Hubert de Givenchy. efe
Artes plásticas

Una vida de buen gusto

a. A.

Sábado, 4 de junio 2022, 00:03

Hubert de Givenchy encarnó, como se ha dicho muy acertadamente, la elegancia y el 'Grand Goût' galo, vestido impecablemente en cualquier ocasión. Y desde una ... edad temprana mostraría destreza para el dibujo. Pronto descubre el trabajo del ilustrador español Fernando Bosc, y queda prendado. También le inspiran los patrones de Marie Claire de sus primas. Con 9 años, su gran ingenio le llevará a reproducir con sus propias manos, y a pequeña escala, el salón del couturier Robert Piguet, que había visitado en diversas ocasiones en compañía de su madre. Esta sería su primera modelo.

Publicidad

Estudiante de Bellas Artes en París, tiene claro que su camino está en la moda. Además de trabajar para Jacques Fath, Lucien Lelong y el mencionado Piguet, lo hará para la italiana Elsa Schiaparelli, la rival de Gabrielle Chanel. Al poco de conocer a Balenciaga, abrirá su casa de costura -hace ahora, como apuntamos, setenta años-, creando piezas icónicas como la 'blusa Bettina' o desarrollando en los años cincuenta 'los separables' (faldas, chaquetitas y blusas que se podían adquirir por separado y combinar al gusto de su portadora), idea que ya había puesto en práctica chez la Schiap.

Por su maison, que pronto bautizarán como 'la Catedral' y a él como el Cary Grant de la costura, pasarán la condesa Mona Von Bismarck, la duquesa de Windsor, la signora Agnelli, y por supuesto Jackie Kennedy, así como Audrey Hepburn, a quien vestirá en la vida privada como en la gran pantalla ('Sabrina', 'Desayuno con diamantes'…), y será la imagen de su primer perfume, L'Interdit. «Hubert es el más talentoso. Más que un costurero, es un creador de personalidad. Dependo de él como algunas norteamericanas dependen de su psiquiatra», repetía la actriz.

Se retiró de la moda en 1995 y al poco tiempo presidiría la Fundación Balenciaga, estando muy implicado en sus actividades y en el museo que viera la luz en Getaria en 2011. Su biógrafo, Jean-Noël Liaut, lo definió en el libro que le dedicó ('Hubert de Givenchy, entre vies et légendes') como un hombre para quien la belleza no sería «solamente lo fundamental de un oficio, sino una búsqueda permanente».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad