De una línea azucarera en Cuba a la alta velocidad
Evolución ·
Peculiaridades como un ancho de vía propio y el diseño novedoso del Talgo han marcado al tren en EspañaEl ferrocarril comenzó a circular por la historia española en un lugar que puede resultar sorprendente: El Caribe. Fue en Cuba, entonces provincia de ultramar, ... con la inauguración de la línea La Habana-Bejucal el 19 de noviembre de 1837. Aquel tren, el primero de Hispanoamérica y el séptimo del mundo, cubría 27 kilómetros y se creó por la necesidad de transportar caña de azúcar desde el interior de la isla al puerto.
A la España peninsular el ferrocarril llegó una década más tarde, con la línea Barcelona-Mataró, inaugurada el 28 de octubre de 1848. Esta ruta de 28 kilómetros fue promovida por la burguesía industrial catalana, liderada por Miquel Biada, quien se inspiró en el éxito cubano. La elección de esta línea respondió a la pujanza económica de Barcelona, centro textil y comercial, y a la necesidad de conectar la ciudad con Mataró, un núcleo industrial y portuario. Construida con tecnología británica, la línea fue un éxito y sirvió como modelo para la expansión ferroviaria en la península.
Tras Barcelona-Mataró, el ferrocarril Madrid-Aranjuez se inauguró el 9 de febrero de 1851, conectando las dos residencias reales (Madrid y el Palacio de Aranjuez). Promovido por el Marqués de Salamanca, contó con el apoyo decidido de Isabel II, que estuvo presente en la ceremonia de inauguración. Durante las décadas de 1850 y 1860, la red ferroviaria española creció con rapidez, impulsada por la Ley de Ferrocarriles de 1855, que fomentó la inversión privada, especialmente británica y francesa. Para 1870, España contaba con unos 5.000 kilómetros de vías que conectaban ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao.
Un aspecto distintivo de la historia ferroviaria española es el ancho de vía. Mientras que gran parte de Europa adoptó el ancho estándar internacional (1.435 mm), España optó por el llamado ancho ibérico (primero 1.672 mm y luego 1.668 mm, aproximadamente 6 pies castellanos) para su red principal. Adoptado a partir de la década de 1840 y oficializado en la ley citada de 1855, fue recomendado en el informe de la comisión dirigida por el ingeniero Juan Subercase en 1844. Los argumentos principales fueron la escarpada orografía española, que dificultaba el avance de locomotoras poco potentes, y la creencia de que un ancho mayor permitiría calderas más grandes, y por tanto más potencia, mejorando así la capacidad para superar las pendientes del terreno peninsular.
A finales del siglo XIX y principios del XX la red ferroviaria española alcanzó su máxima extensión, con unos 15.000 kilómetros de vías. Sin embargo, la Guerra Civil (1936-1939) devastó la infraestructura, dejando muchos trenes y vías destruidos. La posguerra marcó un periodo de declive, con una red obsoleta y un predominio de locomotoras de vapor. A partir de los años 50, la electrificación de las líneas y la introducción de trenes diésel revitalizaron el sector. La línea Madrid-Barcelona, electrificada en los años 60, fue un ejemplo clave de esta modernización.
Conexiones con Europa
Un hito en la historia ferroviaria española es el desarrollo del Talgo (Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol), un tren revolucionario introducido en la década de 1940. Diseñado por el ingeniero Alejandro Goicoechea y financiado por el empresario José María Oriol, el Talgo rodó por primera vez en 1942 con un prototipo que marcó un antes y un después en el diseño ferroviario, por su construcción ligera con coches de aluminio, un innovador sistema de ruedas independientes que mejoraba la estabilidad en curvas y, a partir delos años 60, la capacidad de adaptarse al ancho de vía estándar, facilitando conexiones con Europa. El primer Talgo comercial, el Talgo II, entró en servicio en 1950 en la ruta Madrid-Irún. Su éxito llevó a la exportación del modelo a países como Estados Unidos, Francia y Alemania. Con el tiempo, modelos como el Talgo III (1964) y el Talgo Pendular (1980), con tecnología de inclinación para curvas, consolidaron su prestigio. Este tren se convirtió en un símbolo de la ingeniería española y en un pilar de la red ferroviaria nacional, operada por Renfe (Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles), creada en 1941 para unificar la gestión de los ferrocarriles.
El mayor logro ferroviario español del paso del siglo XX al XXI es el AVE (Alta Velocidad Española), inaugurado el 21 de abril de 1992 con la línea Madrid-Sevilla, coincidiendo con la Expo'92, construida con ancho estándar. El AVE fue un proyecto ambicioso que combinó tecnología europea (como los trenes Siemens y Alstom) con innovaciones españolas, incluyendo versiones del Talgo adaptadas a la alta velocidad, como el Talgo 350.Actualmente, España tiene la red de alta velocidad más extensa de Europa, con más de 3.400 kilómetros de vías.
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