«Quieren usarnos como marionetas»
En los piquetes de Nueva York. ·
Desde estrellas a secundarios, los actores se unen en la defensa de un convenio digno frente a la IA y el streamingEn la confluencia de Broadway con Times Square, los grandes estudios como Paramount presiden las alturas de la masiva oferta de entretenimiento que impresiona a ... las docenas de miles de turistas que visitan cada día este icónico rincón de Manhattan. Durante las últimas dos semanas, los piquetes de huelga del sindicato de actores SAG-AFTRA protestan a las puertas del edificio tras la negativa del gigante corporativo a negociar un contrato de trabajo digno para los 160.000 actores de cine y televisión que hacen posible el contenido que les hace célebres.
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Bajo un sol implacable, Megn Buckley es uno de los actores que diariamente se manifiestan de 9 a 12 de la mañana en las sedes de algunas de las principales corporaciones, cuyas oficinas de producción se alzan en las áreas más cotizadas del corazón de Nueva York. Como a la mayoría de los actores, lo que más le preocupa es como la Inteligencia Artificial (IA) está afectando a la industria.
La sustitución de los intérpretes por imágenes generadas por tecnología reduce la posibilidad de crecimiento artístico de un actor, señala, quitando oportunidades para desarrollar una carrera. «Muchos de nosotros tenemos papeles muy pequeños», explica. «La mayoría construimos sobre esos pequeños papeles para conseguir partes más grandes».
Megn explica que los productores quieren utilizar la imagen y voz de los actores sin limitaciones y a perpetuidad, libres del consentimiento de sus dueños. «Lo que nos proponen es pagarnos un día de trabajo para obtener nuestra imagen y después utilizarla para el resto de la eternidad, en la forma y manera que deseen».
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Megn, como la mayoría de sus compañeros, sobrevive con los modestos cheques de derechos de emisión de pequeños papeles y los ocasionales trabajos que le permitieron salir adelante durante la pandemia. Otros actores ni siquiera reciben pagos por las emisiones. «Lo que queremos es un contrato justo con salarios dignos y que respete a los profesionales. Si pagaran todas las emisiones por streaming, en vez de recibir 50 céntimos por cada una de ellas serían 50 dólares».
Al otro lado de Broadway, el veterano Josh Mowery protesta junto a sus compañeros en el Centro Rockefeller, donde el conglomerado NBC-Universal alberga su sede en un magnífico edificio art decó. «El modelo de negocio ha cambiado considerablemente. Lo que proponen ahora es prácticamente usarnos como marionetas, usurpar nuestra imagen a cambio de una baja compensación y tener derechos a perpetuidad sobre ella», explica con preocupación.
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«Pretenden usurpar nuestra imagen y tener derechos a perpetuidad sobre ella»
Josh es miembro del sindicato desde 1976. En casi cinco décadas en la industria se ha labrado una carrera estable con papeles secundarios en docenas de películas y series como 'Hospital General', 'Los Soprano' y 'La maravillosa señora Maisel'. «Están destruyendo la profesión», lamenta apesadumbrado.
Pancarta en mano y con el perfil bajo tratando de no atraer la atención de los fotógrafos, Julianne Moore desfila entre los piquetes del centro Rockefeller.
Por debajo del salario básico
Cyce Sadsad es miembro del sindicato desde 2006, y tras décadas de trabajo en la industria, a sus 50 años aún no gana un salario decente para vivir. «Hemos estado trabajando muy, muy por debajo del salario básico durante muchos años», ilustra. «Todas las producciones de cine y televisión están canceladas, así que no tengo trabajo, lo que convierte mis ingresos en cero», señala la actriz que lleva desde las nueve de la mañana bajo un intenso calor en el piquete de Times Square. Como muchos otros actores su ingreso anual como actor no es suficiente para obtener el seguro médico del sindicato. «El 87% de los actores gana menos de 26.000 dólares al año, por lo que no cualifican para el seguro médico, así que eso te dice algo», señala con una sonrisa circunstancial. «Trabajamos desde las 5 de la mañana en jornadas largas, a menudo de hasta 16 horas». Un trabajo que se hace por amor a la profesión, señala. «Los estudios deben de respetar y honrar a la gente que hace este trabajo para ellos», señala.
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Martin Ewens, actor británico establecido en Nueva York desde hace décadas, señala que todo ha estado bastante parado desde hace meses por la huelga de guionistas. Ha trabajado en conocidas series como 'Sherlock Holmes', pero ahora sobrevive gracias a anuncios comerciales, filmes de bajo presupuesto y lectura de guiones para proyectos futuros.
«Los estudios están haciendo dinero con la reemisión de programas, pero no sabemos cuánto representa en términos de derechos de emisión, no hay transparencia sobre ello. Y ni siquiera quieren negociar un contrato justo», concluye. «Con la IA eliminan los derechos de emisión», explica, un componente fundamental del ingreso de los actores. «Te graban una vez y no vuelven a verte. Es tu imagen que luego quién sabe cómo se manipulará, quizás en formas y en papeles que uno no quiere hacer. No es aceptable y tiene que terminar».
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El 87% de los actores gana menos de 26.000 dólares al año y no puede acceder al seguro médico
Daralyn Jay participó en la gran concentración del martes en Times Square, en la que el sindicato sacó músculo con la presencia masiva de estrellas como Bryan Cranston y Jessica Chastain. «La huelga me ha hecho darme cuenta de la importancia de la organización sindical en este país, y en cualquier otro sitio del mundo», señala con orgullo.
Daralyn trabaja como actriz y escritora desde hace mucho tiempo en proyectos independientes. La llegada de la IA a la industria ha creado una gran inquietud a todos los niveles entre los profesionales. «No se sabe mucho sobre esto, pero llevan haciéndolo hace años, especialmente con actores de reparto. Cuando llegan a trabajar les dicen que les van a escanear. Y no pueden decir que no, porque si lo hacen les despiden sin pagarles».
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La incertidumbre sobre el futuro es inmensa. La propuesta de la AMPTP (alianza de productores de cine y televisión que representa a los gigantes de la industria) supone contratos de cesión de derechos de imagen y voz a perpetuidad y desvinculados del consentimiento sobre el tipo y forma de uso, destinados a destruir empleo y convertir a los seres humanos en bases de datos.
«El otro día me llegó un cheque por un show en streaming: 32 céntimos por emisión. Los productores saben ¡cuántas veces se ha visto, pero nosotros no», denuncia Daralyn. Los estudios ingresan miles de millones. «Y nos dicen que nuestras demandas no son posibles ni razonables».
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