El fallecimiento en accidente de helicóptero del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, y de su ministro de Exteriores mantiene conmocionado al país de los ayatolás. ... El hecho de que el mandatario desaparecido, defensor de una política de mano dura y rígida ortodoxia religiosa, figurase como favorito junto a un hijo de Alí Jamenéi para suceder al Líder Supremo deja un vacío considerable en el círculo del poder. En el plano interno, su desaparición priva a la república islámica de uno de sus mayores referentes y gran brazo represivo del Ejecutivo de Teherán, que terminó con centenares de opositores y reprimió con crueldad la última revuelta por los derechos de las mujeres. Pero la muerte de Raisi desborda el ámbito doméstico en un actor clave en los grandes escenarios de guerra del momento, que abastece de drones a Rusia para masacrar a Ucrania. De la orientación de su política puede derivar una mayor extensión del conflicto en Gaza y la amenaza para Israel y los países árabes de la región. Un potencial desestabilizador que no han conseguido doblegar las sanciones occidentales, aunque su efecto sí sea visible en la obsolescencia de la aeronave siniestrada y su caótico rescate.
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