Familias en tiempos de crisis: cómo la economía afecta a la convivencia
Un 28,7% de las familias vascas tienen la sensación de que llegan a fin de mes con dificultad, algo que puede acabar afectando a las relaciones en casa
Leire Fernández
Domingo, 5 de octubre 2025, 21:57
La Declaración Universal de los Derechos Humanos en el artículo 25 declara que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. La realidad es que son muchas las familias que no llegan a fin de mes. En Euskadi el 41,2% de las familias tiene percepción de que su situación económica ha empeorado en los últimos tres años, cifra que representa un aumento de 11,9 puntos porcentuales respecto a la edición anterior (2019), según los últimos datos del Eustat, de 2024. Un 28,7% de las familias vascas tienen la sensación de que llegan a fin de mes con dificultad y si se tiene en cuenta la situación económica subjetiva, un 26,6% se encuentra en una situación definida como mala.
Para valorar cómo afecta la situación económica a las familias en su salud mental y sus relaciones diarias, hablamos con Josu Arrospide, psicólogo con habilitación sanitaria, y terapeuta de familia y pareja.
¿Afectan los problemas económicos al ambiente familiar en casa? ¿De qué manera?
Sí, las familias que sufren problemas económicos se ven afectadas o condicionadas en su dinámica familiar. La economía familiar influye en la percepción de la seguridad y confianza en el futuro, en la posibilidad de más o menos tiempo libre, alternativas de disfrute, de formación, de relaciones sociales, incluso en los valores y creencias. Una mala situación económica, sobre todo si es prolongada, puede aumentar los niveles de ansiedad a cotas perjudiciales tanto para la salud física, mental como para la convivencia familiar. No disponer de medios económicos suficientes para las necesidades más básicas o para sentirse integrados en entorno social puede generar exclusión social, aislamiento, ansiedad, depresiones, maltratos, delincuencia.
Aunque esta afectación también depende de varios factores, como el tipo de afrontamiento, los valores y creencias, la red social de la que se disponga. No todas las familias reaccionan igual. En algunas familias y según las circunstancias, las estrecheces económicas les pueden ayudar a reforzar la solidaridad familiar y la cultura del esfuerzo por las que todos intentan contribuir a la economía familiar, a las tareas domésticas, a ser más austeros y no consumir innecesariamente, a formarse con más ímpetu y conciencia, a disfrutar de maneras diferentes al consumismo, a ayudarse unos a otros. Todo ello genera valores y experiencias muy positivas en el desarrollo de las y los menores.
¿Cómo podemos evitar que las tensiones económicas se traduzcan en discusiones habituales dentro del hogar?
Cuando la economía familiar es precaria, es necesario que los adultos sean conscientes y se sientan corresponsables de la situación, buscando alternativas realistas a los ingresos y gastos, planificando desde el diálogo y apoyándose mutuamente. No se trata de buscar culpables sino de aprender de los posibles errores que se hayan cometido, corregirlos, y reconocer el esfuerzo y lo que se hace bien. A las y los menores se les tiene que transmitir aquellos acuerdos que los adultos han adoptado en cuestión de gastos, qué se puede comprar y cuándo, de cuánto dinero van a poder disponer como paga. La mejor forma de educar siempre será desde el ejemplo.
¿Existen diferencias en cómo perciben esa incertidumbre económica los niños, los adolescentes y los adultos dentro de una misma familia?
La incertidumbre económica la vivirán, sobre todo las y los niños, en función de cómo vean que afecta a los adultos. Su forma de interpretar lo que pasa en la familia (y en el mundo) se ve muy influida por la actitud que adopten los adultos, su calma o desesperación, sus buenas maneras o su agresividad, su cariño o su distanciamiento. Para las y los peques, sus progenitores son la mayor referencia, son quienes les protegen y les enseñan a autorregular sus emociones, por ejemplo a través de explicaciones adecuadas a su edad sobre lo que pasa.
Las personas adolescentes tienen mayor capacidad de abstracción y análisis, toman ya también como referencia su entorno, principalmente las amistades y sus familias, por lo que pueden mostrarse críticos o exigentes con sus progenitores por la situación económica, o al contrario, se pueden volver muy responsables.
Los adultos son los que más recursos tienen para analizar y afrontar la situación, pero a veces las desavenencias en cómo hacerlo o las descalificaciones generan tensión añadida en la familia.
