De pendientes a las camisas y vestidos más deseados

La firma vizcaína que triunfa por sus pendientes lanza las camisas y vestidos más deseados del otoño

Ponerle alegría y originalidad al invierno. Este es el lema de la nueva colección de ropa que ha lanzado la firma vasca Mabella di Notte, un nombre tras el que se esconde Leticia Ibarrola. Su andadura con la firma comenzó hace unos diez años y desde entonces no ha parado de crecer. Desde aquellos primeros pendientes y tocados hasta las camisas y vestidos que ha presentado en su última colección de prendas para este otoño-invierno.

Llevaba todo este año 'jugando' con el tema textil: además de sus colecciones de pañuelos, también había lanzado sudaderas, camisetas y unas blusas monísimas para este verano. Todo ello le ha servido de trampolín para este nuevo proyecto que llega para colonizar nuestros armarios y darnos ese toque 'chic' y diferente en un mundo cada vez más uniformizado y uniformado.

«La de verano fue una colección de prueba y, de hecho, llegó un poco más tarde de lo recomendable», explica. Aún así, algunas de sus blusas, como Herminia, se agotaron a los pocos días de salir a la venta. La experiencia le sirvió para tener todo a punto para esta temporada. De hecho, el mes pasado ya enseñó el primer adelanto de lo que venía y esta misma semana ha vuelto a sorprender a sus seguidoras con dos vestidos.

La colección de otoño invierno 2023 de Mabella di Notte es muy reconocible por la calle y se compone de 4 camisas y 2 vestidos. Es también, una apuesta por comprar poco y bien, por evitar el derroche y por ser sostenible. Las camisas, bautizadas como Ezkurra, Hurra, Hostoa y Haritza, están hechas para brillar tanto en el día a día como en una ocasión especial, y son ese tipo de prendas que puedes llevar a la oficina y luego a una noche con amigos.

El nexo de unión de las cuatro es el estampado de cuadros, en unas más tipo vichy, como en Ezkurra, y en otras, más al estilo 'leñador-cool', como en Hurra. Y otra de sus conexiones son los ribetes y vivos plisados de otro color y dibujo, para que haga contraste y le aporte ese punto desenfadado que tanto le gusta a Ibarrola. Porque la vida es muy seria, pero hace falta mirarle a los ojos con una sonrisa.

Los vestidos, Euria y Haizea, son la auténtica novedad en esta experiencia, pues nunca antes había hecho algo similar. Son dos modelos totalmente diferentes. El primero, con el estampado de flores, los bolsillos vistos y los abullonados, evoca un estilo más naif y relajado. El segundo, Haizea, tiene un punto más pop y mezcla los cuadros en gris marengo e hilo de oro con los ribetes en vichy de varios tonos. Ambos tienen corte a la rodilla, con cierto aire 'sixty', muy favorecedor.

La ropa de Mabella es «diferente» a lo que podemos encontrar en el mercado y cuentan con un número limitado de unidades, es decir, son colecciones exclusivas. «Las diseño pensando en mí», ríe Ibarrola. Es decir, en lo que le gustaría ponerse, así que puede decirse que son un trocito de ella misma. Destacan por su «mezcla de colores, que creo que es mi seña de identidad, mi fuerte», y también por su estilo coqueto y delicado.

Se elaboran de la manera más artesanal posible. Ibarrola los imagina, los dibuja y, luego, el taller de Barcelona con el que trabaja los hace realidad. «Es un proceso laborioso y lleva su tiempo porque yo les explico lo que quiero, la patronista lo hace, me mandan las pruebas, las reenvío corregidas...». Y en cada uno de los pasos derrocha cuidado y pasión.

Ibarrola, que tiene 35 años, reconoce que si volviera atrás en su vida, no volvería a estudiar lo que hizo, secretariado de dirección, sino «algo relacionado con el mundo de la moda». Su madre le contagió ese gusto por el cuidado y la estética que caló poco a poco. «De niña no me interesaba nada, de adolescente, en cambio, empezó a gustarme muchísimo».

Cuando tenía 25 años, lanzó Mabella di Notte para dar rienda suelta a su creatividad en forma de pendientes. Son joyas que diseña y crea ella misma, con sus manos, en el salón de su casa. A lo largo de una década ha concebido decenas de modelos y algunos los han lucido famosas como Anne Igartiburu y Chenoa. Aunque reconoce que le hace igual de ilusión ver a gente anónima con sus piezas: «Más de una vez he parado yo a esas personas por la calle y les he dicho que era Mabella, jajajajaja. Me hace muchísima ilusión».

Pasado este tiempo, echa la vista atrás y se da cuenta de que tiene la misma ilusión que entonces. «A la creación ahora le dedico el tiempo que puedo, es decir, las mañanas y los mediodías, mientras mi hija va a la ikastola y echa la siesta», admite. Pero el resto del tiempo no es que esté parada: busca inspiración, envía paquetes, recibe materiales, atiende las redes sociales... «Es un trabajo 24/7», cuenta feliz.

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