Calabaza: tan sosa, tan dulce...
Javier Reino
Domingo, 27 de septiembre 2015, 22:08
Durante unos días el buscador Google ha dado su particular bienvenida al otoño componiendo su logo o 'doodle' con varios tipos de calabaza. Podría haber ... escrito un tratado con ellas puesto que las formas que toma en la naturaleza este producto tan extendido por el mundo son variadísimas y caprichosas: esféricas, achatadas, alargadas, retorcidas, de botella...Curiosa creatividad de la madre naturaleza en un fruto que se toma precisamente como paradigma de la sosería.
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Pocos productos del campo permiten usos, además del puramente alimenticio, tan diversos como el de cantimplora (secándola y vaciando su contenido con gravilla) al puramente ornamental, pasando por otros más festivos como el de Halloween (tan típico de Norteamérica, tan típico ya de todas partes...) hasta el de la tribu 'ndani' de Papúa-Nueva Guinea cuyos varones tiene el buen gusto de usar la cáscara de una calabaza de tamaño y forma apropiados para cubirse el pene (y por cierto, esa es toda su vestimenta).
Al final, todo ello no es más que aprovechar las múltiples formas y dimensiones de esta joya natural, que no es sino la baya de una planta (calabacera, ayote...) de la familia de las cucurbitáceas, generalmente de cáscara muy dura, gran tamaño (algunas alcanzan proporciones y pesos descomunales), gruesa pulpa y abundantes semillas.
Como alimento tiene enormes propiedades nutritivas. A su efecto antioxidante añaden los bromatólogos otros, como el de reductor del colesterol 'malo', el de inhibidor de algunos tipos de cáncer (próstata, pulmón) e incluso de deficiencias degenerativas como las cataratas o la sordera, gracias todo eso a su riqueza en carotenos.
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Adorno
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Un añadido para quienes se hagan con una calabaza de esas de formas inverosímiles -o no- y deseen conservarlas como adorno funciona muy bien lavarla y, una vez seca, rociarla de laca (como algunas cabezas). Con cuidado de que no esté picada porque por ahí puede empezar a pudrirse. Suerte.
Preparémonos, pues, con la despedida del verano (y de los deliciosos y tiernos calabacines) a recibir a la gran calabaza, rotunda, pesada y dura. Y rellena de esa pulpa entre amarillenta y anaranjada (depende de la variedad) que suele enriquecer nuestros cocidos invernales, a los que aporta un toque suave y dulzón, pero que tiene muchísimas otras posibilidades culinarias.
Tiempo habrá de tratarlas... Pero hoy vamos a intentarlo con un dulce. El 'cabello de ángel' (también conocido como 'dulce de calabaza', aunque no siempre son lo mismo) es usado como relleno de pasteles y tartas, de empanadillas dulces y en la famosa ensaimada mallorquina. Se elabora con un tipo de calabraza, la 'cidra', grande, de forma casi esférica, propia del otoñom y de pulpa tan fibrosa que resulta imposble consumirla de otra manera. Nuestro dulce será el resultado de caramelizar esas fibras. La receta es fácil, aunque trabajosa.
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'Cabello de ángel'
La cidra es el tipo de calabaza que se utiliza para preparar 'cabello de ángel'. / Fotolia
Lo primero es partir la cidra en cuatro trozos. Cuesta porque tiene una piel durísima. Hay quien pone una toalla en el suelo y lanza la cucurbitácea con saña contra el piso para partirla.
Se colocan los trozos en una olla con agua fría, se lleva a ebullición y se deja cocer durante una hora. Pasado este tiempo, se escurren y se dejan enfriar los trozos de calabarza. No tiramos el agua de la cocción.
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Ya en frío, se quitan las semillas (son muchas y lleva tiempo) y la piel. Libre de pipas y de piel, la pulpa vuelve a la olla, donde la cubrimos de agua fría y así la dejamos durante dos horas a temperatura ambiente.
Pasado ese tiempo, se escurre completamente la pulpa en el colador y se desmenuzan a mano las hebras que la forman.
De nuevo a la olla: colocamos en ella la pulpa, después de pesarla, y añadimos igual peso de azúcar. Además, la corteza de un limón y una rama de canela.
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Cocemos a fuego lento (puede ser una media hora) hasta que las hebras estén muy tiernas y el almíbar espeso.
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