Urkullu advierte de que la situación es hoy «más grave» que en abril
«El espectáculo de los reproches mutuos no es el camino», dice el lehendakari, que apuesta por una nueva cultura política
Iñigo Urkullu sostiene que las elecciones generales han dibujado un escenario en España «más complicado y grave» que el que se alumbró en abril, además de demostrar que sustituir el diálogo «por el recurso a la convocatoria permanente no es la solución». El lehendakari, quien ha visitado en Bergara el Centro Integrado de Formación Profesional Miguel Altuna junto a la consejera de Educación, Cristina Uriarte, ha perfilado un panorama muy oscuro para la gobernabilidad del país y ha puesto en valor los resultados obtenidos por el PNV, que ha logrado siete diputados al ser la fuerza con más respaldo en los tres territorios históricos, con Bizkaia como un caladero inagotable.
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El jefe del Ejecutivo autónomo interpreta estos números como un «aval» y un «soporte» a la gestión de su Gabinete, al tiempo que ha remarcado que el País Vasco no debe mirarse en el espejo de Madrid, sino mantener la senda de la «estabilidad» y la transversalidad. «En Euskadi los resultados (del 10-N) vuelven a avalar una cultura política diferente que tenemos que preservar. Es evidente que la situación en España tiene incidencia en Euskadi, pero también es evidente que la sociedad vasca apuesta por otra forma de hacer política«, ha afirmado.
Urkullu ha resaltado que la situación tras los comicios del domingo es de «mayor fragmentación y polarización«, y ha avisado de que no es posible obcecarse »es una línea de acción política e institucional« que únicamente genera incertidumbre e inestabilidad. »El espectáculo de los reproches mutuos, que volvimos a escuchar ayer (por el domingo) no es el camino«, ha reprochado el lehendakari, antes de insistir en que el país inicia una etapa muy complicada que sólo podrá clarificarse si está presidida por una nueva »cultura política«. Espera en este sentido que las últimas cuatro elecciones en cuatro años hayan servido para demostrar que los dirigentes no pueden recurrir a las urnas si su incapacidad para impulsar el diálogo les impide llegar a acuerdos.
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