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«Las mujeres no desean menos, están sobrecargadas. Y las madres, aún más»

En 'El sexo de las madres', la sexóloga y escritora Sonia Encinas rompe tabúes sobre deseo, placer y maternidad. Una reflexión sobre la corresponsabilidad, la culpa y cómo reaprender a conectar con el cuerpo tras el parto.

Leire Fernández

Domingo, 14 de septiembre 2025

Aunque muchos de los silencios que durante generaciones han atrapado a la maternidad ya se están desmontando sin duda uno de los más grandes y que aún permanece es el de la sexualidad femenina y en especial de las que tienen hijos. En 'El sexo de las madres', la sexóloga Sonia Encinas desarma mitos en torno al deseo femenino, cuestiona la idea de que las mujeres «quieren menos sexo» y explica por qué el cansancio y la carga mental apagan el deseo, cómo el «guion sexual patriarcal» invisibiliza etapas como el postparto o la menopausia y qué papel juega la corresponsabilidad en el vínculo erótico de la pareja.

-En la contraportada y al principio del libro ya hay una frase demoledora, pero real como la vida misma: 'Las mujeres no es que deseen menos es que están hasta el coño', ¿y las madres aún más?

Claro, es que esta frase viene un poco a desmontar una creencia que es bastante popular, que es naturalizar unos ritmos de deseo en base a si somos hombres o mujeres. Tenemos la creencia de que los hombres siempre tienen ganas, y a la contra, que para las mujeres el sexo es algo secundario o algo para lo que nunca estamos disponibles porque para nosotras no es tan importante. Y en realidad esto no tiene nada que ver con la naturaleza de ser hombre o mujer, tiene más que ver con cómo unas y otros se construyen en este sistema, en el que unas están sobrecargadas de responsabilidades, de tareas, de cuidados, y la otra parte, generalmente los hombres si hablamos de parejas heteros, no cogen todas las responsabilidades que deberían coger, que son suyas, como adultos, y al final eso va a generar sí o sí una sobrecarga en el otro lado. Cuando realmente hay una sobrecarga, cuando hay carga mental, cuando estamos sobrepasadas o estamos tan cansadas, es muy difícil que el deseo aparezca porque el deseo nace de un excedente de energía, y las mujeres en este sistema vivimos en déficit.

-¿Para una madre no hay nada más erótico que una pareja corresponsable?

Cuando hice encuestas para escribir el libro, una de las preguntas era '¿qué es lo que te resulta más erótico de tu pareja?'. La mayoría lo hacían en tono de humor, pero era una aplastante mayoría la que hacía alusión a que 'friega el baño', a que 'cuando llegue a casa los niños hayan cenado y estén dormidos', a que realmente hablaba de que las mujeres necesitan ver en sus parejas los adultos funcionales que deberían ser. Eso es lo que permite que el vínculo se construya en horizontal, que construyamos equipo y de esa manera yo te pueda ver como un igual y a un igual le puedo desear. Pero si yo termino viéndote como una tarea más que tengo que cumplir, porque al final me das más trabajo, pues no puedo desearte. Necesitamos un vínculo horizontal en el que nos podamos relajar, saber que hay alguien más sosteniendo la vida.

-Luego dices que llevamos generaciones que para sobrevivir al sistema desconectamos del cuerpo porque lo que nos tiene que decir es incómodo de escuchar. ¿En qué sentido?

Una de las preguntas que se me hacen de forma habitual en mi trabajo como sexóloga es '¿qué hacemos para conectar con el cuerpo?'. Porque creo que vivimos en un momento como generación en el que ya sí somos conscientes de que hay una cierta desconexión del cuerpo, le prestamos muy poca atención. Cuando me preguntan esto, yo intuyo que esperamos como una solución mágica, como si realmente pudiésemos hacer algo instantáneo para que esta conexión se dé. Pero que nos hayamos desconectado tiene que ver con que lo necesitamos para poder sobrevivir a un sistema que es hostil porque al final el placer o el ocio no están en el centro, está lo productivo, ganar dinero para nuestro sustento.

Ahora estamos empezando a desmontar esto, pero venimos de dos generaciones absolutamente extenuadas que han tenido que sobrevivir a ese sistema sin escuchar las voces del cuerpo y que ahora volver a conectar con el cuerpo es primero escuchar lo que nos tiene que decir que es incómodo, porque vivir tan rápido, vivir con tan poco espacio para el disfrute es incómodo. Antes de que pensemos en conectar con el placer, tenemos que pensar en cómo hacernos la vida un poco más ligera y amable. Y esto a veces es posible y otras veces, por desgracia, para muchas mujeres no.

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-Y, ¿cómo aprender a disfrutar del sexo cuando nos han educado precisamente para lo contrario?

