«El ciberacoso no se va de vacaciones»
«Los roles de cibervíctima, ciberagresor y ciberobservador son estables y se cronifican en el tiempo», denuncian
Leire Larrazabal
Miércoles, 13 de agosto 2025, 19:19
El ciberacoso no da tregua en verano, no descansa. Los chavales que sufren ciberbullying pueden pensar que el acoso termina cuando acaba el curso, pero nada más lejos. Un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) concluye que el acoso a través de los dispositivos no da un respiro en el periodo estival a los adolescentes que lo padecen en primera persona. Joaquín González-Cabrera, investigador del Instituto de Transferencia e Investigación y director del Grupo Ciberpsicología de la UNIR, arroja luz sobre el tema. Además, un aspecto a tener en cuenta es que en el ciberacoso 'actúan' tres protagonistas: el ciberagresor, la cibervíctima y el ciberobservador.
- El curso tocó a su fin, pero el ciberacoso no termina, ¿verdad?
- Efectivamente, el ciberacoso no se va de vacaciones. Nuestro estudio muestra que los roles de cibervíctima, ciberagresor y ciberobservador son estables y se cronifican en el tiempo. A diferencia del acoso tradicional, que podía tener una tregua fuera del colegio, ya que este se limita a las fronteras temporales y geográficas del mismo, el ciberacoso ocurre a través de la tecnología, por lo que puede suceder en cualquier momento y lugar (24 horas al día/ 7 días de la semana, como dicen los ingleses… 24/7). De hecho, nuestra investigación siguió a los participantes durante 18 meses, abarcando diferentes momentos del calendario escolar e incluso el paso al siguiente curso, y comprobó que estas dinámicas de violencia persisten.
- ¿Y cree que el ciberacoso aumenta en período estival?
- El estudio no medía específicamente si hay un aumento en verano, ya que nuestro objetivo era analizar cómo los roles se predicen entre sí a lo largo del tiempo. Sin embargo, la investigación sí identifica factores de riesgo que nos pueden dar pistas. Sabemos que el uso frecuente de internet es un predictor significativo del ciberacoso. Por tanto, es lógico pensar que un mayor tiempo de conexión durante las vacaciones, a menudo con menos restricción y supervisión parental, puede aumentar la exposición a estas dinámicas. Dado que los roles son muy estables, una mayor exposición podría mantener o intensificar el problema, en lugar de reducirlo. No podríamos asegurar que en el verano aumente, pero lo que sí podemos decir que las conductas se mantienen en parte entre el tiempo 2 (finales del curso) y el tiempo 3 (principios del curso siguiente).
- Eso es, en verano los chavales están más conectados si cabe y el problema en vez de ir en descenso va en aumento.
- Aunque el estudio no se centra en la estacionalidad, sí revela que ciertas conductas de riesgo online, como compartir contraseñas o información personal, fomentan la persistencia del rol de víctima. Es un ciclo que no se detiene porque acaben las clases, como a veces sí ocurre con el acoso escolar. De hecho, las malas experiencias de ciberacoso pueden dificultar que los adolescentes desarrollen habilidades sociales adecuadas, lo que a su vez aumenta la probabilidad de que se vean envueltos en futuros incidentes. Si en verano los jóvenes pasan más tiempo en redes sin un acompañamiento (mediación parental de las familias) esto puede ser un caldo de cultivo perfecto para que estas dinámicas se vayan cronificando. Por eso la alfabetización digital es una labor continua, que empieza con la familia, continúa con los docentes y llega finalmente a alumnado/hijos.
- ¿El anonimato es una gran baza para los ciberacosadores?
- Sin duda. El anonimato es uno de los factores que más empodera al ciberagresor. A nivel teórico-conceptual, sabemos que la sensación de invisibilidad/anonimato, junto a la accesibilidad permanente de los ataques, hace que el agresor se sienta poderoso. Además, el apoyo público que pueda recibir, o incluso la simple falta de desaprobación por parte de los observadores, puede reforzar estas conductas y animarle a continuar; es por esto tan importante no reforzar la conducta de los agresores nunca. El entorno digital le ofrece al ciberagresor una plataforma para buscar visibilidad o estatus intimidando a otros, y el anonimato le da una falsa sensación de impunidad.
- Y el silencio del que sufre la amenaza. ¿Cree que se denuncia poco? Ya sea por represalias, miedo, vergüenza...
Sí, se denuncia muy poco, y el silencio es un elemento clave en este fenómeno, también las dinámicas de silencio-sumisión de los grupos como las clases cuando no denuncian. Nuestro estudio destaca que muchos ciberobservadores no intervienen por un miedo real a convertirse en la próxima víctima. Este temor a las represalias, por supuesto, también lo siente quien sufre el acoso directamente. Además, una de nuestras conclusiones más importantes es que sufrir ciberacoso puede llevar a la víctima a convertirse en agresor o en observador pasivo en el futuro. Esta compleja dinámica, donde los roles pueden intercambiarse, puede generar aún más confusión y vergüenza, dificultando que se pida ayuda. A esto se suma que para los adultos es muy difícil detectar estas situaciones, lo que deja a los menores en una situación de gran desprotección.
- Las redes, con sus pros y sus contras. ¿Más contras que pros?
- Nuestro estudio se centra en uno de los contras más graves: el ciberacoso como una forma de violencia estable, dolosa y dañina. Sin embargo, las tecnologías en sí son una herramienta para la relación, la comunicación y la información. En principio, el problema no es la red social, sino su mal uso. Por eso, más que demonizar la tecnología, nuestras conclusiones apuntan a la necesidad urgente de educar. Proponemos implantar programas de alfabetización digital y de prevención de riesgos de internet desde edades tempranas para prevenir primaria y secundariamente. Es fundamental reducir la cibervictimización, pues es el rol que mejor predice los demás, y a la vez empoderar a los observadores para que intervengan, defiendan a la víctima y ayuden a crear un entorno digital más seguro y respetuoso para todos. Otro debate es si las redes sociales en sí son buenas o malas, sin ser un medio para el ciberacoso particularmente. Ello requiere de un análisis más detallado, pero como poco pediría cautela en su uso, ya que inocuas no son.