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Abuelos y nietos: una escuela de vida compartida

El vínculo entre abuelos y nietos es un tesoro que enriquece a toda la familia. En Bizkaia, tenemos la suerte de vivir en un entorno que nos facilita el poder cuidarlo y disfrutarlo

Domingo, 12 de octubre 2025, 21:28

Pocas cosas hay tan especiales como la relación que se teje entre abuelos y nietos. Es un vínculo único, una conexión intergeneracional que nos enriquece a todos y que deja una huella imborrable en el corazón de nuestros txikis. Los abuelos y las abuelas son los guardianes de nuestra historia familiar, los transmisores de tradiciones y los cómplices de juegos y secretos. Son, en definitiva, una escuela de vida.

En el ritmo frenético de nuestro día a día, a menudo son los abuelos quienes nos ofrecen ese apoyo impagable, ese espacio de calma y de amor incondicional donde nuestros hijos e hijas se sienten seguros y queridos. Pero su papel va mucho más allá de la ayuda en la conciliación. La relación con los nietos es una fuente de vitalidad, aprendizaje y afecto que también los enriquece a ellos enormemente.

Un puente entre generaciones que nos une

La relación entre abuelos y nietos es un auténtico puente entre el pasado y el futuro. A través de sus historias, nuestros hijos e hijas descubren de dónde vienen, conocen las anécdotas de la familia y aprenden sobre cómo era la vida en Bizkaia hace unas décadas. Escuchar al aitite contar cómo jugaba en las campas de Artxanda o a la amama relatar cómo era la vida en los caseríos de antes es una lección de historia viva que ningún libro puede igualar.

Para los abuelos, la relación con sus nietos es una ventana a la frescura, a la energía y a las nuevas formas de ver el mundo. Los txikis los mantienen activos, les enseñan a usar la tablet para ver sus dibujos preferidos y les llenan la casa de risas y de vida. Se ha demostrado que este vínculo reduce los síntomas de depresión y soledad en las personas mayores, aportándoles un propósito y una alegría inmensa.

Ideas para cultivar el vínculo en nuestro entorno: planes en Bizkaia

Bizkaia es un escenario maravilloso para que abuelos y nietos compartan tiempo de calidad. No necesitamos grandes planes para crear recuerdos imborrables; a menudo, las experiencias más sencillas son las que más nos unen.

Exploradores de la naturaleza:

  • Tenemos la suerte de contar con un entorno natural privilegiado. Un paseo tranquilo por el Bosque Pintado de Oma, buscando las figuras entre los árboles, puede ser una aventura mágica. También podemos convertirnos en buscadores de tesoros en las playas de Plentzia o Laga, recogiendo conchas y piedras de formas curiosas. Y, por supuesto, una tarde en el Parque de Doña Casilda en Bilbao, dando de comer a los patos, es un plan que nunca falla.

Chefs de familia:

  • La cocina es un lugar de encuentro y transmisión. ¿Qué tal si recuperamos la receta de las rosquillas de la amama? Amasar, dar forma, rebozar en azúcar... Cada paso es una oportunidad para charlar y reír. Preparar juntos un pastel de arroz o unas tostadas de Carnaval nos permite no solo disfrutar de un dulce casero, sino también mantener vivas nuestras tradiciones gastronómicas.

Tardes de juegos y risas:

  • A veces, no hay nada como una tarde en casa. Rescatemos los juegos de cartas de siempre: el tute, la brisca, el cinquillo... Son una forma fantástica de ejercitar la mente, fomentar la paciencia y, sobre todo, de compartir un buen rato. También podemos enseñarles los juegos de nuestra infancia, como las canicas, la peonza o el «sokatira» en el jardín.

Cultura para todas las edades:

  • Nuestros museos son cada vez más acogedores para las familias. El Itsasmuseum en Bilbao, con sus barcos y su grúa Carola, fascina a pequeños y mayores. El Museo de Bellas Artes organiza talleres familiares donde podemos experimentar con el arte. Y no nos olvidemos del Arkeologi Museoa o del Euskal Museoa, donde podemos descubrir juntos nuestras raíces de una forma amena y divertida.

Un legado de amor y sabiduría

Fomentar y cuidar la relación entre nuestros hijos e hijas y sus abuelos es uno de los mayores regalos que podemos hacerles. Es un legado de amor, de sabiduría y de identidad que les acompañará toda la vida, porque estos vínculos nos unen y nos hacen más fuertes como familias y como sociedad.

Cada vez que un abuelo le lee un cuento a su nieta o cada vez que una abuela le enseña a andar en bici a su nieto, se está tejiendo un hilo invisible que une generaciones y que construye un futuro más humano y conectado. Y eso, en los tiempos que corren, es un tesoro que debemos cuidar más que nunca.

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