Pablo Laso sigue con atención un encuentro del Madrid. Efe

Esta asistencia también la tienes que repartir

Hay profesiones muy bien remuneradas, pero de alto riesgo si se viven con la pasión desmedida del técnico vitoriano en los banquillos

Domingo, 5 de junio 2022, 21:33

Hay oficios de alto riesgo para la salud y mal remunerados. Cada cual puede escribir los que le vengan a la mente sobre la línea ... de puntos. Y otras profesiones de alta consideración social y muy bien retribuidas que tampoco fintan el peligro o lo burlan. Como, por ejemplo, la de entrenador en un deporte profesional de alto nivel. Pongamos que el baloncesto por el caso que nos (pre)ocupa. Actividad de nervios en punta que no sabe de cuentas bancarias poco corrientes ni respeta las presuntas diferencias que establece el poderoso caballero. El Don Dinero al que se refería el ilustrado y simpar Francisco de Quevedo. Los sustos que procura la vida igualan a todos con el rasero de la vulnerabilidad.

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Pablo Laso dirigió el sábado la rotunda victoria madridista que sitúa a su bloque a una sola bola de partido de la final liguera. Y atendió a los medios informativos tras esa losa de 2-0 para las pretensiones del Baskonia en la eliminatoria. Pero de vuelta al hogar, cuando todos los gatos se tornan pardos al abrigo de la noche, notó los síntomas alarmantes que le enviaba el corazón. Y el diagnóstico habla de un infarto de miocardio.

Nada es incompatible, como querer que el equipo azulgrana estire mañana la serie con un triunfo ante su parroquia y desear, por encima de todo, el restablecimiento del técnico vitoriano. Faltaría más. Ojalá concuerden ambas circunstancias, pero permitirán que pida aquí un bloqueo directo en la cabecera para remarcar el orden de las prioridades. Y que la continuidad hacia el aro anteponga la salud de quien se halla postrado sobre la cama de un hospital.

Aquel chico de Vitoria

Quien no nos resulta ajeno, por mucho que un sector de la afición alavesa lo contemple como la lengua bífida de la mamba blanca. El hijo de Don Pepe, guste o no a una parte de la feligresía local, es uno de los nuestros. Un producto natural y precoz de la pasión con la que la capital alavesa siente el universo de la canasta.

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Aquel chico con flequillo a quien Xabier Añua proporcionó la alternativa a la tierna edad de los dieciséis años es ahora el hombre de 54 y barba cana. El técnico que sólo debería de empeñarse en dibujar sobre la pizarra las rayas de su propia recuperación. Porque esta asistencia, Pablo, también la tienes que repartir como monarca absoluto y vigente de los pases decisivos en la ACB.

Independientemente de que el Baskonia al que también aportaste grandeza con pantalón corto y camiseta de tirantes en sus días de despegue hacia las nubes prolongue mañana mismo la serie. Ya tendrás tiempo de volver a los banquillos si así lo permite tu situación. Pero quizá con más calma -te costará seguramente- que la del león enjaulado en la banda que avanza siempre con prisas hacia el corrillo donde acumula once años y veintiún títulos. Casi un remedo de la letra de Sabina.

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