Mal momento para los indecisos. Acaban las vacaciones y no sabes si tenerle miedo a la inflación, la crisis energética, el colapso económico, el fin ... de la democracia, el caos climático, la guerra global o el 'revival' de Hombres G. Sé que un ciudadano responsable debe aterrorizarse por todo a la vez. Pero, ¿y si tú prefieres un terror más concreto y abarcable? Las cosas eran más fáciles en primavera, cuando el sentimiento correcto no era el miedo sino el odio y se concentraba en Putin, que llegó a tener la culpa del fichaje frustrado de Mbappé y del lío con el nombre de los pueblos aquellos que se anexionaron. Pero la primavera se fue y ahora se va el verano, que transcurrió feliz porque nos lo habíamos ganado y porque ellos (¿quiénes?) lo que tenían que hacer era irse a hacer puñetas.
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Ya de vuelta, todo es confusión. Ni siquiera sé si el miedo hay que tenérselo al otoño o al invierno. He creído entenderles a los expertos que al invierno hay que temerlo por frío y al otoño por caliente. Se prescribe el pavor termodinámico. Aunque los expertos, en fin. El economista Niño Becerra -que luce la barba de Ahab y ansía en consecuencia el gran naufragio- calcula que la crisis que viene nos cierra el 75% de los restaurantes. El ministro Escrivá responde en Twitter, como si fuese un asunto de raperos: «Reflexiones sin rigor ni evidencia que impulsan procesos de profecías autocumplidas». Y remata: «El catastrofismo vende». Sin embargo, la ministra Robles garantiza un «invierno durísimo» y el presidente Macron anuncia el «final de la abundancia». Macron lo hizo desde un lugar de la Costa Azul llamado Borme-les-Mimosas en el que se celebra 'Mimosalia', el festival anual de las mimosas. Tampoco estaba en un búnker. Pero verán cómo ese tono triunfa y regresa la cantinela del político adulto. Como si el ciudadano infantil no llevase meses comprando marcas blancas en el súper. O como si, ahora que llega la vuelta al cole con los precios disparados, no hubiese familias evaluando lo de escolarizar solo al chiquillo que sí parece listo. Esperen, que les pronostico el gran espectáculo de la 'rentrée': ver cómo emergen ideas gravísimas de los labios de una gente muy morena a la que hace tiempo que le tenemos contrastado un fuste tirando a relativo.
NASA
Snoopy fuera
No quiero extralimitarme en mis funciones, pero mal la NASA. Muy mal. La misión Artemisa, claro. Sale hoy para la Luna. Y lo encuentro todo bien por el lado aeroespacial, pero no por el de los muñecos. Junto a los maniquíes preceptivos en una misión no tripulada, viajan al parecer en la cápsula 'Orion' Snoopy y la oveja Shaun. Qué error. Era Fry, el protagonista de 'Futurama', quien merecía volver al espacio. Por lo demás, el objetivo de la misión Artemisa es llevar a la Luna a una mujer, lo que tendrá interés científico, pero en términos simbólicos no es para tanto. Piénsenlo: cuando la misión culmine con éxito, todas las personas que habrán pisado la Luna seguirán perteneciendo a una categoría humana exclusivísima: la de los astronautas estadounidenses. Basta, por tanto, de excusas. No habrá igualdad real en la conquista cósmica hasta que la NASA nos agarre a usted o a mí por sorpresa y nos ponga, sin preguntar, en órbita.
Argentina
Campeones
Estábamos ahí con lo de la prensa y el 'lawfare', con Laura Borràs reciclándose como mártir del frenopático, llenándolo todo de odio, trampas y falacias, cuando un fiscal enfila a Cristina Fernández por corrupción y la vicepresidenta argentina, entre lágrimas y al instante, pone a arder las calles. Un espectáculo atroz. Y fascinante. Debería servir para vernos al menos la ridiculez. Por comparación. Como si intentas unas acrobacias en el calentamiento populista y salta Maradona y te quita el balón: «Mirá y aprendé, europeo boludo. Yo te enseño».
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