5 momentos clave de Miguel Indurain

Esa mañana, Induráin memoriza cada metro del recorrido, ideal para un corredor de su cilindrada. Ya en carrera, dobla a seis ciclistas, incluido Laurent Fignon. «Me ha pasado un cohete», asume el francés. Induráin marca el mejor tiempo, a 51,104 km/h y le saca al segundo, su compañero De las Cuevas, tres minutos. Bugno, el tercero, pierde 3.41. Y LeMond, cinco minutos. Aplastados .

Anda con fiebre. Así afronta el Tourmalet. Le ataca Rominger. Al navarro le ayuda Gorospe. Pierden casi un minuto en la cima y entonces Induráin vuelve a lanzarse cuesta abajo. Alcanza al suizo, que desiste. Dos etapas después, en la contrarreloj de Monthléry, Induráin, que trata de ocultar su debilidad, corre a la defensiva y apenas le cede 42 segundos a Rominger. El tercer Tour es suyo. Sube al podio tosiendo.

Bajo la niebla de la subida final, Induráin tritura con su ritmo de martillo mecánico a los escaladores, a Pantani, a Rominger... A su rueda sólo sigue el francés Leblanc. El navarro no le disputa la etapa; le basta con asegurar su cuarto Tour casi desde del primer asalto.

En la séptima etapa. Hacía calor, su calor. Ve cómo el equipo Once, el de Jalabert, se prepara para atacarle en las últimas cotas. Y se adelanta. Ataca él. Nadie puede seguirle. Atrapa a los fugados Boyer y Bruyneel, el belga que se pega a su rueda y no le da un relevo. Eso sí, en la meta le adelanta. Pero ya todos sabían que era el 'quinto' de Induráin.