Más de tres años en busca de un modelo de gestión atractivo
La clave es compaginar los intereses públicos con la rentabilidad que demandan las empresas para implicarse en el proyecto
El Ayuntamiento de Bilbao lleva más de tres años buscando el modelo idóneo para levantar La Nueva Casilla. No está siendo fácil porque se trata de un equipamiento público que se va a construir con capital privado y, a cambio, la empresa que asuma el tajo gestionará la instalación durante varias décadas. Pasado ese tiempo, quedará en manos de la administración. Lo mismo que se ha hecho con la estación Intermodal.
Publicidad
Pues está costando encontrar el modelo. Según el plan inicial, La Nueva Casilla debería estar terminada y funcionando en 2026, pero no va a poder ser. Si el contrato se licitase a finales de este año nos situaríamos, como muy pronto, en 2028. Más posiblemente, en 2029.
La historia tiene un recorrido sinuoso. Todo comenzó en febrero de 2022, cuando el alcalde presentó una iniciativa que tenía como fin tumbar el equipamiento actual –construido en los años sesenta y muy infrautilizado desde hace tiempo– y levantar algo totalmente nuevo que sirviese, además, para reactivar toda esa parte de la ciudad desde una perspectiva tanto urbanística como de actividad cultural y de ocio.
Hubo luego un diálogo competitivo con inversores y empresas –inmobiliarias y gestoras de equipamientos, esencialmente– con el fin de que el sector privado aportase ideas e iniciativas, de modo que el proceso público se adaptase a lo que demanda el mercado.
La cosa se fue torciendo
Un año después, en marzo de 2023, se presentó el estudio de viabilidad que precede a cualquier licitación de este tipo; ese documento fue elaborado en base a lo sondeado en el diálogo competitivo previo. Ahí, sobre el papel, sí salían los números y se veía que el asunto podía ser de interés para las empresas.
Publicidad
Pero a partir de aquel momento la cosa se fue torciendo. El ánimo era licitar el contrato rápidamente y adjudicarlo a finales de 2023, pero se fue posponiendo por las dificultades para elaborar unos pliegos que conjugasen los intereses públicos y privados; es decir, donde los primeros no neutralizasen la rentabilidad de la inversión.
Finalmente salió la licitación en julio de 2024 con los mimbres conocidos: en el nuevo edificio se pedía, como mínimo, un polideportivo con piscina y los servicios que facilita Bilbao Kirolak, porque este equipamiento pasaría a estar en la órbita de la sociedad pública y sería accesible para sus abonados con sus mismas tarifas. Además, la empresa adjudicataria podría ofrecer otros servicios para abonados propios que serían de su entera competencia y con el coste que quisiese. Todo esto, junto con un parking subterráneo de 350 plazas y la reforma de la plaza, era lo mínimo que se exigía. Pero también era esencial articular un uso complementario, un espacio para eventos, de cara a «impulsar la centralidad cultural, la captación y retención del talento» y fuese «referente y tractor de la ciudad y del territorio».
Publicidad
En noviembre de 2024 la licitación quedó desierta. Nadie se interesó por levantar La Nueva Casilla. Ya entonces el Ayuntamiento anunció que iba a buscar alternativas para hacer atractivo el contrato. Hasta ahora.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión