Marcelo Ocampo | Entrenador del Sestao River Juvenil B
El técnico del 'River' agredido en Portugalete dice que la «violencia ha pasado una barrera en el deporte base»
Peru Olazabal
Barakaldo
Martes, 17 de octubre 2023, 00:28
En sus 25 años como entrenador, Marcelo Ocampo nunca habría imaginado vivir en un campo de fútbol un suceso como el que le tocó sufrir ... en sus propias carnes el pasado sábado. Al término del Portugalete C - Sestao River (1-2), un grupo de aficionados locales invadieron el terreno de juego y uno de ellos le golpeó con fuerza en la cara sin mediar palabra. «Me pega con el puño cerrado, pero con algo dentro de la mano. Noté algo metálico». Comenzó a sangrar de la nariz en el suelo en estado de semiinconsciencia. Por fortuna, no fueron lesiones de gravedad.
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Ocampo tiene claro que «si le da a alguien más pequeño, le podría haber acarreado un problema más grave» y quiere denunciar el incidente para lanzar la voz de alarma y que no vuelva a suceder en un recinto deportivo. «Lo más triste de todo esto es que un señor, estando yo en el suelo, estuviera gritando: 'eso te pasa porque te lo has buscado'», lamenta el entrenador del Sestao en una conversación con EL CORREO.
– ¿Cómo se encuentra? ¿Qué lesiones presenta tras la agresión que sufrió el pasado sábado?
– Estoy asimilando la situación porque no me ha pasado nunca en 25 años que llevo entrenando. Tampoco lo había visto nunca in situ. Entonces no sabes lo que es hasta que te toca. Todavía me tienen que valorar las lesiones. Tengo el labio hinchado, también la nariz, el ojo izquierdo con escozor y una pieza dental movida de sitio.
– ¿Puede recordar lo que sucedió en esos instantes finales de barullo antes de que le propinaran el puñetazo?
– Sí. Había sido un partido intenso y, cuando pita el árbitro, hay algún que otro reproche de jugadores al árbitro. De repente hay una invasión de gente al campo, no sé de cuántas personas, porque yo estaba recogiendo el material. Cuando estaba para marcharme, con la pizarra en una mano y el botiquín en la otra, aparece entre la gente un chico joven que viene hacia mí y creo que me espetó: '¿Qué has hecho en el partido?'. No le di mayor importancia, entonces me despisto y recibo un golpe en toda la cara. Me viene un poco de costado y me pega con el puño cerrado, pero con algo dentro de la mano. Noté algo metálico. Me quedé de rodillas, sangrando mucho y mareándome. Estaba semiinconsciente.
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– Menos mal que es de complexión fuerte.
– Sí, yo peso noventa kilos y mido 1,77. El golpe fue tremendo y si le da a alguien más pequeño, le podría haber acarreado un problema más grave de lo que estamos hablando ahora mismo. Vete a saber. Aunque, lo más triste de todo esto es que un señor, estando yo en el suelo, estuviera gritandome: 'eso te pasa porque te lo has buscado'. Lo veo tan mal como el que me agredió. De hecho, me influye más moralmente porque esa persona es bastante más mayor que el chico que me golpeó. Creo que era un padre de algún jugador y me parece patético.
– ¿Anímicamente cómo afecta un caso así cuando usted se dedica a formar futbolistas en un equipo de categoría juvenil?
– En los primeros momentos no dejaba de preguntarme por qué me había pasado esto si lo único que soy es entrenador y quiero inculcar todo lo contrario a eso. Ahí, anímicamente me vine un poco abajo. Me ha pillado ya con cierta edad y vivencias, así que intento reponerme y seguiré entrenando a los chicos porque ellos no tienen nada que ver con este individuo. Este muchacho es el antagonismo a los jugadores que yo entreno. Voy a seguir muy comprometido con el club y los jugadores porque me he sentido muy arropado por ellos.
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«Dar visibilidad»
– Tiene claro que no quiere esconderse después de sufrir esta agresión, sino que quiere denunciar lo sucedido.
– Lo tengo clarísimo. Quiero darle visibilidad a esto para que no ocurra más. Más si cabe en una profesión donde cada vez hay más gente joven empezando y, si sigue pasando esto, pues se van a acabar los entrenadores. Ninguno estamos aquí para recibir puñetazos. Esto no se puede normalizar. Tiene que quedar claro que no puede salir gratis, debe haber consecuencias, como en cualquier otro deporte o en cualquier ámbito de la vida. Si se sigue tolerando, va a seguir pasando.
– ¿En la trayectoria que usted tiene en el fútbol de formación es habitual ver ambientes muy crispados en el fútbol base?
– Lamentablemente, se está traspasando ya una barrera de violencia en el fútbol base. El grado de agresividad ha aumentado. No sé por qué será. Igual alguno se cree superior a los demás y quiere autoviralizarse por tumbar a alguien para que otros se lo aplaudan. Habría que revisar cada caso desde la base familiar, educacional…
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– ¿Cómo cree que se podría solucionar esta problemática?
– Creo que cada club debe intentar tener identificado si tiene un sector de la grada que es conflictivo, ya sean jóvenes, padres o los que sean… Una forma de erradicarlo es no permitirles el acceso por las actitudes que tienen o tener personal en esa grada controlando sus acciones. Sé que es complicado, pero igual tendría que existir esa figura en las directivas para identificar a las posibles personas conflictivas. Yo simplemente soy un entrenador y lanzo esta idea.
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