Biblioteca Nacional
Cajón de letras

Bombardeo

Guillermo Gómez Muñoz

Sábado, 26 de abril 2025, 00:01

Era 26 de abril. Lunes, día de mercado. La hora de la siesta, tensa: semanas antes han bombardeado Durango. El despertar, abrupto: repican las campanas, ... se desgañitan las alarmas. Comienza el «bombardeo» de la villa. Su etimología recuerda a un cuadro cubista en que que se mezclan los orígenes, como expresión fiel del horror de aquella jornada. «Bombardeo» es el derivado sustantivo del verbo 'bombardear', que a su vez procede del sustantivo 'bombarda' («cañón antiguo de gran calibre»), documentado en el siglo XV. El origen del cañón es italiano y en su nombre carga con su ADN: 'bombarda' es una evolución fonética de 'lombarda', arma de fuego procedente de Lombardía, en el norte de Italia. El cambio de 'l' a 'b' se debe al influjo del sustantivo 'bomba', un vocablo onomatopéyico procedente del latín (bombus: zumbido) y también presente en griego (bómbos). Aunque la influencia tuvo efecto rebote: 'bomba' se refería a la máquina que elevaba el agua, pero adquiere entonces también la acepción de proyectil.

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Según Neruda, «nosotros los de entonces ya no somos los mismos». Las guerras, las de antes y las de ahora, por desgracia, no han cambiado. A la hora de la siesta de otro 26 de abril, se desgañitarán de nuevo las alarmas, o tocarán a rebato las campanas. Y el despertar será de nuevo abrupto, porque comienza el bombardeo.

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