los asistentes. ¿Incandescencias relacionadas con el espíritu? No, móviles. Muchos asistentes los sacan frente al cuerpo del Papa para inmortalizar la escena mortuoria. Y refulgen las pantallas de 6,7 pulgadas a tope de brillo. O los flashes que se elevan sobre las cabezas de los fieles. Aunque tampoco serán fieles quienes no aprovechan el instante para el recogimiento. Serán turistas. Lo piensas hasta que ves que hay curas y monjas enfocando con el iPhone. ¿No es raro eso de ir a presentarle tus respetos a un difunto y empezar a sacarle fotos? Se insiste en que Benedicto XVI el legado lo deja sobre todo por el lado de la espiritualidad.

Aterrizar tarde en un aeropuerto y esperar con la maleta en una parada de taxis desierta significa dos cosas. La primera, que tienes un problema; la segunda, que probablemente no has llegado a uno de esos lugares que asombran al mundo y nunca duermen. Otra opción es que hayas aterrizado en uno de los últimos cinco vuelos del 31 de diciembre en el principal aeropuerto del País Vasco. Y, como son ya más de las diez de la noche, no hay transporte público a tu disposición. Ni buses ni taxis. Sucedió el sábado en Loiu y hubo gente que terminó viendo las campanadas en el móvil, sentados sobre las maletas. Venían de Múnich, París o Sevilla, pero no en vuelos inesperados o sorpresa. En vuelos perfectamente programados.