La prisión preventiva de los dirigentes ha puesto peor lo que ya era malo, tirando a pésimo. Cuatro obispos, si se suman, son más de cuatro, porque el carlismo hace sus propias cuentas, aunque sea por nuestro riesgo. No hay asuntos menores si se les deja que crezcan a los más chicos, pero parece que la subida de la tasa de fumadores es el asunto más preocupante mientras los antidisturbios piden explicaciones de lo inexplicable, y España activa el cortafuegos para intentar paliar las futuras crisis, que por cierto ya han llegado, y envía a policías nacionales a Cataluña. ¿A qué le estamos llamando 'estabilidad financiera'? Pedro Sánchez urde ahora con enviar a la Policía si se mantiene la llamada 'situación catalana', que es cada día más incómoda, hayamos nacido donde hayamos nacido.
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Pedro Sánchez no sabe bien lo que se hace, pero lo está haciendo. La violencia de Torra no les afecta a los que la han traído ni a los que no querían que llegara. Enviar la Policía a Cataluña les parece a algunos la peor de las soluciones, pero otros están convencidos de que no hay otras, ni mejores ni peores. No lo sabremos hasta que no haya elecciones generales, que aún no sabemos si eran necesarias o imprescindibles, porque tampoco en eso han llegado a un acuerdo nuestros políticos, que quizá no sean los peores, pero son los que tenemos y los que tienen más miedo al miedo a elegir. Los cuatro obispos no pueden elegir las cuatro esquinas, porque el juego es trágico aunque por ahora no haya sangre. De eso que continuemos entreteniéndonos con amenazar con la amenaza como si fuese cosa de juego.
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