El espejismo de un oasis vasco
La ciudadanía quiere dejar atrás el tiempo de la confrontación, de la complicidad con el terrorismo, y Podemos Euskadi ha llegado justo a tiempo para representar precisamente eso
Quienes emplean la metáfora del oasis vasco, como recientemente Ortuzar, lo hacen, como ya sabemos, con el propósito de diferenciar el ambiente político en Euskadi ... y el del Ebro para abajo, donde con dos elecciones generales seguidas todavía no hay acuerdo de investidura a la vista. Pero, como siempre pasa en nuestra historia, en esa comparación desde que la acuñó, antes de que apareciera el nacionalismo, el liberal conservador catalán Juan Mañé y Flaquer, autor de El oasis: viaje al país de los fueros a finales del siglo XIX hay mucho más de voluntad que de realidad. Y es que, de cara a las próximas autonómicas, eso del oasis vasco es más bien un espejismo.
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La postura tan incoherente de los socialistas podría explicar por qué en Euskadi tenemos paz aparente y en Madrid lo que hay es greña. Los socialistas vascos no ven contradicción en tener suscrito un pacto de gobernabilidad con el PNV firmado por Patxi López además, el mismo que habla de chantaje cuando el PP pide la abstención del PSOE, que aspira a sostener un futuro Gobierno que dejaría fuera a toda la izquierda vasca: ¿esos no son partidos afines? Y, en cambio, en el Estado apoyan la abstrusa teoría de Pedro Sánchez, por la que el PSOE no podría jamás suscribir un pacto con su adversario natural. ¿Por qué no aplican al ámbito español, que ahora también es pluripartidista, lo que ejercen desde hace décadas con naturalidad en un sistema como el vasco, donde son siempre más de dos los partidos que tienen que sostener al Gobierno?
Pero hay algo en Euskadi todavía más decisivo que convierte en un espejismo el oasis vasco y que saldrá a relucir el 25 de septiembre. Por cierto, el hecho de que los jeltzales hayan tenido que cambiar la fecha simbólica del día de su partido el Alderdi Eguna para encajar las autonómicas: ¿no es suficiente prueba de que el PNV se ha visto forzado a alterar su calendario electoral? Pues encima hay que oír y no solo entre nacionalistas que aquí no ha habido adelanto, solo un pequeño ajuste.
El verdadero factor de distorsión al que nos referíamos es, sin duda, el resultado que obtenga Elkarrekin Podemos en las próximas elecciones. Con la candidata a lehendakari que presentan, Pili Zabala, está claro el terreno donde quieren anclar su victoria: el de los que quieren sobreponer sus vidas a la pesadilla terrorista pasada. Para ello parten de una estrategia similar a la de Podemos en toda España cuando se aliaron con Izquierda Unida para las generales del 26 de junio. El partido de los círculos abandonó la línea transversal errejonista y se decantó por la izquierda nítida pablista. Una decisión que ha resultado fallida en el conjunto del Estado pero que en Euskadi, en cambio, ha barrido porque aquí la clave es otra: aquí la salida del terrorismo se sobrepone a cualquier otra variable social y la figura de la candidata expresa a la perfección esa singularidad. La ciudadanía vasca quiere dejar atrás el tiempo de la confrontación, de la complicidad con el terrorismo, de la estrategia del brazo político y Podemos Euskadi ha llegado justo a tiempo para representar precisamente eso.
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Pero hay un elemento añadido que puede frustrar las expectativas del partido morado. En Podemos Euskadi, desde la salida de Roberto Uriarte, y a pesar de la buena elección de Pili Zabala, no hay claridad en la definición. En la última ocasión propicia para manifestarse a propósito de la impugnación del candidato Arnaldo Otegi, Nagua Alba, la actual líder del partido en Euskadi, se ha posicionado en contra de la Fiscalía y a favor de que sean las urnas las que decidan. Ya veremos si esta postura de ir en paralelo con EH-Bildu a lo Rajoy les reporta más votos o les hace perder fuelle. Porque la izquierda abertzale ya ha comprendido que lo que está en juego es su pasado político pero también, sobre todo, su futuro.
Y, ante el desafío, están abriendo tres frentes a la vez. El primero es conocido, viejuno: diseñar el proceso de defensa de la candidatura de Otegi, previsto con esmero desde el momento en que renunciaron a recurrir en tiempo y forma la pena accesoria de inelegibilidad para cargo público, de modo que coincida con el inicio de la campaña electoral. No hay que ser muy avezado en política vasca para deducir una jugada en la que, con la ayuda inestimable de los partidos que se han pronunciado contra la candidatura y muy especialmente de las declaraciones del ministro de Justicia, han conseguido, como siempre, que desde Madrid les hagan la campaña gratis. El segundo frente, consecuencia del anterior, también es rancio ya y consiste en contraprogramar todos los festejos vascos del verano con la consabida manifestación abertzale, bajo el pretexto esta vez, de cara a las elecciones, del victimismo de su candidato. El tercer frente abierto, en cambio, es novedoso, al hilo de la nueva política de la que Podemos es el principal adalid, consistente en tirar de influencia mediática: rostros conocidos de EiTB más frases impactantes como la de Neruda con las flores y la primavera, que es cuando la poesía, metida en política, da en demagogia y populismo.
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En definitiva, de oasis vasco nada, más bien espejismo, con unas elecciones autonómicas a la vuelta del verano que van a marcar un nuevo ciclo histórico en la vida política vasca. El resultado de Elkarrekin Podemos tiene la llave, donde una elección acertada de candidata puede verse empañada por mensajes melifluos debidos a la candidez de sus actuales líderes. Y mientras tanto, la alternativa al nacionalismo o al populismo, que debería liderar el PP vasco, va a tener que luchar sobre todo contra la inocultable imagen de provisionalidad que transmite su candidato.
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