Carlos Terrazas cumple el sueño de serlo todo en un club
El bilbaíno con más partidos en los banquillos profesionales es dueño, responsable de cantera, gerente y entrenador de un equipo Regional en Guadalajara
«Y no soy presidente porque el reglamento federativo impide ser a la vez presidente y entrenador de un equipo», advierte Carlos Terrazas (60 años) ... en la pequeña oficina del Hogar Alcarreño, el club de Guadalajara capital en zona de descenso en la primera categoría regional en la que lo es todo. Máximo accionista (95,5% de los títulos), entrenador, gerente, responsable de la cantera y preparador físico.
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Terrazas es el entrenador bilbaíno con más partidos en los banquillos profesionales (667 entre Segunda A en Eibar, Mirandés y Guadalajara y Segunda B en Bilbao Athletic, Gimnástica Torrelavega, Burgos, Ceuta, Jaén, Guadalajara, Mirandés y Ponferradina).
Hoy está feliz. Poco antes de la cita ha firmado un contrato de patrocinio. Es una cifra modesta, que no quiere revelar, pero importante en un club con 110.000 euros de presupuesto y que ha cerrado todos los cursos desde su llegada con déficit.
«Aquí tengo que hacerlo todo». Dos coordinadores de cantera, un administrativo y siete monitores para los 130 chicos de la cantera son toda su estructura en Hogar Alcarreño.
Es un entrenador que siempre ha desafiado las convenciones. Apasionado de la filosofía, tiene a José Ortega y Gasset como una de sus grandes referencias y es un profundo conocedor de El Quijote que relee a menudo. Pero el camino que puso en marcha hace cuatro años es algo extraordinario hasta para alguien que no encaja en ningún molde como él.
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Había finalizado su contrato con la Ponferradina, en Segunda B. «Tuve alguna posibilidad de fichar por algún otro equipo, pero a todos dije no». Puso rumbo a Guadalajara, en donde entrenó al primer club local entre 2010 y 2013, cuando una ampliación de capital mal ejecutada provocó el descenso administrativo a Segunda B.
Su idea era fundar un club y ponerlo en marcha en segunda regional, pero los directivos del Hogar Alcarreño contactaron con él y aceptaron su propuesta de ser el primer club español de regional en convertirse en sociedad anónima. Pagó 120.000 por las acciones y cedió un 4,5% a los anteriores dirigentes. Es dueño de un club con apenas cincuenta socios, 110.000 euros de presupuesto que no cubre y con taquillas de 120 euros por partido.
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Una vieja idea
Hoy está enfrentado a buena parte de esos antiguos directivos que censuran su gestión. «Llevo cuatro años y he tomado muchas decisiones que duelen a la gente. Esta es una ciudad pequeña y un ecosistema cerrado y eso concita un cierto resquemor», justifica.
«Es algo que barruntaba desde hace años. Llevaba 42 años trabajando por cuenta ajena y siempre pensaba que me faltaba el control total del club. Subí a Segunda con el Burgos y me mantuve en la categoría tras ascenderlo con el Guadalajara, pero en los dos casos nos bajaron por cuestiones administrativas. Quizá de ahí me venga el trauma de no haber tenido el control integral».
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«Mucha gente me ha dicho 'no te metas en esos líos, no tienes ninguna necesidad de hacerlo'. Será por esa pulsión que tengo por complicarme la vida, por buscar caminos alternativos a lo habitual. Vi que en el fútbol era muy fácil conseguir las cosas por un camino que no me gustaba», se justifica.
Y recuerda una reflexión que le hizo en mayo de 2002 el expresidente del Athletic Ignacio Ugartetxe, entonces aún directivo del difunto Javier Uria, cuando renunció a su contrato de cuatro años en Lezama para irse al Burgos tras cumplir sólo el primero. «Carlos, ¿por qué te empeñas en ir por caminos difíciles si lo tienes todo con ir por el fácil?'». «Debe ser mi naturaleza», se responde.
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Pero en realidad parece ser una cuestión genética. Sus padres eran violinistas en la Orquesta Sinfónica de Bilbao. El progenitor se quedó sin trabajo una temporada y un amigo le echó un capote al organizarle una entrevista con el director de una sucursal bancaria.
– Usted, ¿a qué aspira aquí?
«Mi padre le miró perplejo. Y contestó 'Pues la verdad es que a nada'. Se levantó y se fue». Esa forma de huir de trabajos convencionales ha sido la pauta de actuación de Terrazas. «He hecho ahora algo parecido con el fútbol profesional», se enorgullece.
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Terrazas, ambicioso como es, se presentó en sociedad al frente del Hogar Alcarreño con una frase redonda. «El objetivo es estar en ocho temporadas en el fútbol profesional». Sin embargo, cuatro años después está en la casilla de salida, en Primera autonómica, la máxima categoría en el fútbol regional de Castilla-La Mancha.
Descenso a regional
El primer curso, el 2019-20 de la pandemia, se quedó al borde de la promoción, el segundo subió a Tercera y el pasado bajó de nuevo. Hoy está en zona de descenso. «Hay factores exógenos como la pandemia y además hemos tenido nuestras dificultades a nivel interno. Necesito más tiempo para desarrollar el proyecto».
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No tira la toalla. Al contrario. «No he pensado en dejarlo nunca. Tengo mucha ilusión y quiero desarrollar el proyecto a largo plazo».
¿Y qué es lo que quiere hacer. «Las estructuras del fútbol base ponen a los jugadores al servicio de los clubes. Aquí es al revés, que la estructura esté el servicio del jugador. Esa es la primera idea que quería instaurar». Y además es atrevido, como lo ha sido siempre. Juega con un 3-4-3 porque «entiendo que de esa manera los futbolistas tienen más dificultades a la hora de jugar, pero si consiguen superarlas se desarrollan más».
Su comportamiento es lo más parecido posible a su época en los banquillos profesionales. Hasta acude a ver a los rivales. La víspera de la entrevista se fue hasta La Villa de Don Fadrique (Toledo), 340 kilómetros entre ida y vuelta. «En Segunda me metía 80.000 al año. Ahora se quedan en 30.000».
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No para pese a que en 2004 sufrió un gravísimo accidente en Lerma cuando era entrenador del Burgos y regresaba de ver en Madrid un Rayo Majadahonda-Mirandés. «Estuve 18 minutos en los que los médicos me daban por desahuciado. Según me reconocieron, en ese tiempo orientaban su labor más a salvar mis órganos que a salvar mi vida, pero pegué un último chispazo y aquí estoy».
En plena capital de La Alcarria proclama que «esta es una aventura quijotesca» antes de citar a la gran obra de Cervantes. «El personaje de el vizcaíno es el único que se toma en serio a El Quijote y lucha con él mientras los demás hacen mofas. Quizá los vizcaínos tengamos esa vertiente quijotesca».
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Terrazas lo tiene claro. «Me gustaría volver al fútbol profesional con el Alcarreño. Me han llamado varios equipos, pero les he dicho 'lo siento, estoy en el Hogar'. Soy el máximo responsable y tengo unas obligaciones».
Y eso que la aventura no es tan idílica como la había imaginado.
– ¿Es más feliz ahora que en el fútbol profesional?
– La verdad es que no. Pensaba que iba a ser así, pero esto da muchos problemas. Pensaba que iba a ser más sencillo. Estoy más preocupado ahora con las cosas que cuando entrenaba en Segunda. Sin ninguna duda, me llevo más disgustos ahora. Quizá se deba a ese sentido de la responsabilidad que siempre me ha acompañado.
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