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El Arriaga se viste de gala
La elite de las artes escénicas desfiló por la alfombra roja de los Premios MAX entre flashes, nervios y sonrisas
El Teatro Arriaga vistió ayer sus mejores galas para acoger la XXIV edición de los Premios Max y por su larga alfombra roja, que se ... extendía por toda la plaza, fue desfilando la élite de las artes escénicas. Minutos antes de las seis de la tarde ya se palpaba la tensión en el ambiente. Los grupos Shuarma y Elefantes, nominados a Mejor Espectáculo Revelación por 'Antoine', fueron los que estrenaron el 'photocall'. Entre posado y posado, César Maroto y Nacho Vilar, que competían por el Mejor Espectáculo de Calle con 'Glubs' revolucionaron la alfombra roja al sacarse un selfi frente a los periodistas. «Estamos muy contentos de estar en Bilbao, ¡además con este tiempo! Ha sido un año complicado para el teatro de calle, pero la gente tiene ganas de reír», acertaron a decir antes de desaparecer en el hall del Arriaga.
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Alex Gerediaga tampoco tardó en llegar. El director hizo de maestro de ceremonias de la gala junto a Calixto Bieito y prometió «un espectáculo con una paleta de colores inmensa». Entre los artistas invitados a actuar, se encontraban Asier Etxeandia y Enrico Barbaro, que forman el grupo de música Mastodonte y que posaron «a lo Mocedades». A pesar de lo festivo de la ocasión, Etxeandia reconoció que «durante la pandemia hubo momentos en los que pensaba que no volvería a subirme a un escenario. Los locos años veinte de verdad creo que vienen ahora», añadió con una sonrisa.
Todos los finalistas destacaron el «lujo» que supone asistir a la gala de los Premios Max. Daniel Abreu, nominado a mejor Intérprete Masculino de Danza por 'El hijo', añadió que ser candidato es ya «un gran reconocimiento». La artista Yogurinha Borova puso una nota de color con un llamativo traje y un tocado de plumas. «Estoy feliz y nerviosa. Ya había ganas de algo así», dijo. Poco después saltó a escena el grupo Brodas Bros, aspirante a Mejor Espectáculo de Danza por una obra de hip hop y que demostró estilo al posar delante de las cámaras.
Un «gran honor»
Cada candidato recibía una pequeña manzana a la entrada, y Dani Grao ya tenía claro dónde iba a acabar la suya: «La voy a guardar para mi hijo. Cuando le he dicho que era uno de los tres nominados, me ha dicho: '¡Qué gran honor!'». Mientras, Ana Zamora posaba con dos manzanas. Estaba en la terna a Mejor Dirección de Escena y Mejor Adaptación o Versión de Obra Teatral por 'NISE, la tragedia de Inés de Castro. «¡Alguno tendremos que llevarnos!», rio.
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En la gala también hubo lugar para la reivindicación. Carolina Yuste, candidata a Mejor Actriz por 'Prostitución' -que optaba también al premio de Mejor Espectáculo de Teatro-, aseguró que este trabajo «ha desatado una revolución en mí. En ella hemos intentado ser una herramienta para transmitir la voz de las prostitutas con las que hemos hablado».
El escritor Bernardo Atxaga, un poco apartado, esperaba su turno frente a las cámaras. Acudía a entregar un premio y reconoció que de camino había perdido los papeles. «Menos mal que ya los he encontrado. Además, en los viajes en taxi es donde surgen las ideas», desveló. La directora María Goirizelaia también estaba encantada de jugar en casa. «Espero que esta gala sea especial. Estoy nominada con dos grandes y eso ya es un premio».
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'Kutsidazu Bidea Ixabel', la ya clásica obra vasca, optaba a Mejor Espectáculo Musical y Joli Pascualena no podía disimular su alegría. «Es un reconocimiento a todo el equipo».
Bajo la mascarilla del consejero de Cultura, Bingen Zupiria, se adivinaba una sonrisa: «Estamos muy contentos de tener la gala de los Premios Max en Bilbao. La cultura ha sufrido mucho con la pandemia y requiere una protección especial». Coincidió con él Joanes Urkixo, de la dirección de la SGAE. «Para impulsar la recuperación hace falta más inversión pública», dijo. El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, destacó la importancia de la cita para la cultura y para la ciudad. Además, es también una pequeña señal de que «poco a poco vamos volviendo a la normalidad». En la comitiva institucional también se encontraban la diputada foral de Euskera, Cultura y Deporte, Lorea Bilbao; el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso; y el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, entre otros.
La última en llegar fue Gemma Cuervo, acompañada de sus hijas Cayetana y Natalia Guillén Cuervo, y enfundada en un elegante abrigo. Sonreía, miraba a todos lados y, con cada movimiento, dejaba escapar un poco de aire por la boca. «El Premio Max de honor es un reconocimiento a toda su carrera por parte de los suyos y que pone en valor muchos años dedicados a la cultura. Está muy emocionada y le falta un poco el aire», explicó su hija Cayetana. Y Bilbao también se desbordó de emoción.
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