'Soperón', el pescador de Santurtzi que era el rey del marmitako
El pescador santurtziarra Antonio Pérez Múgica se convirtió en indiscutido campeón de esta especialidad
Fue arrantzale de bajura, de altura y de lo que hiciera falta. Remero, patrón de trainera y además, excelso cocinero de todo tipo de pescados. ' ... Soperón' tocó todos los palos del mar y en casi todos sobresalió: ganó las regatas del Abra en dos ocasiones y fue ocho veces campeón de marmitako en otros tantos concursos. Su destino marinero se selló en el momento de venir al mundo, ya que lo hizo en el tipiquísimo barrio pescador de Mamariga (Santurtzi) y en una familia que vivía de sacar del agua sardinas y bocartes.
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Antonio Pérez Múgica 'Soperón' (1895-1973) se enroló en la barca de pesca de su padre, la Amparo, con solo siete años. A los ocho iba de txo (grumete) en otra embarcación santurzana, la Virgen del Mar, cuando ésta naufragó y a punto estuvo de ahogarse. A los quince comenzó a bogar en competiciones de remo y a partir de los diecisiete formó parte del equipo de traineras de Santurce, con el que ganó las regatas del Abra en 1917 y 1921. Luego fue patrón y entrenador de remo hasta 1950, labor que compaginó con la pesca de altura capitaneando sus propios barcos (primero la Gaviota y luego el Cid Campeador). Su última costera del bonito fue en 1965, cuando con setenta largos años decidió jubilarse, mirar el mar desde lejos y aprovechar sus frutos de una manera distinta... aunque no menos competitiva.
La palabra «soperón» significaba «sopera o plato sopero de gran tamaño», pero también vividor o tragón. En una entrevista concedida a este periódico en 1971 Antonio Pérez explicó que su mote se debía a una chufla de su juventud, relacionada con su gran afición por la cocina. Por entonces todos los patrones de pesca de Santurtzi y otras localidades costeras eran conocidos por un apodo (ahí estaban 'Galerna', 'Botitos', 'Resaca', 'Peleón', 'Canas', 'el Carlista' o 'el Alemán') y Soperón fue siempre 'Soperón'.
Un desafío
Su mote pasó de los círculos de pesca al mundillo gastronómico gracias a un plato que nuestro protagonista dominaba desde la juventud y que, tal y como hemos visto aquí durante las últimas semanas, vivió un extraordinario auge en los años 60: el marmitako. «Me enseñó mi padre a prepararlo», contaba Soperón. «Cada vez que me salía mal me daba un par de sopapos. ¡Así aprende cualquiera a cocinar! Desde los 14 años años he andado por el mar y yo era el que preparaba siempre el marmitako».
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'Soperón' llevaba décadas cocinando marmita de bonito, tanto en alta mar para su tripulación como en tierra firme para amigos o personalidades que visitaban Santurtzi. Siendo el especialista local, es normal que viviera con expectación la progresiva popularidad que adquirió la receta a partir del I Campeonato Mundial de Marmitako, celebrado en 1961 en Bermeo. La fiebre marmitakera llevó a que el 8 de septiembre de 1965, día de la Virgen del Mar y fiesta grande en Mamariga, el ayuntamiento santurtziarra (junto a la cofradía de pescadores local y el diario La Gaceta del Norte) organizara el primer concurso oficial de marmitako de la villa. El 5 de septiembre de aquel mismo mes, y para darle morbo a a la competición, 'Soperón' lanzaba un arriesgado desafío desde las páginas del citado periódico: «Reto a todos los de Bermeo, Lequeitio, a todos los que quieran venir a Santurce, a ver quién hace mejor que yo el marmitako».
Aunque pescador de oficio, Antonio (como muchos otros de sus paisanos) guisaba lo que los bermeanos llamaban despectivamente «marmitako de hotel», una versión refinada que admitía más ingredientes aparte de los simples bonito, patata y cebolla y que en Bermeo era considerada poco menos que herética. La supuesta pureza marmitakera se veía amenazada por los cocineros de restorán, pero también por aficionados de otros pueblos costeros (con una tradición culinaria distinta a la bermeana) y gourmets amantes de la diversidad.
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El mejor
'Soperón' ganó de calle el concurso de Santurce y lo hizo a base de bonito, patatas, cebolla, tomate, pimiento choricero, pimiento verde picado, un pellizco de pimienta blanca y un elemento secreto que él llamaba «ajilimójili» y que jamás llegó a desvelar. De mientras, los arrantzales bermeanos estaban tan picados que le retaron a un duelo en terreno neutral y con jurados de uno y otro lado. Ni por ésas: el 23 de octubre de 1965, en Sopelana, 'Soperón' (asistido por el mítico José María González Barea 'Currito') quedó por delante de ¡tres! cuadrillas de pescadores bermeotarras.
Los perdedores se lo tomaron tan a mal que, erre que erre con la ortodoxia, tildaron el plato santurzano de «menestra de bonito y nada más». 'Soperón' les ofreció la revancha y volvió a ganar. Se retiró de los concursos en 1970, tras haber triunfado en el campeonato que enfrentó a la margen izquierda con la derecha, en el de Bizkaia y hasta en el interprovincial, donde una vez superados los piques entre sí los vizcaínos arrasaron a los guipuzcoanos.
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