YVONNE ITURGAIZ
Alba Granado

La joven que comparte con Greta Thunberg la lucha contra el cambio climático

Viernes, 28 de mayo 2021

Una activista vegetariana a punto de graduarse en la Universidad

A Alba Granado (Bilbao, 1999), le queda el último arreón para acabar Educación Social. El tema elegido para su trabajo de fin de grado dice mucho de su personalidad y de sus intereses: los movimientos socio ambientales actuales, con el foco puesto en Bizkaia, la participación ciudadana antes y después de la pandemia y la educación ecosocial. Ahí es nada. A los 17 pasó de reciclar en casa –vive con sus padres y tiene una hermana mayor ya independizada– a sumarse a las filas de Greenpeace. Hoy esta joven vegetariana también forma parte de Fridays for Future y de la Alianza por la Emergencia Climática.

Existe un pensamiento generalizado, y generalizado no significa acertado, de que los jóvenes de hoy carecen de inquietudes. Que solo les interesa la juerga y no se preocupan por su futuro. Hay quienes incluso les han bautizado como la «generación perdida». Alba Granado es una prueba de que esa idea, que esconde detrás un reproche, no es más que un estereotipo que ella misma se ha hartado de escuchar. «Y mucho», reconoce. Comprometida con la lucha contra el cambio climático, con 17 se unió a Greenpeace y dos años después cofundó en Bilbao el grupo Fridays for Future, cuya cabeza más visible a nivel mundial es la joven sueca Greta Thunberg. El colectivo cuenta también con 'filiales' en Vitoria y San Sebastián. «Estaba concienciada, pero poco. Reciclaba, hacía lo típico, pero quería involucrarme más», explica. Y dio el salto al activismo. A sus 22 años, está en puertas de terminar Educación Social en la Universidad Pública Vasca y si le preguntas dónde se ve este verano, no se piensa la respuesta: «Ayudando en un campo de refugiados».

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Lleva prendidas en forma de chapa sus inquietudes en una bolsa de tela que porta al hombro. «Me la regaló mi hermana», explica. En una se lee 'Greenpeace' y en la otra, 'Ongi etorri errefuxiatuak'. La primera marca los inicios de su activismo en la lucha contra el cambio climático, mientras que la segunda señala el camino hacia el que le gustaría dirigir sus próximos pasos.

«Hay mucho 'green washing'. las instituciones y las empresas van de ecologistas porque es algo que está de moda, presentan sus propuestas como verdes, pero en realidad no lo son»

Alba Granado tiene 22 años y está a punto de cerrar un capítulo de su vida, el universitario. Cursa Educación Social y ve su futuro lejos de su Bilbao natal. «Siempre me ha interesado la cooperación internacional, especialmente el trabajo relacionado con la inmigración y los refugiados», señala. Alba rompe ese estereotipo de joven que pasa de todo. Y para entenderlo hay que remontarse un lustro atrás. «Estaba concienciada con el medio ambiente, pero poco. Reciclaba, hacía lo típico... Pero quería involucrarme más y no sabía cómo», comparte. Con 17 años se sumó a las filas de Greenpeace. Aprendió mucho. «No solo a nivel personal, sino también organizativo». Hasta que en 2019 varios voluntarios de la asociación ecologista, entre los que figuraba ella misma, decidieron unirse para dar forma en la capital vizcaína a 'Fridays for Future', con el objetivo de dar un impulso a la lucha contra el cambio climático. Sobre todo, entre las nuevas generaciones. En la actualidad también están presentes en Vitoria y San Sebastián.

«Estaba concienciada, pero poco. Con 17 años di el salto y empecé en Greenpeace»

Activismo

¿Pero qué es este movimiento? Quizás la cara más visible sea la de Greta Thunberg. Una niña de 14 años que en 2018 se sentó frente a las puertas del Parlamento sueco anunciando una huelga por el cambio climático para agitar las esferas políticas. Aquel pequeño gesto tuvo su réplica a nivel mundial. En más de un millar de ciudades de noventa países, millones de jóvenes se preparaban para salir los viernes a la calle para exigir a la clase política que actúe. «He oído de todo sobre ella –en alusión a Thunberg–, pero creo que, con su edad, ponerse delante de toda esa gente es difícil. Es valiente y muy clara, por eso recibe críticas. Pero lo que dice es verdad», defiende Alba. «Estamos al inicio de una extinción masiva y de lo único que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas sobre un crecimiento económico eterno. ¡Cómo os atrevéis! Habéis robado mis sueños y mi infancia con vuestras palabras vacías. Si elegís fallarnos, nunca os perdonaremos», espetó la joven sueca durante su discurso como invitada a la Cumbre del Clima de la ONU de 2019.

