Adrián Royo debuta con 'Pangea', un trabajo de piano moderno y absoluto
El mirandés transita por mil terrenos con sutileza, técnica y pasión en su debut editado por Errabal. «Lo más importante para un músico es transmitir», afirma
Estamos en enero y ya hay que apuntar en la lista de los mejores álbumes de 2023 uno trufado con una colección instrumental de alcance generalista, un repertorio no sólo adscrito al circuito de jazz, porque semejante esfuerzo sónico y artístico va mucho más allá y gustaría a cualquiera. Y es que el debut del pianista mirandés Adrián Royo, a pesar de sus altas facultades, nunca peca de pedante y empero sus marasmos emocionales o reflexivos nunca disminuye la atención del oyente.
Publicidad
'Pangea', editado por el sello de Soraluze Errabal, es la ópera prima en solitario de Adrián Royo, compositor mirandés licenciado en Piano Jazz Performance por el Conservatorio Superior Liceu de Barcelona. Sus nueve cortes yuxtaponen con absorbente naturalidad música culta y de cámara, torbellinos latin, improvisación arriesgada pero perfectamente incrustada, música contemporánea, modern jazz, after hours bolerístico o minimalismo circular e híper técnico, todo en tono experto y sentido que nos evoca a Michel Camilo, a Brad Mehldau, a Michel Petrucciani y a un Kenny Barron del que, oh, casualidad, Adrián ha recibido clases magistrales.
Músico y artista virtuoso y sentimental a la altura de Marco Mezquida es Adrián Royo, al que contactamos antes de que se diluya el pasmo de la escucha de su debut: 'Pangea', ese magma donde cabe absolutamente todo.
Adrián, ¿cómo es tu día a día?
Me despierto y desayuno tostada con tomate o mantequilla. Ya dejé el café. Y siempre con música. Si hace frío, me pongo algo de música animada. Me siento a tocar y después como. Y si no trabajo por la tarde dando clase, vuelvo a tocar. Por las noches depende: si es fin de semana puede que dé una vuelta, y si no tocar, ver una película de cine clásico, leer...
¿Vives en Miranda de Ebro?
Sí, me encanta vivir aquí. He vivido en varias ciudades, como Oviedo, Pamplona y Barcelona. Oviedo es preciosa, pero en Miranda estoy muy a gusto. Barcelona es una potencia cultural y ahí viajo habitualmente.
Publicidad
¿Cuántas horas pasas al piano?
Mínimo cuatro diarias. Si no, no soy feliz. Pero es una media porque hay días que debo hacer otras cosas, o recados, y al siguiente me paso el día entero al piano.
Adrián, atesoras y aúnas técnica y sentimiento. Tienes una gran capacidad de expresar. ¿Eso cómo se consigue, cómo brota? Porque llega de más allá de los estudios y el esfuerzo, claro.
Lo más importante para un músico es transmitir. Es una cruzada diaria contra ti mismo. La verdadera lucha del jazzman: no parecer un autómata. Si tú no sientes, nadie siente.
Ya. ¿Y de dónde viene esa capacidad de pasar de una música a otra, incluso hasta la culta o clásica y a la contemporánea sin que en este caso parezca relleno ni divagación inane?
Publicidad
Creo que de mis diversas influencias. Mis padres, desde que era pequeño, me han puesto mucha música. Recuerdo que me ponían rock progresivo, clásica, a Ketama que es uno de mis grupos preferidos, muchísimo jazz… Pero también he vivido una influencia fundamental que es la música cubana gracias a Eduardo, un amigo de mi padre que organizaba conciertos con grupos cubanos y por eso adquirí muchas grabaciones que me traían estos músicos. De ahí pasé a tocar latin jazz junto a Nacho García Pevida, Jacobo Cano y Sergio Pevida, todos ellos residentes en Oviedo y bellísimas personas. Quizá el latin jazz ha sido el empujón más fuerte para que me haya dedicado a la música.
Ciertos pasajes del álbum parecen improvisados en el estudio, ¿fue así?
Solo hay un aspecto de la estructura de los temas que se decidió allí. Lo demás lo llevé muy trabajado. Pero vamos, somos jazzistas y el mero hecho de serlo hace incluir en todas y cada una de las composiciones una parte de improvisación. Nos lo pide el cuerpo. Es nuestro ADN musical.
Publicidad
¿Cómo has podido formar un tridente semejante completado por Gonzalo Del Val, baterista mirandés, y Manel Fortiá, contrabajista barcelonés, que te acompañan en 'Pangea'?
Gonzalo y Manel son para mí unos referentes musicales muy importantes. Son gente premiada por sus grabaciones, profesores en centros como el Conservatori del Liceu de Barcelona, del que Gonzalo es director del Departamento de Jazz. Manel es profesor en el Taller de Musics de la misma ciudad. Ambos son partes muy importantes de la escena de jazz española e internacional. He tenido mucha suerte que hayan aceptado tocar mi música, lo que para mí es un sueño que acaba de empezar.
Oye, el último corte de tu debut en solitario, 'Himno de Miranda', ¿qué es? ¿Algo oficial, una adaptación…?
Publicidad
Es una adaptación del propio Himno de Miranda de Ebro, compuesto por Gregorio Solabarrieta, de Bermeo. Es un regalo para mis paisanos mirandeses. No quería dejar pasar la oportunidad de dejar constancia de esta versión a piano solo, profunda y sincera, que significa mucho para todos los que amamos esta ciudad.
Y por último, ¿en cuántos grupos estás?
En varios. Estoy con Luisvi Jiménez Quartet y Fran Serrano, de los cuales fui productor y arreglista de sus discos 'Caminos cruzados' y '0202' respectivamente. Además mantengo el Lara Vizuete & Adrián Royo Dúo, y cuando vivía en Barcelona toqué con Pablo Donaire, un bajista flamenco muy interesante. También colaboro con Marcelo Escrich, un súper contrabajista argentino que acumula muchísimos premios por sus grabaciones y musicalidad. También he grabado con el grupo Fuera de Clave, de Ibai Armendáriz, en Tudela-Zaragoza haciendo latin jazz, y suelo acompañar de vez en cuando a Jimmy Barnatán.
Noticia Patrocinada
Barnatán, el actor que hacía el papel de Chucky en 'Los Serrano' y hoy día también cantante de blues y derivados.
También estoy en Mirajazz Band, una propuesta de la asociación de Jazz de Miranda de Ebro 'Mirajazz', en la cual tocamos todos los paisanos: Lara Vizuete, Rubén Salvador, Marcelo Escrich y Gonzalo del Val. También he abierto un proyecto de flamenco jazz estas navidades junto a Álvaro López y Javier Rodríguez. Llevo muchos años trabajando en diferentes grupos con Igor Urruchi, uno de los mejores clarinetistas bajos de España, que también es de Miranda. Y el pasado año 2022 colaboré en algún concierto con Chiki Lora (ex Canteca de Macao) y Óliver Rosado (cantautor gaditano), todo por culpa de mi amigo asturiano Sergio Pevida, una eminencia de la percusión.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión