Música siempre
Melodía con suaves contrastes
La escena refleja la afición musical del pintor y el gusto de la burquesía holandesa por este tipo de representaciones. También demuestra la rápida progresión de Grebber: para sugerir las distancias sitúa el libro de partituras como si se apoyase en el marco de la propia obra y pinta las figuras con distintos grados de resolución: la luz incide sobre la figura femenina que tañe el laúd, pintada de manera minuciosa. En cambio, los dos personajes masculinos, que tocan la flauta y el violonchelo, y sobre todo el que mira al espectador, muestran una factura más suelta y espontánea. De Grebber fue uno de los pintores que plasmaron este género con mayor fortuna en la primera etapa de su carrera.
Pieter Fransz de Grebber (Haarlem, 1600-1652/53)
Nació y trabajó en Haarlem (Países Bajos). Fue discípulo de su padre, un artista menor, y posteriormente de Hendrick Goltzius. En 1618 conoció en Amberes a Rubens, quien contribuyó a la formación de su primer estilo. Su influencia fue fugaz, pues, como se aprecia en 'Músicos', Grebber adoptó el tenebrismo atemperado de moda en Utrecht. Sus obras son luminosas, de colorido vivo y contornos definidos y, aunque en ocasiones recuerdan a Rembrandt, no se salen de una senda clásica.
De verdi al punk
Naty Penadas se ríe:«¡Habría sido divertido ponerme un vestidito como la chica del cuadro!». La cantante y guitarrista del grupo Penadas por la Ley ejerce de anfitriona en la interpretación fotográfica de la obra de Pieter Fransz de Grebber: la cita tiene como escenario Koalak Studios, la empresa de creación y producción audiovisual que regenta con su pareja, la 'youtuber' Koala Rabioso, y se trata de un entorno que habría anonadado a aquellos personajes del Barroco.
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El recepcionista es un gigantesco koala de peluche, que a veces exhibe una pistola de agua para resultar más imponente, y los carteles de superhéroes y las figuritas de ET se reparten el espacio con el 'stock' de camisetas de su marca, con lemas como 'Fuck Gender Roles'. No, no es lugar para vestiditos.
El trío del día, esta formación musical efímera y heterodoxa, lo completan Juan Carlos Matellanes, presidente de la ABAO, y Alfonso Santiago, director de Last Tour. El papel de Juan Carlos es el más discreto, pero también quizá el más complicado: su modelo de hace cuatro siglos aparece de lado, absorto en la melodía que extrae de su flauta, y él ha de remedar ese aire ensimismado con un micrófono. Alfonso, guitarrista por un día, sí que debe mirar a la cámara, igual que el coqueto músico de azul clavaba los ojos en el pintor mientras afinaba su instrumento, una viola da gamba o quizá algún otro de los antecesores inmediatos del chelo. Y a Naty, con su chulísima Gibson Les Paul Traditional, le corresponde contemplar el vacío como la laudista de antaño, no se sabe si arrebatada por la música o en busca de una inspiración huidiza. «¡Somos un cuadro!», bromea.
¿Juan Carlos y Alfonso tocan algún instrumento en el mundo real? «Yo, de pequeño, la bandurria, pero muy de pequeño», evoca el presidente de la ABAO. «Yo sí tocaba la guitarra a los 15-16 años, pero me di cuenta de que hacía otras cosas mejor. ¡Era demasiado malo! Grabamos algunas cintas en un pub», explica el jefe de Last Tour. ¿Y se conservan? «Estarán en casa de mi madre, pero casi mejor que no aparezcan». Aquella experiencia adolescente y su contacto habitual con músicos (su empresa, entre otras mil cosas, organiza el Bilbao BBK Live, el Azkena y el BIME) no pasan desapercibidas, porque charla con naturalidad con Naty sobre golpeadores, la pieza con la que muchos músicos protegen la madera de sus guitarras, de la que ella prescinde en su Gibson.
Queda por decidir cuál puede ser la música de este trío peculiar, qué escucharíamos si la versión moderna del cuadro estuviese provista de sonido. Los tres protagonistas aceptan el reto de buscar un terreno común. Alfonso está acostumbrado a escuchar de todo, por oficio y por disposición personal. «Yo también tengo gustos bastante más amplios de lo que parece», apunta Naty. Así que las miradas se vuelven hacia el hombre de la ópera y la música clásica... ¿Tal vez esconde un pasado roquero por ahí? «Yo soy muy mayor ya, ja, ja... Por supuesto que escuchaba a los Beatles, Los Brincos...». El cuarteto de Liverpool siempre suele funcionar como común denominador, es la banda transversal por excelencia, pero ocurre que Naty no es muy fan. Menos mal que un hombre como Alfonso Santiago está acostumbrado a programar carteles con el máximo poder de convocatoria: «Quizá algo más cercano a la ópera... ¿Los Who?», propone. Y tanto Juan Carlos como Naty exclaman a la vez, como un grupo bien ensayado: «¡Sí, los Who!».
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Claro que, un momento después, se tienden puentes nuevos e inesperados entre el punk y la ópera, porque Naty aprovecha la oportunidad de tener ahí a Juan Carlos: «Le queremos comprar a una amiga una entrada a la ópera, pero no tenemos a ningún experto que nos asesore. ¿Cuál nos recomiendas?». Esperamos desde aquí que a la amiga de Naty le guste mucho 'I Lombardi', de Verdi, y también que Juan Carlos disfrute del cedé de Penadas por la Ley que se llevó de regalo a casa.
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