Hay dos tipos de novelistas que, aunque antagónicos, vienen a coincidir en la misma plaza de esa literatura que hoy se entiende por comercial: el ... mal escritor que trata, a base de invocaciones culturalistas, apelaciones a una sensibilidad superficial y guiños a la corrección política, de fingir una calidad que está por encima de sus posibilidades para ganar premios y el buen escritor que rebaja intencionadamente su calidad, esponjando su estilo y haciendo concesiones para hacerse digerible al gran público y obtener el mismo éxito que el primero. Pues bien, Javier Marías no pertenecía a ninguno de esos dos grupos. Es el autor español que se negó del modo más insobornable a atenuar su ambición creativa y su calidad literaria. Por esa razón quedó en los últimos años al margen de los halagos mediáticos. Y a esa vieja renuncia a los reconocimientos comerciales se sumó la renuncia a los de carácter oficial cuando rechazó en 2011 el Premio Nacional de Narrativa por 'Los enamoramientos', una excelente novela, por cierto, en la que delataba la cara menos edificante y presentable del sentimiento amoroso desde una exigente perspectiva ética.
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Javier Marías fue un escritor exquisitamente cuidadoso en las formas narrativas y profundamente moral en los contenidos. Con la publicación de 'Todas las almas' en 1989, dejó definitivamente atrás su 'etapa benetiana' así como los coqueteos experimentales que conllevó esta, pero quedándose con lo mejor de la prosa dilatada y divagatoria de Juan Benet e inaugurando el llamado 'ciclo oxoniense', que halló su culminación en la trilogía de 'Tu rostro mañana', que es un monumento de 1.590 páginas a la lengua española en el que eleva el espionaje del Servicio Secreto Británico a una categoría metafísica al fabular sobre un insólito grupo dependiente del M16 cuya misión consistía en pronosticar de qué vilezas serían capaces los seres humanos y qué deriva sufrirían sus rostros en el futuro.
Aunque entre medias fue publicando obras de esporádico y aislado carácter ('Mañana en la batalla piensa en mí' en 1994, 'Así empieza lo malo' en 2014…), Javier Marías fue fiel a ese particular filón temático de los servicios secretos hasta el final de su vida. De hecho, sus dos útimas entregas, 'Berta Isla' (2017) y 'Tomás Nevinson' (2021), eran continuación la una de la otra y cada de ellas presentaba la cara de un matrimonio fracasado por ese oficio del espionaje que consiste en utilizar los sentimentos ajenos y renunciar a los propios. Sin embargo, las de Marías nunca fueron las clásicas novelas de género. A la calidad literaria se añadía la calidad moral del autor y sus héroes.
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