«Cuando convocamos el primer acto de 'Fridays' no sabíamos ni pedir un permiso. Tardamos tres horas en hacer una gestión que se hace en quince minutos»

«Primera concentración»

YVONNE ITURGAIZ

Alba Granado aún recuerda la primera vez que 'Fridays' –así se refiere al movimiento de forma abreviada– celebró su primera concentración en la capital vizcaína. Fue el 15 de marzo de hace dos años. Frente al Ayuntamiento de Bilbao. «No sabíamos ni cómo se pedía un permiso. Fuimos al Gobierno Civil, a comisaría... Tardamos tres horas en hacer una gestión que en realidad te lleva quince minutos», evoca. Aquel día acudieron 600 personas. «Fue una gran sorpresa», reconoce. Desde entonces, se han juntado cada viernes junto al Consistorio de la capital vizcaína para reclamar políticas más respetuosas con el medio ambiente. Suyos son lemas como 'Planeta escucha, somos tu lucha', 'Ni un grado más, ni una especie menos' o 'Bilbon ere planetaren alde'.

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«Hay mucho 'green washing'. Las instituciones y las empresas van de ecologistas porque está de moda, presentan sus propuestas como verdes, pero en realidad no lo son», censura. Recientemente registraron una carta en el Ayuntamiento con varias propuestas. Entre ellas, aumentar el transporte público descarbonizado, potenciar aún más el uso de la bicicleta, crear un mercado de productos naturales y cambiar el consumo de energía del propio Consistorio a fuentes renovables –paneles solares fotovoltaicos–, entre otras. Ningún responsable municipal se ha puesto en contacto con Fridays for Future. «Por ser un movimiento de jóvenes, no nos hacen el caso que deberían. Eso es algo que también reivindicamos a través de las redes sociales. Somos jóvenes, tenemos inquietudes y nos preocupamos por nuestro futuro», apostilla. Alba se encarga, junto a otro compañero, de lanzar el mensaje de 'Fridays' a través de Instagram. El movimiento cuenta con una treintena de miembros activos en Euskadi, pero suma más de 6.300 seguidores en sus cuentas de Bilbao, Vitoria y San Sebastián.

Además de concentraciones y la gran manifestación que recorrió Bilbao el 27 de septiembre de 2019 en el marco de la huelga global por el clima –acudieron unas 2.000 personas–, el colectivo ecologista ha organizado debates y talleres infantiles sobre sobre materiales reciclados. «Los niños de 7 años de ahora están más concienciados de lo que lo estaba yo a su edad», se congratula. Han cumplido con su calendario de actos a rajatabla, hasta que llegó la crisis del coronavirus.

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«Con 19 dejé de comer carne y un año después, pescado. Vivo con mis padres y esas pequeñas acciones ayudan a cambiar los hábitos en casa»

Vegetariana

Reconoce Alba Granado tener todo el apoyo de sus padres. Vive con ellos –su hermana mayor se ha independizado– y sus «pequeñas acciones han cambiado ciertos hábitos en casa». Reducir el uso de plástico, adquirir alimentos de temporada y comer menos carne y pescado. «Al ser yo vegetariana, se compran menos esos productos», aplaude. También usa champú solido y cepillo de dientes de bambú.

Tiene planes para este verano. Solicitará en la UPV hacer prácticas en el extranjero. Desde diciembre y hasta hace un par de semanas realizó voluntariado en Cruz Roja con personas refugiadas y solicitantes de asilo. «Es algo que me llena», asegura Alba. Si las plazas son en Europa, le gustaría ir a Italia o Grecia. Y si no le cogen, tirará de 'plan b': «Buscaré algún trabajo».

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«Hay más conciencia, la gente se está moviendo poco a poco»

Cuando se le pregunta a Alba Granado por cómo ve el futuro se hacen unos segundos de silencio. «Con mucha incertidumbre», responde. Cree que cada vez hay «más conciencia» sobre el respeto al medio ambiente, que «la gente se está moviendo poco a poco». Ahora bien, tiene claro que «son necesarios pasos más grandes». «No quiero caer en el catastrofismo porque el miedo no es la mejor herramienta, pero hace falta que las empresas y las instituciones tomen medidas, más allá de otros intereses». reclama. Sabe que no es tarea fácil. Más bien al contrario. Aún así, echando la vista adelante, advierte de que, «si no hacemos algo, cada vez seremos más conscientes de los errores que cometemos. ¿Por qué? Porque también serán más obvias las consecuencias». «Parar el cambio climático es imposible, pero podemos frenarlo», defiende.

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