¿Cómo podemos hablar con los hijos de los problemas económicos sin cargarlos con una responsabilidad excesiva?
Hay que dar las explicaciones de por qué no se tienen más ingresos o por qué hay que controlar los gastos de maneras adaptadas a la edad. Los más pequeños no tienen capacidad de abstracción, por lo que se puede hacer mediante cuentos en los que se transmitan valores como el esfuerzo, la austeridad, la generosidad, el apoyo mutuo y que siempre haya una sensación de esperanza y cariño. Hay que hacerles sentir que también pueden contribuir y ser protagonistas, y reconocer sus pequeños esfuerzos. No hay que gritarles ni descalificarles porque hayan roto algo en casa, que hay que reponer, o hacerles sentir culpables porque deseen lo que otros niños o niñas tienen. Es normal que las cosas se rompan por el uso, o que se desee lo que no se tiene. A las y los adolescentes se les puede transmitir que su mejor forma de contribuir a la economía familiar es estudiando, colaborando en las tareas domésticas o cuidando de las y los hermanos menores en ciertos momentos, pero reconociendo que también tienen la necesidad y el derecho de tener su tiempo libre y disfrutar con sus amistades.
«Hay que dar las explicaciones de por qué no se tienen más ingresos o por qué hay que controlar los gastos de maneras adaptadas a la edad»
Josu Arrospide
¿Qué podemos hacer en casa para evitar que estas dificultades condicionen la convivencia?
La mayor dificultad suelen ser las desavenencias conyugales, cuando los progenitores no coinciden en cómo afrontar la situación, no colaboran entre ellos sino que se culpabilizan, incurren en gastos peligrosos como las adicciones (juego, drogas, alcohol, consumismo). Además del diálogo, la no culpabilización y la planificación económica, se puede acudir a la red social, al entorno (familiares, amistades, servicios sociales) y si aun así la convivencia es muy conflictiva y afecta seriamente a la familia, solicitar ayuda profesional (terapia individual, de pareja, de familia).
¿Qué señales deben alertar a los padres de que la incertidumbre económica está impactando emocionalmente a sus hijos?
Los síntomas suelen estar relacionados con la ansiedad, que sobre todo por la percepción de vulnerabilidad o por la conflictividad familiar, pueden derivar en sintomatología depresiva como tristeza persistente, aislamiento, rabia descontrolada, miedos y rechazos injustificados. También se puede manifestar a través de adicciones (videojuegos, móviles, drogas, juegos de azar), conflictividad escolar, malas compañías y delincuencia juvenil.
¿Pueden llegar a afectar los problemas económicos a la autoestima y rendimiento escolar de los hijos?
Sí, aunque no siempre para mal. La autoestima puede verse afectada negativamente sobre todo si es objeto de burla por parte de sus compañeros/as o por sentirse excluido de ciertas actividades por falta de dinero. Para un o una adolescente su grupo de amistades es muy importante, y sentir rechazo o marginación es muy doloroso. A su vez, su rendimiento escolar puede resentirse por este sufrimiento. El diálogo en la familia, permitiendo que expresen cómo se sienten, y las explicaciones realistas y adaptadas a su edad les ayudarán a afrontarlo.
Aunque por otro lado, debido a que en general son conscientes de la importancia de la formación para conseguir un buen trabajo ya que ven las consecuencias en su casa, ciertos adolescentes se toman los estudios con mayor responsabilidad, y pueden tener incluso gran éxito escolar. En estos casos hay que tener cuidado con la hiperresponsabilidad que les puede privar de dedicar tiempo libre para actividades de disfrute y socialización. La autoestima también puede verse reforzada por el éxito académico o porque en su familia se valora su compromiso y esfuerzo para contribuir en la organización familiar como las tareas domésticas, realizar compras, cuidados, ser responsable y organizado con sus cosas.
¿Cómo se organizan las familias?
Según los datos del Eustat de 2024, el 29,5 % de las familias vascas se ha visto afectado por restricciones económicas de algún tipo. Entre las diferentes restricciones económicas adoptadas, en su mayoría se han centrado en limitaciones en torno al ocio (para el 77,7%), seguidas de las restricciones en vestido y calzado (56,4%) y en equipamiento del hogar y en la alimentación (ambas con el 42%). Por último, las restricciones en cuidados médicos son las menos comunes (16,2% de familias afectadas).