Borrar
Adobestock

Detrás de un adolescente difícil, suele haber un adulto maravilloso en construcción

«La adolescencia es una etapa desafiante, sin duda, pero también una de las más fértiles si nos implicamos emocionalmente y dejamos de verlos como un problema», sostiene Úrsula Perona, psicóloga clínica

Leire Larrazabal

Jueves, 11 de septiembre 2025, 20:07

La adolescencia puede ser un torbellino, no hay duda, pero la cosa se puede enredar más si cabe si tu hijo es de alta demanda, ya que es probable que lo vivas como una auténtica montaña rusa. Úrsula Perona, psicóloga clínica especializada en infancia y adolescencia, escritora, conferenciante y madre de tres hijos, nos presenta 'Guía para una adolescencia extraordinaria. Acompaña a tu hijo de alta demanda desde una crianza respetuosa'. La autora nos invita a vivir la adolescencia de nuestros hijos, no como un problema, sino como una oportunidad única para fortalecer el vínculo, crecer junto a ellos y construir recuerdos imborrables.

- ¿Cómo son los adolescentes de alta demanda? ¿Qué características tienen?

Son adolescentes intensos, emocionales y complejos. No estamos hablando de chicos problemáticos ni caprichosos, sino de jóvenes con un temperamento particular que les lleva a vivirlo todo —y cuando digo todo, me refiero a todo— con una intensidad superior a la media. Son muy sensibles, reactivos, con una necesidad afectiva importante, perfeccionistas, autoexigentes, y a menudo, muy inteligentes o creativos. Pero eso que los hace tan únicos también puede hacer que su adolescencia (y la nuestra, como padres) se convierta en un verdadero reto. Es cierto que esta etapa es por lo general convulsa, pero en el caso del temperamento de alta demanda, aún se amplifica más.

- ¿Con sus pros y sus contras? Como todo en la vida.

Exactamente. Criar a un adolescente de alta demanda es como vivir en una montaña rusa emocional: agotador a veces, pero profundamente enriquecedor también. Por un lado, son adolescentes apasionados, empáticos, con un mundo interior riquísimo, que se cuestionan todo y buscan su propósito con determinación. Por otro lado, su intensidad puede desbordarlos (y desbordarnos): son más susceptibles a la frustración, más vulnerables al estrés o la presión del grupo, y tienen dificultades para autorregularse. Suelen ser muy sociables, pero como tienen ese temperamento tan fuerte, a menudo sus relaciones sociales son convulsas. En cuanto a los primeros amores y relaciones, pasa lo mismo, pueden mostrar una fuerte dependencia debido a su elevada necesidad de afecto, y también estar salpicadas de drama y conflicto.

A pesar de todos estos retos, si logramos conectar con ellos y comprenderlos, el vínculo que se crea es de una profundidad y belleza extraordinarias.

La autora del libro, Úrsula Perona.
Imagen - La autora del libro, Úrsula Perona.

- ¿Y esa alta demanda surge en la adolescencia o ya la acarrean desde niños?

En la mayoría de los casos, ya se manifiesta desde la infancia. Son esos niños que no se conformaban con poco: que dormían poco, lloraban mucho, tenían opiniones firmes desde los tres años y no aceptaban fácilmente el 'no'. Pero también hay adolescentes que no fueron especialmente intensos de niños y que, al llegar esta etapa vital tan convulsa, revelan un temperamento que hasta entonces no había aflorado del todo. La adolescencia puede actuar como un amplificador de la personalidad.

- ¿Cómo son esos adolescentes en casa, en el entorno familiar?

Demandantes. Agotadores, a veces. Pero también increíblemente afectivos. Suelen buscar la confrontación, saltarse los límites, desafiarnos hasta la extenuación....pero en el fondo anhelan sentirse comprendidos y aceptados. En casa pueden pasar del amor al enfado en cuestión de minutos, tener explosiones emocionales y necesitar mucha atención… aunque no siempre sepan pedirla. Muchas veces parecen distantes o huraños, pero lo que hay detrás es una enorme necesidad de conexión emocional. Nos ponen a prueba como padres. Pero también nos enseñan a ser mejores.

