Urkullu identifica la generación y atracción de talento como la clave para el desarrollo económico

«Extraigo y comparto una conclusión: hemos pagado un alto coste humano, emocional y socioeconómico, pero lo estamos superando. Euskadi ha respondido bien», ha dicho Urkullu en torno al efecto de la pandemia, cuyas secuelas, sanitarias y económicas, no han desaparecido del todo.

Cumpliendo lo que se ha convertido ya en un ritual, la introducción en cada discurso anual de política general de un término singular, el lehendakari se ha referido a la necesidad de caminar hacia lo que ha denominado «el hexágono vasco». Esto es, un perfil de futuro que permita construir una Euskadi «verde, próspera, innovadora, inclusiva, comprometida y conectada». En esta línea ha destacado el papel decisivo que debe tener la formación de buenos profesionales, porque es una de las demandas generalizadas de las empresas vascas que encuentran dificultades para competir en un mercado cada vez más global. Así, ha señalado que el Gobierno está haciendo un estudio junto a las diputaciones, ayuntamientos y universidades con el objetivo de tener un diagnóstico claro y proponer medidas. «La educación general posibilita las competencias básicas para el desarrollo académico y profesional de la juventud. La formación profesional y la universidad, posibilitan que, las personas, los sectores productivos y el mercado de trabajo, cuentan con el talento y los niveles de cualificación necesarios para superar los retos del presente y del futuro», ha indicado.

También se ha mostrado partidario de atraer y retener profesionales de alta formación porque, ha indicado, «la competitividad de Euskadi depende, en gran medida, del nivel de talento de las personas que trabajan en nuestro tejido productivo, que forman parte de los equipos directivos, los mandos intermedios y los técnicos cualificados. Esto es, personas con un alto nivel de talento y preparación».

Urkullu se ha mostrado satisfecho de las decisiones que han adoptado las instituciones vascas para reducir el impacto de la inflación y amortiguar la presión fiscal, en especial de los contribuyentes de rentas más bajas. Aunque el Ejecutivo no tiene competencias en ello porque la normativa del IRPF es foral, el respaldo del Gobierno es decisivo porque también es el más afectado por los incrementos o reducciones de la recaudación. En sus manos acaban 70 de cada 100 euros que se recaudan en el País Vasco por impuestos. La tarifa del IRPF ha experimentado un ajuste del 7,5% en los dos últimos años para acomodarse parcialmente a la inflación, al tiempo que ha aplicado una reducción lineal del impuesto para las rentas inferiores a 35.000 euros.

«A día de hoy, y a pesar de todo lo padecido, los indicadores de nuestra economía y los datos de empleo vuelven a dar muestras de fortaleza y perspectivas positivas, aunque debemos analizarlos con cautela ante la realidad internacional», ha apuntado el lehendakari en una lectura positiva de la coyuntura. Así, se ha referido a la actual tasa de desempleo del 7,6% y al récord de cotizantes a la Seguridad Social que ha alcanzado Euskadi al haber superado por primera vez en la historia la cifra de un millón.

Ha habido, sin embargo, dos aspectos en los que Urkullu ha reconocido la necesidad de hacer autocrítica porque los planes que el Gobierno ha puesto en marcha no han dado los frutos perseguidos. Al menos no en su plenitud. Es el caso del fomento de la natalidad y también el despliegue de las energías renovables, que aún despiertan un considerable rechazo en buena parte de la sociedad. «Debemos avanzar decididamente hacia el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en el horizonte 2050 y cumplir los compromisos de reducción para 2030», ha manifestado desde la tribuna del Parlamento vasco. En la actualidad, la energía renovable proporciona el 16,6% del consumo eléctrico final de la comunidad autónoma, una tasa inferior al 20% que se ha fijado para tratar de converger con la media Europea.