La primera ópera trans se viste de amarillo

«¡Menos mal que soy un hombre de números! En serio, en algunas escenas hay que hacer muchas cuentas para que las notas cuadren», confiesa entre risas el director de orquesta Carlos Calvo Tapia (Madrid, 1989), doctor en Ingeniería Matemática y profesor en la Universidad Complutense de Madrid. Es una partitura aparentemente dislocada, en sintonía con el estado anímico de la protagonista, que, no obstante, se escucha «con mucho placer, tiene melodía y momentos muy bonitos, para nada es una partitura dura o desagradable».

El libreto de Mark Campbell y Kimberly Reed se inspira en la vida de esta última, una directora y productora de cine muy reputada en Estados Unidos. Todo gira en torno a la vivencia de una mujer trans, Hanna, desde su infancia como niño a la culminación del proceso de transición, es decir, del tratamiento al que se somete para cambiar de sexo. Bastan 15 temas musicales y 80 minutos para contar la historia, sin cargar las tintas en el drama o el dolor. Tampoco faltan guiños al trabajo de la propia colibretista y cineasta Kimberly Reed, ya que se proyectan algunos vídeos que llevan su sello.

«Es una imposición. Si quieres montar esta ópera, hay que sacar esos vídeos. Me he tenido que adaptar. No obstante, también me permito ciertas libertades, como el juego de luces mientras se escucha una lista de víctimas de agresiones», desvela Marta Eguilior. Tiene 35 años y huye de los prejuicios. Formada como directora de escena en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, se siente a gusto lo mismo con las óperas de Gluck, Verdi y Schoenberg que «con cualquiera del siglo XXI que tenga calidad». Aunque no es trans sino lesbiana, se siente muy cercana a Hanna, «sobre todo cuando pone nombre a lo que siente, buscando en un diccionario, y se reafirma en su forma de ser».

El barítono Enrique Sánchez Ramos (Aranjuez, 1976) y la mezzosoprano Irene Olabarria Smith (Bilbao, 1973) encarnan a la protagonista de la ópera, antes y después de su transformación. Pelucas rubias y un vestuario en el que predomina el amarillo marcan sus señas de identidad. Es un color unisex que caracteriza a Hanna, en permanente lucha por definirse. «Al principio mi personaje está desorientado. Capitán del equipo de fútbol y alumno modélico, le obsesiona el éxito. Cree que así nadie sospechará nada y hasta él mismo, quizás, podrá olvidar su identidad más íntima», reflexiona Sánchez Ramos.

En la mayor parte de la obra el barítono madrileño tiene que centrarse en el rango más agudo de su voz y mantenerse en la cuerda floja. Pero no le asusta. Es un artista al que le gusta «tirarse a la piscina». Su excelente forma física le permite hacer flexiones mientras canta en un momento que dejará exhausto hasta al público. La mezzo Inés Olabarria Smith también tiene momentos comprometidos, «sobre todo cuando me asaltan en un parking». Hay carga emotiva en toda la obra, además de humor y ternura, «como la vida misma». Así lo piensa y siente esta cantante, que «hace más de 20 años» se marchó de Bilbao para hacer carrera.

Olabarria Smith viene con ilusión y nervios. Nada que sienta como un estrés añadido «porque en el escenario no hay tiempo para pensar». Sobre todo cuando la música está en continua transición, con la viola como instrumento estrella. En 'As One' nada es de piñón fijo.