El Gobierno vasco presentó ayer su plan para un fin de curso inédito a causa de la pandemia. Las pautas esbozadas por la consejera Cristina ... Uriarte sobre los criterios de evaluación y el temario pendiente de impartir, en el marco de las competencias de Euskadi en materia de enseñanza, deberían aportar certidumbre en una situación excepcional que ha sembrado la inquietud en la comunidad educativa. Sus líneas de actuación coinciden a grandes rasgos con las pactadas por el ministerio y la mayoría de las comunidades. Aunque formalmente no habrá un aprobado general, los alumnos pasarán de curso salvo casos excepcionales. La calificación final tendrá su «base fundamental» en los conocimientos adquiridos y ya puntuados en los dos primeros trimestres, cuando las clases se desarrollaron de forma presencial con plena normalidad. El tercero, en el que el coronavirus ha obligado a generalizar la enseñanza telemática, solo se tendrá en cuenta para mejorar la nota.
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Se trata de una salida razonable que pretende resolver los severos problemas planteados por el Covid-19 en una convulsa recta final de curso en la que, descartada la ideal, toca elegir entre las alternativas al alcance de la mano. Habría sido injusto hacer depender la calificación final del aprovechamiento de los contenidos de un tercio del temario, impartidos 'online' en condiciones no homogéneas y en algunos casos precarias. Aunque dista de ser perfecta, la fórmula escogida permite una valoración ajustada de las capacidades de los estudiantes mientras han podido asistir a las aulas, así como de sus avances en las semanas de confinamiento y sus necesidades de aprendizaje. Todo ello, sin mermar en teoría su formación, puesto que la materia que quede pendiente será recuperada en los próximos meses. Las repeticiones de curso no podrán obedecer a las carencias de las tecnologías y herramientas precisas para la enseñanza telemática en hogares con escasos recursos, sino solo a situaciones debidamente justificadas por los docentes y verificadas por la Inspección.
Sería un craso error que el Gobierno vasco, los profesores o las familias confundieran un apaño provisional en unas circunstancias absolutamente extraordinarias con una rebaja de los niveles de exigencia que deben regir la educación en Euskadi. El salto de calidad hacia la excelencia es no solo una asignatura pendiente de aprobación demasiado lejana, sino un reto ineludible para edificar un futuro próspero.
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