Esto tiene que ver un poco con lo que decía antes. Primero, yo digo muchas veces que si algo aprendí en mi profesión es que las personas que disfrutan del sexo son personas disfrutonas en general. Al final, hay una parte que tiene que ver con que cuanto tú más conectas con el placer, más espacio disponible habrá para lo sexual. ¿Cómo hacemos para disfrutar del sexo? Primero, siendo conscientes de cuánto espacio tengo para la vida, para vivir y no para lo productivo. Si no lo tengo, es muy difícil que aparezca la intención de disfrutar del sexo, si es que no tengo espacio para el disfrute en general.

Pero cuando sí que lo tengo o cuando ya puedo conquistarlo y le doy una prioridad, entonces ahí necesitamos conectar con el disfrute del cuerpo. Conectar con el cuerpo y hacer esa transformación de ver lo que me tiene que decir y empezar a sentirlo y a cuidarlo de una manera más amable. Y ya en el último caso, nos tenemos que preguntar cuáles han sido nuestras experiencias sexuales a lo largo de la vida. Si yo he aprendido que el sexo es un lugar de exigencias porque a lo largo de mi vida mis experiencias no han sido satisfactorias, es normal que aunque tenga espacio para el disfrute yo no piense en lo sexual. Entonces ahí tenemos que hacer un trabajo de reconectar con la sexualidad propia. ¿Qué estímulos me gustan a mí? ¿Qué fantasías me potencian? ¿Qué es lo que despierta mi cuerpo? ¿Cuál es mi propia erótica? Y luego ya aprendemos si queremos a compartirlas.

Sexualidad y postparto, tema tabú

-Del postparto tradicionalmente se ha hablado poco, ahora se habla más, pero el sexo en el postparto aún es un tema un poco tabú, ¿por qué?

Esto para mí habla de lo que llamo en el libro el 'guion sexual'. Al final es un guion sexual patriarcal que viene a decir que la construcción de lo que la sexualidad es en nuestra sociedad es un relato construido por y para lo masculino. Tiene en el centro a lo masculino por lo que se invisibiliza todo lo que tiene que ver con las experiencias sexuales de las mujeres. Que algunas de ellas son esto, por ejemplo, un embarazo, un parto, un postparto, pero por ejemplo también es la menopausia que pasa exactamente lo mismo. Que como se sale de ese guion sexual patriarcal directamente es invisible y muchas veces denostado.

Entonces, aparte de que sea un tabú hablar del sexo en general en cualquier etapa de la vida, lo que pasa con el postparto es que es una etapa que toca directamente con el guion sexual. ¿Por qué? Porque lo que se está dando en esta etapa no satisface a la masculinidad normativa.

Al final, ¿qué pasa? Que en el postparto nuestro foco de atención está puesto en el bebé, nuestro cuerpo responde al vínculo con ese cachorro. Toda nuestra sexualidad, todas nuestras hormonas, nuestro cuerpo responde a ese nuevo vínculo para que sobreviva, la naturaleza lo pone así. Todo esto realmente, además de que sea un tabú, es que es invisible. Nosotros no somos conscientes de que estamos viviendo una sexualidad en esta etapa y que precisamente nuestra respuesta sexual, todas nuestras hormonas, toda nuestra fisiología está respondiendo a ese vínculo y hay placer en ese vínculo.

Pero como nos han contado en el guion sexual patriarcal que sexualidad es sinónimo de coito, y esto es un error terrible porque además estrecha la noción de sexualidad muchísimo, pues al final, como lo que ocurre no tiene nada que ver con el coito, entendemos que no es sexual. Y la sexualidad es mucho más. El círculo menstrual forma parte de nuestra sexualidad, todos los cambios que se dan en un climaterio, la menopausia, la madurez sexual... Necesitamos recuperar ese relato que habla de nosotras y de nuestras experiencias y que entiende la sexualidad como una experiencia que es dinámica y que tiene que ver directamente con nuestra salud y con nuestro bienestar.

-¿A quién le preocupa más que su sexualidad cambie tras el parto, a las madres o a sus parejas?

Como respuesta primera nos preocupa por igual. Pero luego lo empezamos a desmontar. ¿Cómo lo desmonto? Primero, ¿por qué tu preocupación? Cuando responden al por qué las mujeres responden «porque mi pareja está frustrada», «porque se enfada», «porque pienso que mi relación no va a funcionar», «porque me da miedo que se vaya con otra persona o que se canse». Y en el caso de ellos, muchas veces tiene que ver con «porque no me siento visto», «porque siento que ella no me quiere», «porque solamente hace caso al bebé»...

Y eso tiene que ver con otra construcción de masculinidad, que es esta parte de «yo soy válido si soy deseable como hombre». Entonces, ésta es la primera que desmontamos. Pero después del por qué está el para qué. ¿Para qué tú quieres recuperar tu sexualidad? Y entonces ahí, en esa reflexión que genera esta pregunta, es aplastante, porque al final la mayoría de las mujeres se dan cuenta de que el para qué es para que ellos se queden, para que ellos no se cansen, para que ellos no se enfaden o para que ellos estén bien, como para poder aliviar su malestar. Y el para qué de ellos tiene que ver también con eso mismo. Aunque sea a nivel inconsciente, al final es para sentirme visto y para sentirme valioso en todo esto.

