La Iglesia pide un pacto de Estado para salir de la crisis del coronavirus
Los cardenales Omella y Osoro apuestan por «una comunión perfecta»de los políticos conla sociedad para evitar «decisiones erróneas»
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Al cardenal Juan José Omella le ta tocado llevar las riendas de la Iglesia española en uno de los momentos más difíciles por el ... impacto del coronavirus, que ha sobrepasado las lindes sanitarias para invadir las aspectos económicos, sociales y antropológicos. «Estamos ya en un cambio de época», diagnosticó ayer el arzobispo de Barcelona en una intervención telemática, en la que reclamó un pacto entre todas las fuerzas políticas y sociales para «salir juntos» de esta catástrofe. La petición de unidad la suscribió el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que también participó en la comparecencia 'on line' organizada por Nueva Economía Fórum. La Iglesia ya había pedido rezar por las autoridades y colaborar con ellas, en línea con lo que ha hecho el papa Francisco con el primer ministro de Italia, Giussepe Conte. Fue un análisis desde la fe, pero con una significativa carga política.
Era la primera intervención pública de Omella, que resultó elegido presidente de la Conferencia Episcopal el pasado 3 de marzo tras una polémica y atípica campaña electoral que superó sin problemas. La irrupción de la covid-19 le obligó a confinarse en su residencia de Barcelona, pero no le ha impedido desarrolar una actividad intensa, en contacto permanente con la Comisión Ejecutiva del Episcopado. Y aunque no se ha producido una reunión física con los representantes del Gobierno (ha hablado por teléfono con el Rey y con Pedro Sánchez), la comunicación ha sido fluida. Uno de sus interlocutores en el seno del Ejecutivo es el ministro de Sanidad, Salvador Illa, creyente, que se acercó al PSC de la mano de Josep María Carbonell, cristiano y miembro de la influyente Pax Romana. También han dialogado con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, titular de una cartera muy sensible en estos tiempos, con el que ya se ha formado un grupo de trabajo.
«Es absolutamente necesario. La dignidad de las personas está por encima de la economía»
ingreso mínimo
Monseñor Omella tendió la mano al Gobierno de Sánchez en un momento en el que se necesita la energía de todos. «La política es el arte de gobernar y el político representa al pueblo, con el que tiene que estar en comunión», señaló el purpurado aragonés cuando se le preguntó sobre quién tiene que gestionar la desescalada. «Para salir de una crisis tan fuerte hace falta mucha unión. Si los políticos no tienen una comunión perfecta todas las decisiones serán erróneas. Que consulten con la gran parte de la gente entendida y acertarán», advirtió, antes de reclamar «un pacto entre todos los partidos políticos y los estamentos sociales y económicos para salir juntos de esta crisis como se hizo en Europa después de la Segunda Guerra Mundial». Pero también alertó de que la política está al servicio del pueblo y de que la libertad «solo la podemos ejercer con la libertad compartida, siempre mirando a los demás». Esta idea la apostilló Osoro: «No se trata de si yo gano o mis ideas prosperan. No se trata de quien gana, sino de quien sirve, porque no gana nadie y pierden los más pobres». «La gran mirada del gobernante tiene que ser desde los más pobres, al servicio de una transformación hacia una sociedad más justa», insistió Omella, con unos acentos y subrayados muy en la línea de Francisco, con el que está en contacto permanente.
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«Confinada, pero no parada»
La Iglesia también quiere participar en esa reconstrucción. El jefe de los obispos informó de que desde el primer momento han ofrecido sus instalaciones y sus recursos a todas las instituciones «porque estamos al servicio del bien común». Tanto Omella como Osoro recalcaron que la Iglesia «ha estado confinada, pero no parada». «Tiene dos manos para trabajar: una con los pobres a través de Cáritas y otra, con los más lejanos, a través de Manos Unidas», constataron antes de resaltar la labor de miles de voluntarios en los barrios, en las parroquias y en los hospitales, un colectivo en el que incluyó a las asociaciones del Tercer Sector, sean o no de inspiración cristiana. El arzobispo de Madrid fue más allá y se preguntó «qué habría sido de la capital sin la ayuda de la Iglesia. Hay colas en todas las parroquias para ayudar a los pobres. ¿Que no ha estado presente? Que venga Dios y lo vea. El pueblo, que tiene un olfato especial para saber quién está a su lado, lo está reconociendo», evaluó. En este contexto, Omella se mostró favorable al ingreso mínimo vital, pese a que el secretario general de la CEE, Luis Argüello, había defendido semanas atrás que esa renta tendría que ser sólo mientras dure la pandemia. El cardenal afirmó que «es absolutamente necesario», lo mismo que el trabajo, y que la dignidad de la persona tiene que estar «por encima de la economía».
«Ahora no se trata de quién gana sino de quién sirve, porque nadie gana y pierden los pobres»
Ambos cardenales se mostraron muy cautos a la hora de valorar actuaciones de agentes policiales que irrumpieron durante algunas celebraciones litúrgicas. Las consideraron aisladas y provocadas por un exceso de celo profesional. En cualquier caso, coincidieron en que «no responden a una voluntad o a una decisión del Gobierno de cercenar la libertad de culto. La gran mayoría de las iglesias han estado abiertas y no ha habido problemas». Días atrás, los obispos ya habían acogido de manera positiva el hecho de que Pedro Sánchez incluyera la paulatina recuperación de la vida litúrgica en el calendario de la desescalada, si bien habrían agradecido un reconocimiento público para una mayor visualización de su labor. Omella anunció que se está preparando un funeral conjunto en las diócesis en homenaje a todas las víctimas.
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Tampoco podía faltar el papel del arzobispo en el proceso soberanista de Cataluña, una herida que sigue sangrando pese al terremoto de la pandemia. Omella manifestó que lo único que propone siempre «es que nos sentemos todos y que nos escuchemos. Lo que no quiero es que se imponga una ideología por encima de otras. Hay que estudiar cómo avanzar en el respeto y evitar la crispación. Yo ayudé a que esa crispación no se llevase a cabo. Mi labor como pastor de la Iglesia es mediar entre unos y otros, tender puentes», defendió. Para que no hubiera ningún resquicio para la duda, cerró su intervención con un llamamiento a ser solidarios para que «España sea una gran nación, de la que nos sentimos orgullosos».
«Me alegro de que la eutanasia se haya aparcado»
Cuestiones como la eutanasia o la reforma educativa, ahora paralizadas, también salieron a relucir en la intervención de Juan José Omella. Sobre la primera, el cardenal se congratuló de que ahora esté aparcada «porque los políticos se han precipitado a la hora de llevarla al Parlamento sin una reflexión seria». «No somos dueños de la vida», aseguró en este punto, que contextualizó con la muerte de muchos ancianos en las residencias. «¿Qué hacemos con nuestros mayores, que lo han dado todo? Los aparcamos? ¿Prescindimos de ellos?, se preguntó. Sobre la reforma educativa se mantuvo en la doctrina oficial de la iglesia, desde la oposición pero con un mensaje de puertas abiertas. «El derecho corresponde a los padres. Estatalizar la enseñanza es un tema muy delicado. Tenemos que trabajar para un pacto escolar con un diálogo no ideológico». También salió a relucir la carta del padre Ángel hecha pública por el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, en la que el fundador de Mensajeros de la Paz le agradecía el servicio en favor de los pobres. Se envió a 300 líderes sociales y políticos, aunque sólo se filtró la del dirigente de Podemos, lo que levantó críticas en algunos sectores de la Iglesia. Monseñor Omella valoró la iniciativa como «un gesto de gran humanidad».
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