Arsène Lupin sale de su escondite
Reportaje ·
Las aventuras del personaje creado por Maurice Leblanc hace 116 años se reeditan empujadas por el éxito de la miniserie de NetflixArsène Lupin, el 'gentleman cambrioleur', el caballero ladrón, ha abandonado su vida de balneario en los espectaculares acantilados normandos de Étretat para protagonizar su penúltimo ... golpe. El éxito de la miniserie de Netflix, que continúa atrayendo seguidores desde hace meses, ha animado a las editoriales a reeditar las novelas más populares sobre este personaje, creado en 1905 por el periodista y escritor Maurice Leblanc, de cuyo nacimiento hoy se cumplen 157 años. También ha proporcionado la excusa para viajar hasta la casa del autor francés (que es la de Lupin), en la Costa de Alabastro, en el Sena Marítimo, muy cerca de las playas del desembarco, convertida en un destino de peregrinación para los lectores de culto y los turistas ocasionales.
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El actor Omar Sy ('Intocable') es el protagonista de la serie dirigida por Louis Leterrier ('El increíble Hulk'). El comediante francés interpreta el papel de Assane Diop, un conserje del museo del Louvre que diseña un montaje espectacular para vengar la muerte de su padre, encarcelado por un robo que no cometió, y que terminó suicidándose en la celda de la prisión. Los episodios están inspirados en el personaje de Arsène Lupin, del que su padre era un lector empedernido, y en la trama aparece un policía que también es un apasionado del escurridizo ladrón de ficción.
Omar Sy firma un gran trabajo y rompe moldes, porque llama mucho la atención ver a un intérprete de ascendencia senegalesa y mauritana dando vida a un supuesto señorito parisino cuya imagen siempre ha sido representada con sombrero de copa, capa, bastón y monóculo. Pero lo borda, cambiando de personaje de forma constante. Como Lupin. Maestro del disfraz, elegante, seductor de mujeres, hábil, bribón, engañador… nunca un asesino. Un héroe de los bajos fondos. Es el que roba a los ricos para regocijo del pueblo y el que desenmascara los asuntos turbios de los poderosos. Hay un poco de revolución francesa y anarquismo en aquel periodo de la Tercera República. Con esos elementos, los relatos de Lupin han sido llevados al cine, al teatro, al cómic, a los videojuegos e, incluso, al manga japonés. Una figura de la Belle Èpoque que sigue triunfando en la sociedad del siglo XXI.
Poco se podía imaginar Maurice Leblanc hace 116 años el recorrido que tendría Arsène Lupin. Su primer relato fue un encargo del director de la revista mensual 'Je sais tout', Pierre Lafitte, que buscaba aventuras como las que protagonizaba Sherlock Holmes, con mucho tirón entre el público. Leblanc había nacido en Ruan, una zona cargada de leyendas de brujas, mitología celta y batallas de vikingos. Las historias que le contaban de niño le fascinaban y pronto espolearon su imaginación. Le encantaba escribir. En París lo podía hacer, aunque luego regresó a Ètretat y se compró una gran casa con un amplio jardín, que convirtió en su refugio y santuario. También en el escondite de Lupin.
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El primer éxito
El relato ('El arresto de Arsène Lupin') fue un éxito, lo que le animó a continuar con la saga del caballero ladrón. Publicó 24 novelas, que hicieron furor entre los lectores. También escribió cuentos y obras de teatro. Lo hizo en un lapso de treinta años, antes de huir de la Francia ocupada por las nazis en 1939. Se instaló en Perpiñán, donde falleció dos años después. Sus restos descansan ahora en el cementerio de Montparnasse, en París, junto a figuras como Guy de Maupassant (se inspiró en sus relatos, además de en las novelas de Flaubert), Baudelaire, Marguerite Duras, Emile Cioran, Eugene Ionesco o Julio Cortázar, entre otros grandes de la cultura.
Pero los seguidores de Leblanc no buscan al escritor en Montparnasse, viajan hasta Étretat, en Normandía, para visitar el Clos de Lupin, la mansión en la que se gestaron las novelas, convertida ahora en un museo muy peculiar. Miles de visitantes acuden cada año hasta la esquina oeste del hexágono para revivir las aventuras del famoso ladrón, y lo hacen disfrazados, muchos con la capa y el sombrero de copa. Deambulan por las playas de guijarros a la sombra de los acantilados de tiza blanca, entre los murallones de Aval, donde se levanta la famosa aguja ('Arsenio Lupin. La aguja hueca'), y las paredes de Amont, sobre los que se asienta la capilla de Notre Dame de la Garde. Con parada obligada frente al gigantesco arco de Mannoporte. Monet lo pintó más de cien veces, una obsesión parecida a la de Paul Cézanne con la montaña de Sainte Victoire en Aix en Provence.
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Un lugar mágico que cautivó antes a escritores y pintores y enamoró a los impresionistas: Matisse, Delacroix, Corot, Courbet o Boudin se foguearon entre estos paisajes. El reencuentro con las aventuras de Arsène Lupin es una magnífica excusa para recorrer este territorio con paradas en Ruan, Le Havre, Dieppe, Jumizger, Fécamp o Deauville, en la costa que atrapó a Buoudin y le llevó a inmortalizar los espectaculares cielos normandos. Las huellas de la Segunda Guerra Mundial también son perceptibles.
Muchas de las novelas de Leblanc están ambientadas en estos escenarios. Es el caso de 'Arsenio Lupin, caballero ladrón', 'Arsenio Lupin. La aguja hueca', '813. La doble vida de Arsenio Lupin', 'Le Barre-y-va' o 'La condesa de Cagliostro'. La miniserie de Netflix es una adaptación libre, sobre todo de los relatos de la condesa y del caballero ladrón, y a lo largo de los episodios aparecen imágenes de París, por supuesto, pero también de las playas y los acantilados de Ètretat, la patria de este ladrón que cae bien, y que fue adoptado por los franceses como un héroe romántico. Ahora es un personaje universal y, según parece, inmortal.
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