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Facturas atrasadas

Domingo, 12 de abril 2020, 00:25

Si yo fuera presidente' fue un programa de televisión de notable éxito a comienzos de los años 80, cuyo contenido respondía a su enunciado. El ' ... padre' de la criatura era el periodista Fernando García Tola. Fue un espacio desenfadado, por momentos corrosivo. Y, como suele ocurrir en semejantes ocasiones, poco o nada del agrado del establishment.

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Para muestra, un par de botones. La derecha, AP, pidió que se suspendiera la emisión de uno de los espacios porque militantes de diferentes partidos iban a valorar la situación política y eso iba, a su juicio, en menoscabo de la imagen del Congreso. La jerarquía de la Iglesia también alzó la voz porque en otro programa se escucharon opiniones que entendía atentatorias contra el sentimiento religioso de muchos.

He recordado a Tola al hilo de la propuesta del presidente Sánchez de negociar unos nuevos Pactos de La Moncloa. Un gran acuerdo para la reconstrucción de España tras la crisis sanitaria que padecemos. Y me he autorrespondido que si yo fuera presidente mis prioridades a día de hoy serían la pandemia, la pandemia y la pandemia. ¿Que un gobernante debe mirar también a medio y largo plazo? Sin duda. Pero sólo cuando lo sanitario esté encarrilado y sepamos cómo vamos afrontar el postconfinamiento.

¿Qué busca Sánchez invocando otros Pactos de La Moncloa cuando no hay comparación posible entre los dos momentos históricos? En 1977 salíamos de cuatro décadas de dictadura. Y vivíamos a diario el miedo a un golpe militar, que finalmente llegó. Nada extraño, pues, que casi todo el antifranquismo accediera a renuncias importantes para consolidar una democracia, aunque fuera imperfecta, y para dejar atrás una crisis económica brutal con una inflación galopante. Y no, no había Unión Europea a la que recurrir.

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El centro, la izquierda (socialistas, comunistas y los sindicatos), PNV y Convergència firmaron los acuerdos políticos y los económicos. Fraga, padre fundador del actual PP, sólo estos últimos, no los avances políticos democráticos. Significativo. Hoy aquello es historia. Un ejemplo de lo que se supo hacer con altura de miras, digan lo que digan ultraderecha y ultraizquierda. Incluidos quienes entonces, y por muchas décadas más, seguirían jaleando a los asesinos de ETA.

Lo que nos aguarda tras la pandemia es una fenomenal crisis económica mundial. Por eso, si yo fuera presidente seguiría esforzándome en persuadir sin insultar a nuestros socios del Norte en Europa para que aparquen dogmatismos y abran la mano. Para que se den cuenta de que en los últimos doce años nos hemos apretado tanto el cinturón que hemos dejado al borde de la pobreza a un veinte por ciento de los nuestros.

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¿La invitación a ese gran pacto no será consecuencia de la continuada pérdida de credibilidad de nuestro cambiante presidente Sánchez en esta crisis, según algunas encuestas, cuando Merkel, Conte y hasta Macron parece que están saliendo reforzados?

Sea cual sea la razón, y por desafortunados que resulten ciertos mensajes de un PP que sigue mirando a Vox -qué envidia escuchar el cerrado apoyo de la oposición portuguesa al primer ministro Costa-, si el objetivo es entenderse, no parece el mejor camino insistir en zaherir con dureza al adversario, como hizo el otro día Lastra en el Congreso. Menos aún falsear datos para defender la gestión ante la crisis a riesgo de que les cacen. Una gestión de la pandemia que, datos cantan, está lejos de la ejemplaridad, pero que tampoco es de las peores.

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Veremos si llegan esos acuerdos que tanto ayudarían cuando la situación se encauce. Pero sigo viendo a izquierda y a derecha demasiadas ganas de cobrar al adversario viejas facturas atrasadas de la época de Aznar, Zapatero o Rajoy. Amén de que no es fácil que la derecha acepte empezar a construir el futuro desde el reforzamiento de lo público, como pretenden Sánchez e Iglesias con evidentes argumentos. Ellos sabrán qué hacen. Pero si insisten en la bronca y el insulto sepan que gran parte de la población acumula unas enormes ganas de pasar la factura de estos duros días de encierro a alguien.

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