Con unas vistas privilegiadas
La zona más VIP. En la balconada hubo invitados que probaban la experiencia por primera vez y otros que la sentían como nueva
Rebeca Guinea e Iria Pérez jamás se habían asomado a la balconada de San Miguel para seguir desde allí el recorrido de Celedón. « ... Como vitorianas que somos, esto es muy emocionante, increíble», reconocían, apostadas en la barandilla, primera fila, casi hora y media antes de que estallara el Chupinazo. Para ellas, madre e hija, dos de las cien afortunadas en el sorteo de pase VIPs para la Bajada, era la primera vez que se veían en este rincón «privilegiado». Y para la mayoría de quienes andaban por allí no era una experiencia nueva pero... casi. Los nervios por reencontrarse con la fiesta, la sensación de reestreno, se extendía ayer entre las decenas de invitados a este palco después de casi tres años, más de mil días con sus mil noches, desde la última celebración de La Blanca.
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La prueba es que, a pesar del calor sofocante, casi 30 grados antes de que la mecha festiva prendiera a diez manos, la balconada se abarrotó de nuevo. De aplausos, de pañuelos, de vasos de cerveza y copas -de plástico, 'vidrio free'- con cava, de gargantas medio afónicas, de abanicos... e incluso de besos y abrazos entre diferentes partidos a pesar de estar en un Chupinazo preelectoral. Los primeros políticos en llegar, socialistas, fueron la concejala de Cultura, Estíbaliz Canto, que enseguida escudriñó la zona para que nada fallara, el edil de Empleo, Formación y Comercio, Igor Salazar, y el director foral de Fomento del Empleo, Comercio y Turismo, Felipe García. Muy cerca, entre los anónimos, Mari Carmen Montero y su hija, Mari Carmen García de Blas, no perdían tampoco detalle aunque de una forma más relajada. Su misión era disfrutar. «Esto te pasa una sola vez en la vida, te hace mucha ilusión», comentaban.
Y aunque se lleven unas cuantas Bajadas encima, reconocían los habituales de la balconada, la de ayer era especial y muy esperada, esperadísima. «Hay muchas ganas, ¿verdad? Si es que se nota la ilusión, es contagiante», observaba la juntera del PP Ana Morales mientras se «refrigeraba» en la entrada a la parroquia de San Miguel junto a su compañero de filas Aitor Uribesalgo antes de que el muñeco de Celedón asomara, puntual, por la torre. Con ellos llegaron a la balconada otros representantes del PP como Carlos Iturgaiz, presidente del partido en Euskadi, Iñaki Oyarzabal, su homólogo en Álava, que alternaba las gafas de ver y de sol, la parlamentaria Laura Garrido, la procuradora Ana Salazar o los concejales Miguel Garnica y Ainhoa Domaica. Muy cerca disfrutaban asimismo varios integrantes de EH Bildu, entre ellos el parlamentario Mikel Otero, la juntera Eva López de Arroyabe, las concejalas Rocío Vitero e Iratxe López de Aberasturi y el responsable de la coalición en el territorio, Ibon San Saturnino. La parlamentaria Amaia Martínez (Vox) también se pasó por allí.
En azul y amarillo
Sin color político, pero con su bandera azul y amarilla bien izada en la mano, se presentaron en el Chupinazo Tatiana Hladkova e Iryna Branets, ucranianas de nacimiento y vitorianas de adopción desde hace cinco y veinte años, respectivamente. «Alguna vez hemos estado ahí abajo», señalaban estas dos mujeres, miembros de la Asociación Ucrania-Euskadi, con la mirada hacia una atestada plaza de la Virgen Blanca mientras agradecían la invitación del Ayuntamiento de Vitoria para seguir el desembarco de Celedón desde otro punto de vista. La escritora Eva García Sáenz de Urturi ya sabía lo que era estar en ese lugar, e incluso dedicar parte de uno de sus libros sobre la Ciudad Blanca a este acto multitudinario, pero ayer repitió acompañada de su hijo Dani. También el obispo Juan Carlos Elizalde, el filántropo Satur García o los nuevos Celedones de Oro, Jesús María Alegría 'Pinttu' (presidente de la ONG Músicos sin fronteras) y Mariajo Otxoa de Eribe (tercera generación tras la barra del bar La Unión) volvieron a San Miguel tras el parón pandémico.
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Entre los más rezagados aparecieron los jeltzales Gorka Urtaran, alcalde de la ciudad, Pedro Elosegi, presidente de las Juntas Generales, Ramiro González, diputado general de Álava, Itziar Gonzalo, titular foral de Hacienda, o Beatriz Artolazabal, consejera de Políticas Sociales. Casi seguido, y tras una distendida charla con las encargadas de prender el cohete de La Blanca, llegó Maider Etxebarria, teniente de alcalde, y otros socialistas como Cristina González, teniente de diputado general, Borja Rodríguez, edil de Participación Ciudadana, o Gloria Sánchez.
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