El Primero de Mayo del confinamiento

No podemos ocupar las calles, reunirnos y abrazarnos, pero la reivindicación de este año es un mensaje vital. Nos recuerda qué es lo esencial para la vida, de qué sectores y empleos dependemos y el valor de lo público como única garantía.

Queremos recordar a todas las personas fallecidas y denunciar la injusticia humanitaria que supone en todo el mundo la muerte de miles de personas por desatención sanitaria y falta de seguridad. Es imprescindible sacar conclusiones. La pandemia ha dejado en evidencia las carencias y la insolidaridad de un modelo capitalista, heteropatriarcal y racista al que cada vez le cuesta más respirar.

El 30 de enero, miles de mujeres y hombres de nuestro país secundamos una huelga general para que la mejora de nuestras condiciones de vida se situase en el centro de la política. Sabemos ahora mejor que hace tres meses que ante las grandes amenazas, lo público es lo único que nos puede salvar. Hoy queda más claro qué es esencial para nuestras vidas: los cuidados, la salud, limpieza, alimentación… Las y los que se enfrentan a la pandemia son sectores precarios y feminizados. La labor de esas trabajadoras y trabajadores no puede quedarse en los aplausos, nuestros gobiernos tienen que pasar del reconocimiento social al reconocimiento de sus condiciones laborales.

Estas semanas la defensa de la salud de la clase trabajadora está siendo la prioridad indiscutible de nuestra labor. La falta de material en Osakidetza, residencias, ambulancias... junto con la apertura de sectores no esenciales en los días más trágicos de la pandemia, demuestra que el Gobierno de Urkullu se ha equivocado situando prioridades. Prefiere asesorarse por gestores que por científicos. Solo escucha a la patronal y se ha distinguido por una gestión unilateral, con 'mando único' para gestionar la desescalada a la vuelta al trabajo sin consenso con los sindicatos.

Somos muy conscientes de las consecuencias sanitarias, económicas y sociales que nos va dejar esta crisis. Necesitamos cambios profundos. Es tiempo de dar por finiquitada la política de austeridad. Es tiempo de liderazgo público en la economía, de redistribución, porque una parte muy importante de esta sociedad va a necesitar ser protegida. Tiempo de solidaridad. Gora Maiatzaren Lehena.

Durante las últimas semanas hemos visto cómo, nuevamente, patronal y gobiernos pretenden que seamos los trabajadores y trabajadoras las que paguemos las consecuencias de la crisis generada por la falta de recursos públicos para hacer frente a la pandemia del Covid-19. Se nos ha impuesto un riguroso confinamiento, sin tomar medidas respecto a las consecuencias que éste genera, mientras que a la patronal se le ha dado vía libre para despedir, aplicar ERTE o bien seguir con la producción sin medidas de salud y seguridad. Hemos visto a miles de policías y militares en las calles, con un control social sin precedentes, y a su vez hemos visto cómo la Inspección de Trabajo ni siquiera acudía a una fábrica para verificar la denuncia del comité por falta de medidas de protección.

Pero también hemos visto a miles de personas organizándose solidariamente en redes de cuidados. Hemos visto que, a la hora de la verdad, cuando se trata de sostener los servicios esenciales, lo esencial es el trabajo de trabajadores y sobre todo, trabajadoras; un trabajo invisibilizado y en muchos casos precarizado, cuyas condiciones laborales urge dignificar. Poner en valor y organizar esta conciencia comunitaria y de clase es fundamental de cara al futuro.

Porque es evidente que, de cara al futuro, la patronal y los partidos políticos que defienden sus intereses van a plantearnos la vía de los recortes como la única posible; y van a tratar de imponer sus decisiones en ese sentido.

Pues bien: existe otra vía posible, que consiste en poner la vida de las personas en el centro, recuperando para la ciudadanía la capacidad de decidir sobre el modelo económico y social. Es posible y necesario desarrollar un potente sistema público de salud y de cuidados, para que no volvamos a ver las UCIs desbordadas, para que nuestros mayores no se sientan desamparados; repartir el empleo mediante la reducción de jornada, para que nadie sea condenado al paro; repartir entre hombres y mujeres los imprescindibles trabajos de cuidados; asegurar una pensión mínima de 1.080 euros y un salario mínimo de 1.200 para todos y todas. En este Primero de Mayo LAB va a reivindicar esa vía, la vía del cambio social y la soberanía popular.

