Fernández Cubas y el don narrativo
Narrativa breve ·
La autora catalana nos brinda media docena de relatos que oscilan entre el terror gótico y el puro placer del arte de contarLo que no se ve
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Cristina Fernández Cubas
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Ed: Tusquets
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168 páginas
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19,95 euros (ebook, 9,49)
Aunque resulte paradójico, el de saber narrar no es un don que venga garantizado por el oficio literario. Hay novelas muy valiosas que, por su ... marcado cariz técnico, experimental o intelectual, no son narrativas en el sentido de que no nos devuelven el puro goce de 'oír contar una historia'. A ese don, a su carencia, debía de referirse el Rilke de 'Los cuadernos de Malte Laurids Brigge', la única novela que se conoce de él, cuando ponía en boca del héroe una conocida sentencia: «Yo nunca he oído narrar a nadie». Por suerte, exageraba un poco la escasez de ese don pues sí hubo autores que lo poseían en su tiempo, como los sigue habiendo en nuestros días.
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Un caso lo encontramos en la escritora catalana Cristina Fernández Cubas y en las sucesivas incursiones en la narrativa breve que nos ha venido brindando desde su debut en 1980 con los inolvidables relatos reunidos en 'Mi hermana Elba'. Si bien se ha sabido convertir en una referencia ineludible de la renovación, en nuestro país, del género gótico, el valor de su obra reside asimismo en un dominio del puro arte de narrar que se extiende a las tres novelas que tiene publicadas y del que vuelve a dar una buena muestra en la media docena de relatos que hoy reúne en 'Lo que no se ve', su nueva entrega.
'Tú Joan, yo Bette' es el divertido y enternecedor cuento que abre el libro y que tiene como protagonistas a dos raras hermanas que quedaron de jóvenes tan fascinadas con '¿Qué fue de Baby Jane?', el famoso thriller psicológico que Robert Aldrich estrenó en 1962, que comenzaron a representarlo en su propia casa llegando a adoptar una de ellas la personalidad de Joan Crawford y la otra la de Bette Davis. De ahí el título del relato. El texto es un originalísimo y metódico desarrollo argumental de cómo esos dos papeles se fueron apoderando de ambas hasta condicionar sus existencias y convertirlas en dos ancianas extravagantes que conviven fantasmalmente en la vieja y oscura casa heredada de sus padres. Al planteamiento de la historia, la ambientación y la caracterización de los personajes, igualmente sugerentes, se unen las progresivas vueltas de tuerca por las que una situación deriva en otra exprimiendo todas las posibilidades combinatorias que permite la trama: en un momento, Joan juega a ser Bette y Bette a ser Joan. En otro son las auténticas Joan y Bette de la película las que les imitan a ellas. En una de las más gloriosas fases del proceso, ambas llegan a la conclusión de que las auténticas actrices no están a su altura: sobreactúan. El horror asoma cuando sienten que no están solas. En el desenlace, el terreno de la ficción se funde por sorpresa con un metaliterario ejercicio de estilo.
En 'Candela Viva', el relato que cierra el volumen, una mujer entrada en años, que ha estado a punto de desmayarse en un día de calor y de ser atropellada por un coche, entra en una tienda que no había visto nunca en su propio barrio y entabla con la propietaria, una desconocida, una conversación en un tono inesperadamente confidencial. En el texto, ambas se van 'fantasmalizando' hasta un instante en que la extraña no le tranquiliza sino que le inspira una chispa o una sombra de terror. El terror es una aparición sutil en la voz narrativa de Cristina Fernández Cubas. Es una luz que se enturbia en una mirada o una voz hasta entonces amables que cambian, una fulguración como de relámpago, una delicada flor que se abre y se cierra de pronto. El terror es una sugerencia del terror.
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Así ocurre en el cuento titulado 'Mi hermana china', en el que la cercanía de una hija biológica con una hermana que es adoptada se revela, a su pesar, físicamente tóxica, venenosa, incompatible, como les sucede a ciertas plantas. Las relaciones de hermandad entre mujeres, unidas o no por la sangre, son un tema recurrente no ya en el presente libro sino en los anteriores de esta autora y desvelan siempre sutiles aspectos psicológicos de la infancia y la condición femeninas.
No todo es pavor gótico en estos relatos. Si en 'Momonio' el patrón de la clásica maldición se cumple a rajatabla, en 'Il Buco' lo atroz es el desgaste en una relación de pareja y en '¿De qué se habla en las fiestas?', el escalofrío lo inspira la ruptura o el 'deshermanamiento' cruel de dos compañeras de instituto y la capacidad de traición por la cobardía o por la repentina pérdida de la inocencia. Lo que en realidad une a unos y otros textos, dando unidad al conjunto es el don de la narratividad, la voz modulada de la escritora que sabe contar de verdad y envolvernos como solo sabían hacerlo las antiguas abuelas.
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