Luis Mariano y la francofonía

Como Calixto Bieito se encargaba de la puesta en escena, pensábamos que iba a ser más rupturista o iconoclasta el show 'Luis Mariano: Sin fronteras. Canciones e imágenes para el reencuentro', una producción del Arriaga en la que las imágenes se limitaron a películas domésticas y amateurs puestas de fondo y a un par de breves entrevistas entre canción y canción (al propio LM, en francés, y a Carmen Sevilla en español).

A la postre, el encuentro fue más bien un concierto del apuesto tenor jerezano Ismael Jordi en tributo a Luis Mariano (Irún, 13 de agosto de 1914-París, 14 de julio de 1970; hay flores frescas todos los días en su tumba de Arcangues -Arrangoitze-, donde tuvo casa). El dandy andaluz admira a LM y ya participó durante dos meses en una opereta a él dedicada y representada en París. Dijo en su primer parlamento: «Este es un homenaje con todo el cariño y toda la humildad a este grandísimo artista». Y luego añadió: «Maravillosa música de un grandísimo artista para el disfrute de todos nosotros». Y de modo más personal reveló: «Déjenme contarles una anécdota. Participe en París en la nueva representación de la opereta 'El cantor de México', y en el teatro Châtelet había una placa dedicada a Luis Mariano, quien había dado ahí 956 funciones de la misma opereta. Para que se hagan idea del éxito que tuvo este hombre».

El domingo en el Arriaga hubo 749 espectadores, la mayoría de edad avanzada y con preeminencia de las damas. Al final, un poco cansadas de tanta francofonía, de tanta canción en francés, una señora espetó en dos ocasiones: «¡alguna en castellano!». Y otras espectadoras chillaron títulos como 'Amapola' y 'México', pero no se atendieron sus peticiones.

En 71 minutos crecientes entonó 16 piezas el guapo Ismael Jordi, al principio en dúo con el pianista y director musical Rubén Fdez. Aguirre y luego en sexteto (piano, clarinete, violín, chelo, percusión y su voz). En francés se sucedieron títulos como 'Maitechu', 'Mamá, la más bella del mundo', 'Acapulco', 'La belle de Cadix' (cercana al vodevil y con la onomatopeya «chica chica chic, ay ay ay»), el costumbrismo de pandereta (la tocó el percusionista) de 'La fiesta bohemia' (con una excursión campestre en las visuales de fondo), o 'Ruiseñor'.

En esta primera parte los temas más ovacionados fueron 'Violetas imperiales', en español (de las mejores interpretaciones del jerezano), y el zortziko 'No puedo olvidarte', en euskera y castellano («perdón por mi euskera, siendo de Jerez…», se excusó Ismael al acabarlo). Y en la segunda parte subió el nivel y la interacción, y hubo más color en la voz. Se incidió en el exotismo traducido ('Andalucía'), en la propia nostalgia de la tierra dejada atrás ('Il est un coin de France', con el verso «y el viento que viene de España / se lleva a lo lejos este aire feliz», con el trabalenguas «aire tun txikitun / aire tun aire», y con un olé del tenor para rematar de puro contento), y se aspiró a la celebración con 'C'est magnifique' (cabaretero y con coritos tímidos del respetable).

Los bises, tres en total con cuatro títulos, ora a dúo ora con banda, entrando y saliendo los actuantes para los saludos, cursaron de un tanto desordenados, pero se pudo disfrutar de la mejor interpretación de la velada: 'Adiós Granada', a dúo con el piano y con tramos de aflamencada copla. Además estuvo bien el zortziko 'Ezin Ahaztu', la zarzuela 'No puede ser' alcanzó dramatismo tanguero, y para despedirse repitieron 'C'est magnifique', que el respetable coreó con un poquito más de fuerza aunque el vigor verdadero lo reservó para la ovación final.

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