Rosario y Asier cierran su tienda de velas del Casco Viejo solo 10 meses después de abrir: «Este sueño continúa»
Estos emprendedores de 29 años se trasladan a un coworking frente al Guggenheim, donde impartirán sus famosos talleres, con los que han sido pioneros en Bilbao
«Pase lo que pase, ya ha salido genial, porque lo hemos intentado», decían con ilusión Asier Martos y Rosario Mohamed El Mamun el pasado 13 de septiembre, cuando decidieron transformar su hobby en una tienda de velas naturales. Amigos desde la infancia, estos emprendedores de 29 años levantaron su proyecto en el número 48 de la calle Artekale del Casco Viejo, donde no solo elaboraban con sus propias manos las velas que después vendían, sino que también compartían su pasión en talleres que se llenaban enseguida, convirtiendo su afición en toda una experiencia para quienes los visitaban.
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Diez meses después, el 20 de julio, bajaron la persiana por última vez. Con «mucha pena», pero no fue una despedida, sino el inicio de una nueva etapa, en otro espacio y con un enfoque distinto, más acorde a sus necesidades actuales. «Nos llevamos Artekale en el corazón, por los comerciantes, vecinos y clientes tan maravillosos que hemos conocido, pero los talleres han tenido tan buena acogida que necesitamos un espacio más grande. Teníamos lista de espera y mucha gente se quedaba fuera», cuenta Rosario.
Estos dos emprendedores cierran su tienda física, pero Karama Candle no se apaga: se transforma. «Cuando abrimos en Artekale ya llevábamos un año con la tienda 'online', y con el tiempo comprobamos que la mayor parte de las ventas llegaban por ese canal». Su verdadero fuerte son los talleres, y por eso en septiembre se trasladarán a un espacio de coworking, Addagune, en el número 8 de la Avenida de las Universidades, frente al Guggenheim, donde continuarán compartiendo este «fascinante mundo» de la fabricación de velas. «En el Casco Viejo solo podíamos recibir a diez personas y ahora podremos acoger hasta treinta. En Bilbao hemos sido pioneros y hemos tenido la suerte de que el boca a boca se haya convertido en nuestra mejor publicidad. Pensábamos que vendría gente de la ciudad y alrededores, pero hemos tenido alumnos de Vitoria, Navarra, Burgos, La Rioja e incluso de Málaga, en una despedida de soltera», celebran.
Rosario y Asier han optado por alquilar este espacio interdisciplinar por días, un lugar que lo mismo acoge reuniones de empresa o 'showrooms' que conferencias y eventos. Allí continuarán impartiendo sus conocidos talleres los fines de semana, y de momento ya han abierto inscripciones para los del 20 y el 28 de septiembre. Convertidos en toda una experiencia para relajarse, aprender y conocer gente, tienen un precio de 50 euros, duran tres horas, incluyen todo el material, ofrecen un brunch y permiten a cada participante llevarse a casa dos velas (una aromática y otra decorativa) elaboradas por ellos mismos. «Queremos que los asistentes disfruten, descubran de lo que son capaces, frenen un poco, salgan de la rutina y estén en el presente. Y que sientan esa relajación que experimentamos nosotros al fabricarlas», explican los emprendedores, que animan a inscribirse a través de su perfil de Instagram o su web. Además, como novedad -y a petición de sus propios alumnos- lanzarán un taller de recipientes en el que enseñarán a crear las vasijas de resina que sirven de base para las velas.
Un sueño compartido
Los caminos de Rosario y Asier se cruzaron en la infancia, durante una tarde de verano en las piscinas de Ortuella. Compartían chapuzones y juegos, pero nunca imaginaron que años después acabarían creando juntos Karama Candle. Ambos dejaron sus trabajos en empresas de producción para volcarse por completo en este proyecto, con el que han logrado construir una comunidad fiel de más de 4.600 personas en Instagram, que esperan que les acompañe en esta nueva etapa.
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Rosario, saharaui acogida a los 7 años por una familia de Ortuella, siempre ha sido una apasionada de las velas y, tras un momento difícil en su vida, encontró en ellas una vía de escape. «Hace un año pasé una época de ansiedad y depresión. Me aficioné a crear velas y descubrí muchísima paz, volví a conectar conmigo misma». No tardó en sumarse Asier, que también atravesaba una etapa complicada. «Había tenido un accidente laboral: me rompí el tendón de un dedo y estuve seis meses de baja. Después me operaron de un hombro y me encontraba muy desmotivado, así que, en vez de quedar para tomar un café, nos juntábamos en su casa a hacer velas. Me relajaba muchísimo y me ayudaba a trabajar la paciencia, que nunca he tenido mucha», ríe.
Su afición fue creciendo, empezaron a vender velas en ferias y pronto les entró el gusanillo de emprender. «Seguiremos vendiendo nuestras velas de forma 'online' y se podrán encargar y recoger en el nuevo espacio. Entre semana, cada uno trabajaremos en nuestros propios proyectos. Y en un futuro cercano quiero lanzar Karama Academy, para enseñar a la gente a emprender en el mundo de las velas y crear su propia marca», dice Rosario, con una pasión que nunca se apaga.
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