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Félix Aras, junto a sus vacas productoras en la granja El Molino. Fotos y Vídeo: ainhoa gorriz

El robot que mima a sus vacas

La automatización de una granja de Carranza permite que las reses elijan cuándo quieren ser ordeñadas y que reciban duchas si hace calor

Domingo, 19 de diciembre 2021

Se llama Eusa Delta Banda y entra mansa en uno de los robots de ordeño instalados en la granja El Molino de Carranza, el hogar ... que comparte con otras 219 vacas. Parió su primera ternera el 13 de agosto, tras ser fecundada con semen seleccionado para perfeccionar su productividad y la calidad de su leche. Se la retiraron al poco de nacer. La mayor parte de las hembras viven para dar leche, mientras que los machos acaban en las carnicerías. Ahora la naturaleza llama a Eusa Delta Banda. Sabe que, si se acerca al robot metálico, varios sensores detectarán la posición de sus pesadas ubres y la aliviarán succionándolas a la vez que se le proporciona rico pienso.

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Su leche materna discurre hasta un tanque que se llena tres veces por jornada, se limpia automáticamente y recoge y enfría en esta explotación 6.000 litros diarios. El robot sabe quién es la vaca que se le acerca -la número 85, en este caso- y desinfecta las ubres y los aparatos antes y después del ordeño. Anota cuánto ha producido. Lo contrasta con lo esperado -esta suele dar 38 litros- y avisa en caso de detectar alguna anomalía.

Detalle del robot.

Los datos se guardan en una aplicación móvil que ayuda a Félix Aras, un vecino de Carranza que sirve a la marca Kaiku, para seguir la salud de sus vacas y prevenir enfermedades en una fase inicial. La más habitual es la mastitis. Cuando llegue el veterinario, le indicará cuáles hay que revisar.

Previo ingreso manual de las efemérides, la aplicación recuerda los partos, los días transcurridos desde el último alumbramiento y los que van de gestación. Cuando alguna res llega a los siete meses de embarazo (215 días), el robot le suministra menos pienso. De esa forma, deja de producir leche. Será retirada a otra zona (si es verano, saldrá al campo) para que sus ubres se recuperen durante dos meses más, hasta que dé a luz y empiece la lactación.

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Los robots de ordeño son solo uno de los numerosos avances que Aras ha introducido en la granja para optimizar el trabajo y lograr «un mejor producto y una mayor calidad de vida». Su padre creó la explotación en los años ochenta. Entonces tenían solo cuarenta cabezas de ganado. Él y su hermano poseen ahora diez veces más. La mayoría, 220, están en El Molino y el resto en otra granja cercana y una explotación subcontratada en Zaragoza. Los Aras compraron en 2013 el primer robot por la dificultad de encontrar mano de obra cualificada para trabajar en el sector, explica Félix, que libró por última vez hace dos años. «No hay días rojos en el calendario y para este trabajo no vale cualquiera». En 2014 se hicieron con el segundo.

Y esta primavera, con el tercero. Ahora se ocupan de extraer la leche de unas 180 vacas al día, repartidas en tres sectores, y pueden mantener la granja entre tres personas: sin la ayuda de estas máquinas, habría sido necesario el doble de plantilla. Era una cuestión de renovarse o morir, porque deben cuidar también de un terreno de cincuenta hectáreas del que sale buena parte del forraje con el que alimentan al ganado.

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Un collar que mide los pasos

Otra de las novedades es el sistema de refrigeración que una empresa italiana instaló hace dos años. «Si hay más de 24 grados de temperatura ambiente, las vacas comienzan a tener estrés», relata. En las jornadas de bochorno, pueden llegar a morir por golpes de calor o sufrir abortos. O pueden dejar de comer y, por lo tanto, de producir. Este sistema es un entramado de ventiladores, conductos y sensores que se ponen en marcha para refrescar la granja cuando detectan que las vacas tienen calor. Además de enfriar el aire, cae agua que las «ducha» durante veinte segundos.

«Funciona y está más que amortizado», asegura Aras. Y no solo es eso. Las vacas disponen también de un collar que cuenta sus pasos y los minutos que rumian. ¡Las granjas han cambiado!

«Pago 6.000 euros más al mes por la subida de la luz y el pienso»

La tecnología ha permitido que la granja de los Aras sea más sostenible, eficiente y productiva. «Teníamos una calidad muy buena que hemos podido mejorar, pero lo más importante es la agilidad que nos ha dado el sistema para obtener estos resultados», dice Félix. Las vacas producen ahora más leche, que Kaiku le paga a 0.36 céntimos el litro, lo que permite que la granja siga siendo rentable pese a los elevados costes de mantenimiento. Cada animal bebe 120 litros de agua al día y come una media de 50 kilos. El encarecimiento de los alimentos y de la luz por la crisis de suministros les está provocando «sobrecostes de más de 6.000 euros al mes» porque «alguien se ha dedicado a especular con la soja en Wall Street», protesta Félix.

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