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Una ermita del siglo XVI renace como centro social para los 50 vecinos de un pequeño pueblo a media hora de Bilbao
El diseñador de interiores Andoni Díaz ha liderado la rehabilitación de este emblemático edificio en Retes de Llanteno, combinando conservación patrimonial y uso social
Enclavada en el pequeño núcleo rural de Retes de Llanteno, en Aiara (Álava), la antigua ermita de La Magdalena -una construcción del siglo XVI- ha sido rehabilitada y transformada en un espacio socio-recreativo para el disfrute de sus apenas 50 vecinos. El proyecto, firmado por AD Estudio (Amurrio) y liderado por el diseñador de interiores Andoni Díaz, ha logrado equilibrar la conservación patrimonial con la funcionalidad contemporánea, dotando al edificio de una nueva vida sin perder su identidad histórica. «Cuando hace unos años la comunidad de Retes de Llanteno se enteró de que la ermita era de su propiedad, tuvo claro que quería darle uso como espacio para actividades comunitarias: desde encuentros vecinales hasta cumpleaños infantiles», explica Díaz.
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Con una trayectoria de más de diez años en el diseño y reforma de viviendas y locales, esta ha sido la primera vez que AD Estudio se enfrentaba a un encargo de estas características. «Para nosotros ha sido todo un reto, sobre todo en el aspecto legal y administrativo», reconoce Andoni. No en vano, al tratarse de un edificio catalogado del siglo XVI, la actuación requería el visto bueno de la Diputación Foral de Álava, el Ayuntamiento, La Agencia Vasca del Agua (URA) y el área de Patrimonio, tanto por su valor histórico como por su proximidad a un cauce fluvial. «Llevaba décadas abandonada, no tenía ni electricidad ni agua. La verdad es que estaba en un estado muy deteriorado, con humedades, una cúpula dañada y la estructura general afectada por el paso del tiempo. Solo se había intervenido en 2018, cuando se renovó la cubierta a tres aguas», recuerda Andoni, que es el Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Decoradores y Diseñadores de Interior de España.
Superados los escollos administrativos, Andoni y su equipo pusieron en marcha a finales de 2024 el proyecto integral de reforma. «Los vecinos no querían mantener los símbolos religiosos, pero aunque su valor no era muy alto, ideamos fórmulas para que siguieran presentes, aunque no estuvieran a la vista. Desde el estudio teníamos claro que, aunque el espacio ya no tuviera uso religioso, debía conservar por completo su esencia histórica», subraya. Uno de los elementos patrimoniales más valiosos es el retablo barroco de madera, datado en el siglo XVII, que aún preside el fondo del espacio. La talla original de la Virgen de la Magdalena, que lo coronaba, desapareció hace décadas, aunque sigue muy presente en la memoria colectiva del pueblo. «Los más mayores la recuerdan de cuando eran niños, pero hoy en día su paradero es un misterio. Es muy probable que esté almacenada en el archivo diocesano», apunta Andoni.
Fachada acristalada
El retablo inferior, un óleo sobre lienzo con marco tallado, presentaba un estado de deterioro tan avanzado que su restauración resultaba inviable. Por ello, se optó por cubrirlo con una funda negra, dejando visible únicamente la parte superior del retablo, que ha sido limpiada y conservada en su estado original, sin intervenciones agresivas. «En cuanto al espacio en sí, la intervención más visible es la instalación de una cuarta fachada completamente acristalada, que cierra el pórtico abierto original sin romper la estética», señala Andoni. En el interior, se ha mantenido el suelo original de losas de piedra del siglo XVI en la nave central, y solo se ha sustituido el pavimento de la entrada por un porcelánico de acabado cementoso, con el fin de mejorar la accesibilidad.
Para resolver las necesidades técnicas sin intervenir directamente en los muros de piedra, se instaló un trasdosado de tablero acabado Hickory Frida de Finsa, que además integra mobiliario a medida: armarios, un pequeño office con nevera y microondas, y zonas de almacenamiento para juegos, vajilla y mantelería. Este acabado, combinado con las paredes encaladas y la piedra vista, otorga al conjunto un aire minimalista y cálido. «El equipamiento interior incluye sillas apilables modelo Supra, de la firma vasca Ondarreta, en acabado Dune, que aportan ligereza visual y versatilidad: pueden sacarse fácilmente al exterior o reconfigurarse según el tipo de actividad. Nos parecían la elección más adecuada», explica Andoni.
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También se incorporaron mesas plegables para reuniones, charlas o partidas de cartas, adaptándose así a la diversidad de usos prevista por los propios vecinos. El resultado es un espacio multifuncional, acogedor y profundamente respetuoso con su historia, que ha devuelto a la ermita su papel central en la vida del pueblo. «Los vecinos están muy contentos con el resultado. Son pocos habitantes, pero se mueven mucho para mejorar sus equipamientos, sobre todo porque hay varias parejas con niños pequeños. Nosotros también estamos muy satisfechos. Sentimos que no solo hemos restaurado un edificio, sino que hemos reactivado un lugar de memoria compartida. Hemos diseñado desde el respeto, cuidando cada decisión para que ellos pudieran sentirse representados en cada detalle», concluye Andoni.
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