La culpa y la maternidad

-Una emoción que caracteriza a la maternidad es la culpa, incluso en la falta de deseo también hay cierta culpabilidad, ¿cómo podemos gestionarlo?

A mí me gusta decir que la culpa es una emoción que nos da información que merecemos escuchar y que, aunque nos parezca incoherente, viene a protegernos. Porque al final nos sentimos culpables cuando estamos haciendo algo que se sale del guion de lo que nos dijeron que teníamos que hacer como madres. Para mí ya es una buena noticia. Si me estoy sintiendo culpable es porque estoy rompiendo algo del guion. Vamos a escuchar qué es lo que estoy rompiendo, contra qué mandato estoy confrontando, y entonces ahí puedo empezar a gestionarlo.

La culpa no va a desaparecer, porque el mandato de lo que es ser madre es muy claro, y ya hablamos de que ahora somos la primera generación que está pudiendo desmontar todo esto, pero al final, ¿de qué relato de la maternidad venimos? De un relato patriarcal, que es esa maternidad abnegada. Venimos un poco a confrontar la idea de que las mujeres hemos venido a ser madres, y que hemos nacido para esto, y que tener hijos es lo mejor que nos puede pasar.

Esa maternidad abnegada, esta generación la está intentando desmontar. No podemos, porque vemos lo mismo año tras año, las estadísticas de la cantidad de horas que una mujer tiene de cuidados versus los hombres son un montón más, pero ya empezamos a hablar de ello, como que nos damos cuenta de que tenemos una doble o una triple jornada y nos revelamos porque no es lo que queremos.

Entonces, al final, la culpa aparece por esto. Gestionarla para mí habla de escuchar la información que nos tiene que dar, entendiendo que cuando nos sentimos culpables es porque estamos rompiendo con las expectativas que se tienen de nosotras, y después no sentirla como una enemiga, sentir que nos da información y que desde la conciencia de la información que nos da podemos decidir racionalmente dónde colocarnos, aunque eso tenga un impacto emocional de malestar, evidentemente

Pero la culpa y las mujeres en esta sociedad van a una, porque al final la culpa es esto, la culpa es el mecanismo perfecto para conectarnos con el guion patriarcal de lo que tenemos que hacer como mujeres en esta sociedad.

-¿El colecho es realmente enemigo de una vida sexual satisfactoria?

No, no lo es. Esta creencia es muy popular, de hecho es una cosa súper frecuente, que cuando tú dices que haces colecto, de primeras se genera como una pregunta silenciosa en cuanto al entorno de esa pareja, y se da por hecho que no tiene sexo, o peor, como si fuese un problema para la vida sexual, ¿cómo lo harán? Bueno, lo primero que tenemos que recordar es, por una parte, si nos colocamos en el contexto del postparto, según las entrevista que hice para el libro, la mayoría de las mujeres recuperan su deseo sexual a partir de los 7, 8 meses, un año después del nacimiento de la criatura. Lo que estamos viendo también en esas encuestas es que muchas mujeres tienen prácticas sexuales antes, y esto también nos tiene que llevar a hacernos preguntas.

Después, si estamos en esa etapa en la que una vez que el bebé se duerme no nos podemos despegar para que no se despierte, pues ya está, no pasa nada, ¿qué es un postparto? Dos años de tu vida, no pasa nada, ya te podrás despegar. Con cuatro, cinco años, da igual, porque al final tú podrás despegarte, tu hijo se dormirá y podrás irte a otra parte de la casa, si es lo que deseas. Lo que pasa es que siento también que pasa un poco como con el concepto de la cuarentena. Que como para muchas mujeres no existe la posibilidad de decir que no, porque hemos interiorizado que el sexo es un derecho que tiene la pareja, sobre todo cuando es una pareja heterosexual, necesitamos como algo que nos proteja. Y para ello se usa la cuarentena y luego aparece la culpa enorme muchísimas veces.

Con el colecho pasa parecido. En muchas ocasiones es una manera de protegernos de algo que no queremos hacer cuando pensábamos que era nuestra obligación hacerlo. Pero en realidad no es el colecho el problema, porque cuando tú tienes ganas, te buscas la manera. Y por otro lado también hay que decir que puede ser una forma de garantizar el descanso familiar. Si tenemos en cuenta que uno de los mayores inhibidores de la libido es el cansancio, pues mira, precisamente es una manera también de cuidarte, de cuidar tu libido y cuidar tu descanso, priorizarlo. Al final esto puede ser incluso un plus a nuestro favor.

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