Al rescate de un Chanel de época
Tejidos históricos. ·
El restaurador César Rodríguez recupera un vestido de 1927 «a punto de ser cortado» en el Kuntsmuseum de La HayaItxaso Elorduy
Domingo, 14 de septiembre 2025, 01:16
El bilbaíno César Rodríguez, restaurador de moda y tejidos históricos en el Kuntsmuseum Den Haag de La Haya, fue nombrado responsable de este departamento en 2018 «para profesionalizar el taller, lleno de tesoros acumulados desde los años 50 que merece la pena recuperar». Mientras hacía inventario, encontró «dos trozos de tela junto a un lazo, prácticamente deshechos, en una caja marcada como 'material para restauración'». Ahora sabe que esos retales eran «un Chanel de 1927 considerado una pieza excepcional por su valor histórico». Con él existen seis versiones de este modelo repartidas por el mundo.
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En EE UU se están planteando reunirlas en una exposición itinerante y en enero se estrenará un documental sobre la historia que hay detrás de estos vestidos. «Es como si encuentras un Picasso o un Delaunay al que nunca habían hecho caso, el revuelo es enorme». El museo recoge piezas que ceden coleccionistas privados, incluso bordados o textiles en mal estado que se reutilizan en la restauración de otros vestidos, y ese era el destino del Chanel mutilado.
Rodríguez afirma que Miren Arzalluz «ha sido una pieza clave en este descubrimiento». En el Palais Galliera organizó la exposición monográfica 'Gabrielle Chanel, Fashion Manifesto', que duró casi un año y debido a su éxito se convirtió en itinerante. Para ello hizo nuevas selecciones de piezas «porque por temas de conservación no se puede utilizar el mismo vestido en muchas exposiciones diferentes». Entonces pidieron la colaboración del Kuntsmuseum, que cedió un Chanel de los años 30. «Cuando viajé a Londres, al museo Victoria & Albert, vi un vestido de color rosa que provenía del Phoenix Museum y me llamó poderosamente la atención su bordado», recuerda el restaurador. «Chanel se obsesiona durante estos años con un encaje que se llama Leavers, decorado con piedras preciosas, y el museo de La Haya tenía catalogado otro vestido de 1927 realizado con una técnica similar: con una especie de islas decoradas con hilos, cubierto con cristales adornados con un baño de plata y cosido a mano». Empezó a preguntarse dónde había visto antes ese mismo vestido rosa y realizó un trabajo digno de un periodista de investigación. «Saco documentación, cojo apuntes, busco archivos, viajo a Gran Bretaña, indago durante más de tres años. A la vuelta a los Países Bajos recuerdo que encontramos dos trozos de tela similares en una caja, falda y cuerpo, mutilados y deteriorados, sin etiqueta, pero que parecía que iban en la misma gama que el vestido rosa que vi en el Victoria & Albert».
Constató que los materiales eran idénticos y que no se trataba de una copia. «Para justificar que el vestido era un Chanel auténtico, algo que todo el mundo quiere tener en su colección, la fuente real de verificación es el material. En este proceso me entusiasmo y busco a los proveedores». Sabía que Chanel había trabajado con dos países: Italia, «utilizó cristales de murano», y la República Checa, otro argumento para confirmar la originalidad de la pieza.
«Cuando descubrí todo, me cabreé, porque en los 80, cuando se encontró la pieza mutilada, no se estipuló que fuera nada importante y se donó a restauración. Hay que recordar que en esos años a Chanel se le copiaba mucho y viajé a París para ver si tuvo problemas de copyright». Descubrió que la couturier tuvo varios juicios en los que demandaba a modistas por copias ilegales y acudió con la información a los archivos, donde encontraron un dibujo con los materiales exactos utilizados. El uso del color rosa era «algo muy raro en la firma», durante los primeros años, cuando la paleta se limitaba a rojos, azules y negros. «Eran piezas que estaban en América, porque Chanel se desplazó a EEUU para promocionarse y los museos en Europa las desconocían. De hecho, descubrí que el vestido rosa se publicita en EEUU como uno de los más exitosos de la colección de 1927».
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Injertos para cubrir agujeros
A su regreso a París con la imagen del vestido de EEUU, el restaurador la dibujó para superponerla como un puzle al Chanel de La Haya. «Vi que el match era perfecto, pero al colocar el vestido en el maniquí con alfileres, que pesa un quintal, entendemos que a nuestro vestido le falta otro interior, que tuvimos que generar para tener la silueta, la toile, con la tela y el color original gracias al lazo que había sobrevivido». El siguiente paso fue la reproducción de las lagunas, confeccionar unos parches utilizando la técnica de los años 20, «para ello buscamos proveedores y generamos seis injertos que cubrirían los agujeros».
Terminado el trabajo, colgó en las redes el descubrimiento y el vestido se conserva en el depósito del museo. «Rescatar una obra perdida ayuda a entender que la moda no es solamente un vestido bonito, sino muchos conocimientos científico-técnicos asociados con otras especialidades como la pintura», explica. «En el descubrimiento de la Mona Lisa Del Prado, por ejemplo, los procesos de verificación fueron muy parecidos a los que utilizamos nosotros».
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