Somos Esenciales, Mila Esker Langileriari», es nuestro lema en este Primero de Mayo diferente, pero que viene a refrendar la esencia del día de las personas trabajadoras. Porque la pandemia que estamos sufriendo, para la que no estábamos preparadas, ni en lo personal ni en lo sistémico, ha constatado que el mundo del cuidado, en todas sus expresiones, y en especial el articulado en torno a las profesiones sociosanitarias y las que cubren nuestras necesidades básicas, es esencial para sostener la vida. La cruda realidad nos ha enseñado que esta no es una frase hecha. Muchas trabajadoras, sobre todo ellas, en profesiones desvalorizadas, y en contextos laborales precarios, han sostenido y están sosteniendo nuestras vidas.

Por eso, este Primero de Mayo, el mensaje principal tiene que ser de agradecimiento a las trabajadoras esenciales que han sido el verdadero motor de un sistema superado por una pandemia llena de incertidumbres presentes y futuras, pero con consecuencias que empiezan a ser tangibles, sobre las trabajadoras y trabajadores, las empresas y la población desempleada y sin recursos.

En este contexto, nuestra obligación principal es generar los espacios de certidumbres para proteger tanto el empleo como a las personas y los sectores más vulnerables. Por eso nuestra acción sindical, en la negociación colectiva, en el diálogo social y en la movilización, debe ir encaminada a afrontar esos retos.

Debemos transformar el agradecimiento a los y las trabajadoras esenciales y el aplauso colectivo en medidas que supongan primero un impulso a los servicios públicos, de atención y de cuidados. Es necesario salvar empleos y empresas y dotar a las personas de recursos; preparar un plan de impulso económico, especialmente dirigido hacia aquellos sectores que durante más tiempo van a sufrir la paralización de la actividad, y que son muy relevantes en nuestra economía; debemos impulsar un cambio en nuestro tejido productivo en el que el sector industrial debe recuperar protagonismo ante la evidente necesidad no cubierta de suministros básicos durante esta crisis. Gora Maiatzaren Lehena!

Este Primero de Mayo atípico lo tenemos que dedicar a las personas trabajadoras que están en la primera línea, que a pesar del riesgo de contagio y la falta de protección están salvando vidas, cuidando a nuestros mayores, dependientes y con discapacidad. Son las que garantizan el funcionamiento de los servicios esenciales y son las verdaderas protagonistas. También lo son las que teletrabajan y las que se van reincorporando a la actividad, así como las que han perdido el empleo o no lo tenían y les va a ser más difícil encontrarlo.

La situación de la la salud en el trabajo sigue siendo débil. Hace falta conciencia, inversión y mayor control por parte de Osalan y la Inspección de Trabajo. Las personas trabajadoras tienen que trabajar con Epis suficientes y homologados. Los trabajadores no quieren ser héroes.

Mantener el empleo es una prioridad. UGT Euskadi exige que la normativa se mantenga en el tiempo para que el esfuerzo realizado con los ERTEs de fuerza mayor no sea en balde y podamos recuperar cuanto antes el empleo suspendido. Al Gobierno vasco le pedimos que complemente las prestaciones por desempleo de los trabajadores en ERTE, con rentas bajas.

Del mismo modo, es fundamental flexibilizar y aumentar los recursos de nuestro sistema de protección social, prestaciones por desempleo, la RGI y la nueva prestación de ingreso mínimo vital, para no dejar a nadie atrás.

La defensa de los servicios públicos nos obliga a hacer una reflexión y una auditoría sobre las concesiones de esos servicios a empresas privadas: ayuda a domicilio, personal de emergencias, residencias de mayores y la limpieza de hospitales, entre otras. En muchos casos, solamente ha primado el ahorro en el coste, sin pensar a quién prestan sus servicios y sus repercusiones. Además, muchas de estas personas trabajadoras son mujeres con contratos precarios y bajos salarios.

También proponemos un cambio de modelo productivo y un plan de reactivación económica. Exigimos la puesta en marcha de forma definitiva de la Europa Social, ya que no solo está en juego la recuperación de las economías, sino su propio futuro si no actúa con rapidez y con recursos económicos, por la proliferación de populismos y nacionalismos.