- ¿Y en la escuela?

Pueden destacar académicamente, sobre todo si están motivados y se sienten valorados. Pero también pueden sufrir mucho por su perfeccionismo, por la presión o por el entorno social. A veces desconectan completamente de los estudios porque no le encuentran sentido a lo que aprenden. En otros casos, su sensibilidad les hace hiperresponsables y se exigen muchísimo, apareciendo ansiedad y angustia en lo relacionado con los estudios.

«Muy leales en la amistad»

- ¿Y con sus amigos?

Las relaciones sociales pueden ser un gran desafío. Por un lado, tienen un deseo profundo de conexión, pero también pueden sentirse fácilmente rechazados o excluidos. Viven el drama adolescente con intensidad: cambios de grupo, peleas, reconciliaciones y muchas emociones en juego. También suelen ser muy leales en la amistad, pero cuando se sienten heridos, pueden cerrarse en banda. Como todo en ellos, en la amistad también suelen ser intensos y extremos. Necesitan tiempo y herramientas para aprender a relacionarse de forma sana, y los adultos podemos acompañarles en eso.

- ¿En el plano familiar cómo les podemos ayudar?

Lo más importante es no tomarse nada como algo personal. Necesitan que seamos su refugio, incluso cuando parecen rechazarlo. Crear un vínculo fuerte, basado en la confianza, la validación emocional y la firmeza afectuosa es clave. Cuidar el vínculo de apego en esta etapa es fundamental. Le damos mucha importancia en los primeros años, pero parecemos olvidarnos con el tiempo. Y el vínculo de apego ha de cuidarse toda la vida. En esta etapa tendremos que reinventar la forma de vincularnos con ellos, lo cual no resulta fácil, expuestos como estamos a su silencio, su distancia y su trato hacia nosotros. Entender que esta distancia es necesaria para que cumplan los objetivos de esta etapa (consolidar su personalidad, conformar su identidad, probar sus límites...) nos ayudará a verla como algo transitorio y necesario, y no como una afrenta personal. Para cuidar el vínculo: cada mañana borrón y cuenta nueva, no arrastres los enfados. Respeta su intimidad y sus espacios, pero estando ahí. Comparte alguna afición con ellos. Y recuerda tu propia adolescencia. Eso te ayudará a empatizar con ellos.

- ¿Qué futuro les depara?

Un futuro brillante, si les acompañamos bien. Estos adolescentes tienen un potencial inmenso: son sensibles, críticos, empáticos, creativos… Cuando logran canalizar su intensidad y transformar sus inseguridades en fortalezas, se convierten en adultos profundamente comprometidos, capaces de aportar mucho al mundo. Pero necesitan que les ayudemos a conocerse, a aceptarse y a encontrar un propósito que les dé sentido. Como siempre digo: detrás de un adolescente difícil, suele haber un adulto maravilloso en construcción.

- Una última reflexión que usted hace y que me parece extraordinaria. Usted sostiene que hay que vivir la adolescencia no como un problema, sino como una oportunidad.

Sí, lo creo profundamente. Vivimos la adolescencia de nuestros hijos con miedo, como si fuera una etapa que hay que 'sobrevivir'. Pero es una oportunidad maravillosa para crecer juntos, para reforzar la relación con ellos, para aprender de su mirada crítica, de su búsqueda de autenticidad. Es una etapa desafiante, sin duda, pero también una de las más fértiles si nos implicamos emocionalmente y dejamos de verlos como un problema. La adolescencia, bien vivida, puede ser de verdad uno de los mejores momentos de la crianza. Son unos años increíbles, y puedes aprender a disfrutarlos.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Detrás de un adolescente difícil, suele haber un adulto maravilloso en construcción

Detrás de un adolescente difícil, suele haber un adulto maravilloso en construcción