Lo de volverán las oscuras golondrinas a tu balcón los nidos a colgar siempre me ha dado yuyu. Nunca he sido de aves y los ... nidos siempre acarrean consecuencias, pero la frase se me ha metido en la cabeza como esas musiquitas infernales que te ponen en la sala de espera del dentista. La causa está en que mi vacunación ha coincidido con el planazo gubernamental de 2050, una sorpresa anunciada a bombo y platillo, con despliegue de marketing premium, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
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Esta pandemia, que nos ha mantenido como cacatúas adiestradas para recorrer perímetros enmascarados, empieza a retirarse. Como convalecientes y algo sonados emergemos con la esperanza de que el mazazo de la fragilidad que poseemos nos mantenga protegidos, pero todo sigue igual. La página de La Moncloa ha colgado los buenos propósitos diseñados para 2050 por los tropecientos asesores para este país hilvanado. Teniendo en cuenta que llevamos año y medio sin poder planificar si podremos ir a sellar la Primitiva, si en Cuenca la vida es hasta las ocho o en Sevilla se puede ir de tapas, el proyecto de cómo será España en el futuro incierto me sonaba raro. Parecía más para mis amadas adivinas o para Iker Jiménez que para un país con Cataluña erre que erre, problemas diplomáticos de gran calado y un baile de viceministros que no hay quién lleve el ritmo.
Me fui al portal gubernamental para averiguar si el caramelo era de menta o de fresa. «Este diálogo se producirá en las 19 comunidades y ciudades autónomas (…), tendrán un papel fundamental, con reuniones bilaterales y mesas redondas que se articularán a través de un centenar de administraciones públicas, empresas, patronales, sindicatos, universidades, 'think tanks', fundaciones, ONG, asociaciones y partidos políticos, con los que ya está trabajando el Gobierno (...)», «una coyuntura expansionista favorable, cuyo mejor reflejo son los 140.000 millones de euros que va a recibir España a lo largo de los próximos 6 años, de los fondos de recuperación europeos».
El ama de casa que llevo dentro reacciona mal a los dispendios innecesarios, y desgraciadamente cada una de estas representaciones del espectáculo del poder cuesta un dineral, no solo por la puesta en escena, sino por la sucesiva creación de puestos de dudosa eficacia que acaban extinguiéndose sin haber alcanzado un objetivo claro. A mí el año 2050 no me interesa, pero a los que hemos dejado a solas con el botellón, ese 40% de jóvenes sin empleo, tendrán casi la edad de jubilación. Si tenemos las cartas a los Reyes Magos, podrían haberse ahorrado el número de adivinación.
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