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Izaskun Bilbao, durante un mitin de la campaña. EFE

Mujeres

¿Cómo conseguir que la política cambie sus valoresy sus criterios de selección?

Izaskun Bilbao le ha dicho a su partido que sería bueno poner más mujeres al frente de las instituciones. Y la verdad es que, aunque ... el partido no parecer darse cuenta de nada, a los ciudadanos (y especialmente a las ciudadanas) nos resulta raro, raro que para una militante del PNV sea por lo que se ve imposible llegar a lehendakari. También hay algún fenómeno paranormal que no les deja ser alcaldesas de ninguna de las tres grandes capitales vascas. La misma Izaskun Bilbao ha labrado su carrera política en un segundo plano de la primera fila.

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Las mujeres suelen encontrarse relegadas a segundos planos de la primera fila y a segundas filas, y terceras, y así hasta el final de las filas, todas muy adecuadas para ellas salvo la primera. A esto contribuye el que las propias mujeres prefieran a menudo lugares discretos, porque no tienen tanta ambición por figurar como por trabajar o porque eso les permite compaginar mejor sus obligaciones en las llamadas 'esfera pública' y 'esfera privada'. También porque la cultura femenina de cuidado y apoyo ilumina los puestos auxiliares con la luz de su verdadera importancia, que es mucha. Vigilar la retaguardia y ocuparse de la intendencia, de la logística, supervisar y contribuir, todo eso es básico, pero la sociedad exige al hombre, al varón, que se coloque allí donde la importancia es bien evidente y bien reconocida. Sucede así que las mujeres que alcanzan los sitios más prominentes, en política sobre todo, no son a menudo las mejores, pues si llegan ahí es porque dan más importancia a mandar, figurar, aparecer, influir, sobresalir, acumular poder y amasar una fortunita que a otras cosas, como la voluntad de servicio. Vamos, igual que sus compañeros varones que llegan a los mismos y sobresalientes puestos. ¿Cómo conseguir que la política cambie sus valores y sus criterios de selección? Parece imposible, dado que la política está en manos de los políticos.

Y con todo, aún puede estar en peores manos, como sabe Nilofar Bayat, que acaba de llegar a Euskadi desde Afganistán donde en estos momentos toda mujer, por el hecho de serlo, tendría derecho a pedir asilo en la Unión Europea. Afganistán es hoy el país más triste de la Tierra. Hay otros muchos lugares por los que el infierno cruza cada día, pero Afganistán era un país que, a pesar de la corrupción y la inoperancia del Gobierno, tenía esperanza. La población había ganado ciertos derechos civiles y una mitad de la población, las mujeres, habían salido de la más absoluta asfixia. Cuando toda esperanza se pierde, llega la tristeza negra de la depresión (nada que ver con la tristeza azul de los salones modernistas). El ultimátum de los talibanes, inhumano y soberbio como ellos, amenaza con cortar la salida de los colaboradores. Un gesto que deja claro quién manda y para qué.

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